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13/11/2022

Lección práctica de política económica

Lección práctica de política económica | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Felipe Von Hornick, precursor de la teoría económica moderna, escribió en 1684 el libro “Austria sobre todos, siempre que quiera”, donde desarrolla la tesis que se resume así: Es preferible pagar por un artículo dos pesos que queden en el país que un peso que se vaya al exterior.

Humberto Zambon

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En el siglo XVII el país más rico de occidente era España gracias a las riquezas que, en forma de oro y plata, provenían de América y la convirtieron en la gran potencia hegemónica de la época. Como los demás países no tenían posibilidad de descubrir y colonizar nuevos mundos lo suficientemente desarrollados para poder esquilmar los metales preciosos que hubieran acumulado, el único camino para enriquecerse era obtener parte de la riqueza que España recibía; como quitársela por las armas no era posible (no olvidemos que España era la principal potencia económica, política y militar), la opción era la piratería (las “patentes de corso” permitían la “libre iniciativa” en ese camino), como hizo al principio Gran Bretaña, o, de lo contrario, mediante el comercio superavitario, es decir, vender más y más productos a cambio de metal. Y esa fue la esencia teórica del mercantilismo: un estado nacional que regule el comercio y la actividad, que impida importar productos extranjeros, excepto que sean imprescindibles, y que logre exportar la mayor cantidad de bienes para asegurar la entrada de metal en beneficio del soberano. El fundamento de esta política intervencionista y las reglas prácticas para aplicarlo, conforman lo que conocemos como pensamiento mercantilista.

El gran beneficiario del mercantilismo fue Inglaterra y, mucho menos, Francia y otros países continentales. Mientras Inglaterra desarrollaba manufacturas y comercio, entre los españoles se impuso el criterio que hacer dinero trabajando o comerciando era indigno de hombre nobles, con ese desprecio hacia el dinero que es un lujo que solamente los muy ricos se pueden dar. Conclusión: cuando se acabó el flujo de oro y plata que venía de las colonias, Inglaterra desarrollaba el capitalismo y comenzaba con la revolución industrial y España se transformó, durante siglos, en un país pobre de Europa.

Llegado a esa etapa, los políticos y pensadores británicos llegaron a la conclusión de que el mercantilismo estaba totalmente equivocado; que lo correcto era liberar al comercio internacional y al interno, dejando que la “mano invisible” del mercado lograra el óptimo económico. En otras palabras, dejar que Inglaterra se siguiera enriqueciendo con su exportación de manufacturas y que los demás países (con industrias incipientes y, por lo tanto, más caras) no pudieran competir con ella. Fue el nacimiento del liberalismo económico.

Los Estados Unidos no se dejaron convencer. En el siglo XIX Alexander Hamilton y Abraham Lincoln, entre otros, fueron los abanderados del proteccionismo que permitió industrializar al noreste este de esa nación y convertirla en la potencia del siglo XX; claro está que cuando lo lograron, se convirtieron en adalides de la “libertad de comercio” para seguir beneficiándose. Algo parecido sucedió en Alemania, en Japón y en los demás países que hoy son desarrollados.

Pero esto es otra historia. Volvamos al siglo XVII. Felipe Von Hornick (1640-1712) fue un importante intelectual austriaco, exponente de las ideas mercantilistas y precursor de la teoría económica moderna, que escribió en 1684 y en forma anónima el libro “Austria sobre todos, siempre que quiera”, donde desarrolla la tesis que se resume así: Es preferible pagar por un artículo dos pesos que queden en el país que un peso que se vaya al exterior.

Volvamos Von Hornick. Observador de la sociedad en que vivía, se convenció que uno de los males que aquejaban a su Austria natal estaba relacionado con las señoras ‘bien’, que siempre querían estar a la moda, con modelos, joyas y perfumes importados; creía que “sería beneficioso que mandásemos a la moda femenina al diablo, que es su padre”.

Sin embargo, lo que tuvo trascendencia del libro no fue su opinión sobre la moda femenina sino el resumen, en nueve reglas, de los principios de una política económica para los países “atrasados” que, con fácil actualización, es aplicable perfectamente a países como el nuestro:

 

1. Inspeccionar el suelo del país y no abandonar las posibilidades agrícolas de ningún rincón.

2. Todas las mercaderías que utilicen materias primas encontradas en el país deben ser trabajadas en el propio país;

3. Para llevar a cabo lo anterior se necesitará gente, tanto para la producción como para el cultivo de las materias primas. Por tanto, la población debe ser tan grande como el país pueda soportar.

4. El oro y la plata, sea obtenido de las propias minas del país o de otros países por medio del comercio, no pueden, en ningún caso, ser sacados del país por cualquier propósito, o permitirse que sean enterrados en cofres y arcas o destruido, sino que debe siempre permanecer en circulación.

5. Los habitantes del país deben hacer todo lo posible para consumir sus productos nacionales, limitar el consumo de lujo y prescindir de los productos extranjeros.

6. En el caso de que las adquisiciones de productos extranjeros sean indispensables, deben obtenerse de primera mano y no a cambio de oro y plata sino a cambio de otras mercaderías domésticas.

7. Los productos extranjeros deben ser importados como materia prima y ser manufacturados dentro del país.

8. Deben buscarse oportunidades permanentes para vender bienes manufacturados a los extranjeros en tanto sea una medida necesaria para obtener oro y plata.

9. Salvo consideraciones importantes (…) no se permita ninguna importación si los bienes que se importan existen de modo suficiente y adecuado en el país.

 

A pesar de los tres y medio y siglos transcurridos, las enseñanzas de Von Hornick pueden tener mucha aplicación en nuestro país y en todos aquellos del tercer mundo que procuran desarrollarse económica y socialmente. Bastaría cambiar “oro y plata” por “divisas” o “dólares”, tener en cuenta al litio, petróleo y demás minerales y otras pocas correcciones de lenguaje para su aplicación.

Sería mucho más útil para nuestro país que nuestros economistas y políticos, en lugar de deslumbrarse con el neoliberalismo., que ha reiteradamente fracasado, dedicaran un tiempo a leer a Von Hornick y actualizar sus ideas para aplicarlas al siglo XXI.

29/07/2016

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