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La migración de familias y ciudadanos provenientes del infierno de medio oriente continúa en aumento hacia Europa, y la crisis de los refugiados parece no tener una solución posible en los próximos meses. Occidente continúa su camino hacia el proteccionismo no solo económico sino también social. La huida del Reino Unido de la Unión Europea, el ascenso de la derecha en Alemania, la creciente xenofobia en Francia y la candidatura de Donald Trump en Estados Unidos, contribuyen a que este problema de refugiados se transforme en una crisis humanitaria global.
El G-20 se reunió en China con los líderes mundialmente reconocidos. Allí, mucho se habló sobre cambio climático, algo sobre la crisis de los refugiados, pero poco sobre las operaciones militares de OTAN y Rusia en Siria.
Pero ¿qué es, para los gobiernos de occidente, terminar con la crisis de los refugiados?
Ángela Merkel en 2015: “La afluencia de tanta gente requerirá mayor esfuerzo de nuestra parte. Tenemos una economía fuerte, podrán venir a Alemania los refugiados en masa sin preocupaciones”.
Ángela Merkel en 2016 (ante la pregunta de una refugiada palestina sobre por qué no podía todo el mundo ser feliz, porque no pueden vivir libremente a Europa): “Entiendo lo que quieres decir, no obstante los políticos somos duros en ocasiones. Hay cientos de palestinos refugiados en los campos en Líbano. Si nosotros les dijéramos 'puedes venir aquí, pueden venir todos de África', no podríamos sobrellevar nuestra economía”.
La mujer palestina rompió en llanto mientras oía la respuesta.
Según Amnistía Internacional, el G-20 realizó un hipócrita llamamiento a “compartir la responsabilidad” en la crisis de los refugiados.
Occidente no esperaba ese masivo flujo de personas que quisiera evitar morir bajo las bombas. Ya no les importa si las bombas son sirias, turcas, norteamericanas, francesas o rusas. Solo quieren vivir, y hacerlo felices.
Ese “daño colateral” a sus incursiones en medio oriente, hoy se transformó en un fuerte dolor de cabeza para la armonía doméstica de los países europeos.
El cambio climático afectará al mundo entero, los misiles y las bombas afectan a solo un sector del mundo, precisamente al sector no occidentalizado.
La lógica de ellos y nosotros, aplicada en la saga de “La Purga”, es la lógica del problema de los refugiados.
“No podemos aceptar a todos los refugiados que lleguen a la Unión (europea), que quede claro, porque nos desestabilizarían como países”, declaró Manuel Valls, primer ministro francés.
Valls se refiere a la pretensión de los refugiados a vivir como si fueran europeos.
Lógico es que no se puede permitir la migración masiva, porque es cierto que una intensiva y cada vez más abultada cifra de migrantes desestabilizaría cualquier economía equilibrada. Alemania comienza a sufrir esa consecuencia y desde allí es comprensible el radical cambio discursivo y político de Merkel.
Pero la respuesta a los refugiados no es la forma de alojarlos, o de evitar su llegada, sino trabajar sobre la política, las condiciones y las operaciones occidentales en muchos casos que hacen, hicieron y harán que sigan huyendo de sus tierras.
Instantes que conmueven, siglos de opresión
Luego de la foto del cuerpo de Aylan Kurdi, el chiquito kurdo de 3 años que murió en las costas turcas a causa del hundimiento de la embarcación precaria en la que viajaba junto a su familia, occidente pareció conmoverse. Pero las cosas no cambiaron, más bien empeoraron. No alcanza con conmoverse, hace falta replantearse.
Murieron otros 4.500 niños menores a 6 años que intentaban llegar a Europa en los últimos meses.
Es macabro relatar el proceso por el cual llegan a tomar esas embarcaciones, los refugios en los que deben aguardar, las violaciones a las que son sometidos, el dinero que tienen que pagar, relegando y regalando a los traficantes de humanos lo construido a lo largo de su vida, todo eso para cruzar las fronteras huyendo de una guerra armada al molde de los negocios y economías occidentales que generan la estabilidad de esos países “estabilizados” a los que se refieren Merkel y Valls.
Quizá sea mejor no seguir viendo esas fotos de los pequeños cuerpos de niños que nacieron en el lugar equivocado. Quizá así se evite la burla de la revista Charly Hebdo sobre esas víctimas.
Es incierto, por más demonización que se haga de los grupos armados y fanáticos como el ISIS, que sean ellos los causantes de esta problemática guerra. ISIS forma parte, también, de una consecuencia de las políticas imperiales que occidente mantuvo durante siglos de opresión, de engaño y de fuerza, sobre pueblos a los que en ningún momento de la historia se consideró que también están poblados por seres humanos.
Hace un año se conocía esta imagen. La periodista húngara Petra Lázsló daba patadas a un hombre refugiado que llevaba a su hijo en brazos. |
Otra prueba de ello, es el destrato que reciben los refugiados en Europa. Que van desde la patada de la periodista húngara a un padre con su hijo en brazos que huía del control fronterizo (la conocida imagen que acompaña esta nota), a la estigmatización del New York Times sobre refugiados, al relacionar el aumento de las violaciones en Alemania con de la llegada de migrantes.
(Acceso a la versión en castellano de una nota en el diario norteamericano)
Pero la cultura no se construye de un día hacia otro, los medios no construyen esa cultura sino que legitiman un sentimiento ya instalado históricamente. “Son ciudadanos de segunda, son bárbaros, y sus problemas son sus problemas”, según parece desprenderse del discurso justificador de occidente.
En la última semana hubo fuertes protestas sobre “la Jungla”, un campo de refugiados que esperan el permiso británico para cruzar el Canal de la Mancha, que está alojado en la ciudad de Calais, Francia. Mientras esperan esa respuesta británica, el pueblo de Calais salió a las calles, con la alcaldesa al frente, para solicitar el desmantelamiento, la expulsión y el cierre de “La jungla” por el peligro que presenta para la población y por afectar la economía local.
(Nota del diario El País, de España, refleja la situación)
Es preciso insistir con que en “la jungla” de Calais, se alojan aquellos migrantes que huyen de los epicentros de la violencia nada menos que para evitar morir bajo fuego.
La OTAN participa de ese fuego. Francia es parte de OTAN. Los nuevos “invasores” no sólo escapan de las guerras civiles que existen en sus países, sino que lo hacen también de los ejércitos turcos y rusos, de los drones norteamericanos y de los misiles franceses. Escapan de la barbarie, pero son recibidos y tratados como si los bárbaros fueran ellos.
Si todavía se sigue creyendo en que las intervenciones occidentales en los países de medio oriente son producto de una política liberalizadora de la opresión musulmana, o para finalizar las guerras civiles, o para llevar la democracia hacia esa región, se tiene por delante el desafío observar el mundo desde el mundo y no desde la mentalidad occidental.
Debemos preguntarnos si hubo intervenciones occidentales exitosas en algún momento de la historia en la región. Debemos preguntarnos que hay en esas regiones que puede llegar a interesar a los países desarrollados. Debemos preguntarnos si la industria armamentística es rentable. Debemos preguntar si la medición de fuerzas es probable sin su uso. Se debe indagar sobre las relaciones entre Rusia, China y los Estados Unidos. Debemos preguntarnos sobre ISIS.
Se generó un monstruo que a la vez sirvió de fundamento para intervenir militarmente.
Mientras en Siria se masacran los bandos entre sí, los civiles que solo pretenden vivir huyen hacia donde pueden. La ONU, por su parte, sigue permitiendo y avalando la financiación internacional de estos frentes de guerra abiertos
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