Columna Invitada
03/03/2021

Privilegios

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Algunos privilegios indignan, pero en general, cuando los ejecutan grupos de poder hegemónico se vuelven invisibles y se naturalizan.

Roberto Samar *

Entender los privilegios y su naturalización nos invita a pensar en la relación de los conceptos de “verdad” y “poder”. El poder construye discursos de verdad. Los medios masivos de comunicación, las redes sociales y la industria del entretenimiento muchas veces operan como constructores de subjetividades, legitimando miradas. La meritocracia, la aporofobia y el racismo son pilares necesarios para sostener esta sociedad que es profundamente injusta e inequitativa.

“Tienen hijos para obtener los planes” es una frase que seguramente escuchaste. El informe técnico sobre pobreza del Instituto Nacional contra la Discriminación sostiene que: “según un estudio nacional realizado por la consultora Voices en 2019, el 46 % de las/los argentinas/os creen que las mujeres en situación de pobreza tienen mayor cantidad de hijas/os “para cobrar los planes” (Urdinez, 2019). Estas creencias estereotipadas han sido desmentidas por las cifras oficiales de la Anses, que indican que el 97 % de las titulares de la AUH son mujeres y tienen un promedio de 1,7 hijas/os por mujer”.

Esos discursos se repiten y legitiman miles de prácticas cotidianas. Cuando un pibe iba a un boliche y no lo dejaban pasar por la ropa, cuando la policía detiene sistemáticamente a los muchachos del barrio, cuando la ambulancia no entra a una villa: son prácticas discriminatorias. Prácticas muchas veces naturalizadas por quienes la ejercen y por quien la sufre.

La principal causa de discriminación es la pobreza, supo denunciar INADI. Y esto no indignó a nadie. No porque las personas en situación de pobreza no sean grupos mayoritarios, sino porque los discursos hegemónicos tienden a legitimar las desigualdades establecidas.

Mientras tanto se perciben como empresarios “exitosos” a los hijos de las familias que acumularon sus riquezas en los momentos nefastos de nuestra historia. Tierras saqueadas a pueblos originarios en la mal llamada conquista del desierto, empresas mal vendidas bajo tortura en la última dictadura y recientemente evasiones millonarias en paraísos fiscales. Estas son realidades invisibilizadas.

Según Michel Foucault, “la verdad no está fuera del poder, ni sin poder. La verdad es de este mundo; está producida aquí gracias a múltiples imposiciones. Tiene aquí efectos reglamentados de poder. Cada sociedad tiene su régimen de verdad, su «política general de la verdad»: es decir, los tipos de discursos que ella acoge y hace funcionar como verdaderos; los mecanismos y las instancias que permiten distinguir los enunciados verdaderos o falsos, la manera de sancionar unos y otros.”

Para muestra de este mundo basta un botón. La ONG Oxfam divulgó un informe donde califica la desigualdad: los 22 hombres más ricos del mundo poseen más bienes que las 325 millones de mujeres que viven en África.

Construir un mundo más equitativo, con otros relatos, otras sensibilidades y otras miradas es imprescindible.

*Licenciado en Comunicación social. Especialista en Comunicación y Culturas



(*) Licenciado en Comunicación social. Especialista en Comunicación y Culturas
29/07/2016

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