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Columnistas
05/02/2023

El relanzamiento de la Celac

El relanzamiento de la Celac | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La Comunidad de Estados Latino Americanos y Caribeños nace de la decisión de los países de la región con el objetivo de crear un espacio para profundizar la integración política, social, cultural y económica de los mismos, procurando la acción conjunta para el desarrollo sustentable.

Humberto Zambon

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El día 24 de enero pasado se realizó en Buenos Aires séptima cumbre de jefes de Estado de la Celac (Comunidad de Estados Latino Americanos y Caribeños)que tiene importancia histórica porque significa el regreso de Brasil, por mucho el país de mayor peso económico y político de la región, de la que se había retirado durante la presidencia del neoliberal Bolsonaro, por lo que se podría hablar de la refundación de la organización.

Si bien la Celac fue oficialmente creada en 2010, tiene una interesante historia previa.

Hay que recordar qué, si bien toda América Latina fue considerada como “el patio trasero” de Estados Unidos, en América Central la presencia de los intereses norteamericanos (apoyados por su gobierno) fue mucho mayor que en el resto del continente. Así, en Cuba, antes de la revolución encabezada por Fidel Castro, el embajador de Estados Unidos se había autocalificado como “la segunda autoridad de la isla” (según los cubanos fue modesto porque podía haber reclamado el primer puesto) y, en 1954, mediante un golpe militar organizado por Estados Unidos se destituyó al gobierno constitucional de Guatemala, presidido por Jacobo Arbens, por afectar intereses económicos de empresas norteamericanas. Posteriormente, a raíz de la revolución cubana y del fracaso de la invasión en Bahía Cochinos, decidieron que no iban a permitir “otra Cuba”, intensificando la intervención directa o indirecta en toda la región. De esta forma justificaron la invasión con sus tropas de Granada (1983) y la destitución del gobierno legítimo de Hudson Austin.

La explotación económica y esa presencia extranjera generó resistencia en los distintos pueblos, resistencia combatida por las derechas locales con apoyo norteamericano. Fue la época del Frente Sandinista en Nicaragua (desde 1976), del Frente Faribundo Martí en El Salvador y de los levantamientos en Guatemala.

Preocupados por la inestabilidad en América Central, en 1983 se reunieron México, Colombia, Panamá y Venezuela y formaron el llamado “Grupo de Contadora”, que elaboró un plan de paz para asegurar la paz y la democracia en esa región, condenando la intervención extranjera. El plan, con la decidida oposición de Estados Unidos (que se negó a reconocer al gobierno de Nicaragua y se opuso a la condena de toda intervención unilateral en el área), fue aprobado por el Consejo de Seguridad y posteriormente por la Asamblea General de las Naciones y Unidas.

En 1985, con motivo de asunción del presidente del Perú Alan García, se reunieron en Lima Argentina, Brasil, Perú y Uruguay y constituyeron el “Grupo de Apoyo a Contadora”. Los ocho países de ambos grupos se reunieron en 1990 en Río de Janeiro y acordaron conformar el “Grupo de Río”, como una asociación de consulta permanente entre los estados partícipes. A partir de ese momento se fueron sumando los demás países de la región, hasta qué en la cumbre realizada en Montevideo en el año de 2010, el grupo se formalizó bajo la denominación de Celac. Lo conforman todos los países de la OEA más Cuba y sin Estados Unidos ni Canadá, un total de 33 estados (12 de América del Sur, 8 de la parte continental de América Central más México y 13 del Caribe).

Celac nace de la decisión de los países de la región con el objetivo de crear un espacio para profundizar la integración política, social, cultural y económica de los mismos, procurando la acción conjunta para el desarrollo sustentable y para mejorar la gestión internacional, en los casos en que haya consenso, tanto frente a los organismos internacionales como ante otras potencias, en especial frente al poder del sector financiero internacional hegemónico en esta etapa de la economía mundial.

En el capitalismo moderno el crecimiento económico es inseparable del desarrollo industrial. Como dicen las leyes de Kaldor, cuanto más rápido crece la industria manufacturera mayor es el crecimiento económico; con él se logra progreso técnico y aumenta la productividad del trabajo en un proceso circular y acumulativo.

El problema de las economías dependientes, de industrialización tardía como son las latinoamericanas, es el tamaño del mercado interno que no permite economías de escala y, por lo tanto, su industria no puede competir internacionalmente. La solución es la integración de los países de un desarrollo similar que permita la industrialización “intraindustrial” (como es, por ejemplo, la industria del automotor, con fábricas en distintos países y que abastecen de piezas a todas las marcas de la región, permitiendo la obtención de economías de escala y el desarrollo industrial de todos).

En cambio, el libre comercio con todos los países o, mediante tratados, con determinados países desarrollados, que pregona el neoliberalismo, los condenan a la producción primaria y aumentan la brecha entre la riqueza entre países del centro y la periferia, es decir, los dependientes.

El presidente de Uruguay, Lacalle Pou, representó en la cumbre a la ideología neoliberal al pedir por el libre comercio, lo que sería incompatible con los objeticos de la Celac. Luego, en la conferencia de prensa, la calificó como la reunión de “un club de amigos ideológicos". En esto último puede tener razón: durante el período ”popular” de principios de siglo, iniciado con la elección de Hugo Chávez en Venezuela (1998) y que siguió en Brasil (Lula da Silva), Argentina, Uruguay (Frente Amplio), Bolivia (Evo Morales), Ecuador (Correa), a los que se sumaron Nicaragua, El Salvador, Paraguay y Honduras, se fortaleció el Mercosur, se creó el Celac y Unasur, la Unión de Naciones Suramericanas, en el año 2008, cuya sede se fijó en Ecuador y su primer secretario general fue Néstor Kirchner y que tuvo logros muy importantes, tanto en conflictos entre estados como en defensa de la democracia interna de sus miembros, lo que contrasta con la pasividad de la OEA (Organización de Estados Americanos, orientada por Estados Unidos). En cambio, durante la ola neoliberal que le siguió (Macri, Bolsonaro), se pretendió desvirtuar el Mercosur con un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, que no se concretó por la resistencia de los productores primarios de los países europeos, languideció la Celac y despareció de hecho Unasur. Es de esperar que ahora, después de la reelección de Lula, se afiance el proceso integrador.

A la cumbre de Buenos Aires se invitó especialmente a los presidentes de Estados Unidos (Biden, que envió a un representante) y de China (Xi Jinping), que envió un mensaje en el que expresa que la Celac ya se ha convertido en una fuerza propulsora indispensable para la cooperación global Sur-Sur y que están dispuestos a seguir solidarizándose con los países de la región y avanzando con manos unidas.a sus representantes. Por su parte, el representante de Estados Unidos dijo que el presidente Biden mandaba su más alta estima y que Estados Unidos ha sido y seguirá siendo un socio en los desafíos; que había que permanecer unidos para renovar las democracias y condenó los ataques antidemocráticos en Brasil.

Este hecho tiene un valor simbólico muy grande: al invitar a ambas potencias que compiten por la hegemonía mundial en igualdad de condiciones, se está ratificando la independencia de la Celac respecto a ambos bloques y la decisión de tener relaciones económicas (comercio, inversiones) con ambos, según sus propias conveniencias.

El documento final calificó a la región como una "zona de Paz" y señaló su importancia como principal exportadora neta de alimentos. En el plano político, condenó el bloqueo a Cuba como contrario al derecho internacional y que atenta contra el bienestar del pueblo cubano, y saludó a las conversaciones entre gobierno y oposición en Venezuela (promovidas por los gobiernos de México y Noruega).

Entre las casi 100 resoluciones tomadas por unanimidad sobresale la de trabajar contra la precarización laboral, especialmente de los jóvenes; el compromiso con una migración segura, ordenada y regular; el rechazo a toda forma de racismo, discriminación racial, xenofobia y discursos de odio; manifestaron la importancia de un presupuesto adecuado para la educación y expresaron "el más firme respaldo regional a los legítimos derechos de la República Argentina en la disputa de soberanía por las Islas Malvinas".

Finalmente, eligieron como nuevo Presidente Pro Tempore, para reemplazar a nuestro país, al presidente de San Vicente y las Granadinas. Es de esperar, para el bien de todos los pueblos de la región, que esta cumbre haya sido el lanzamiento de un nuevo período de intensificación de la integración regional.

29/07/2016

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