Si se busca una línea que conecte al superadaptable Movimiento Popular Neuquino con el tiempo político del fallecido expresidente Carlos Menem, la línea se cruza en Jorge Sobisch. Los ´90 en Neuquén, con todo lo que ello implica en desvalorización de la política, degradación de la ideología y hundimiento de expectativas de las grandes mayorías, tuvieron el sello del sobischismo.

No solo el pensamiento de base, las formas de construcción política y de estrategias para mantenerse en el poder asimilan a Menem con Sobisch, sino que también es posible encontrar un efecto espejo hasta en el punto de partida de ambos. Uno llegó a la presidencia con promesas de salariazo y revolución productiva, y finalmente entregó todas la banderas de soberanía económica con catastróficas consecuencias sociales, mientras que el exgobernador neuquino, hoy colgado del sello de la Democracia Cristiana, se presentó como la renovación del MPN en el contexto de una disputa familiar de los fundadores del partido, y terminó mordiéndole la mano al sector que lo llevó a la cumbre del poder, aplaudiendo políticas neoliberales, imponiendo prácticas de sesgo autoritario y acciones que acentuaron un perfil conservador del partido.

"Hoy despido a un gran presidente, y sobre todo a un gran político que supo llegar al corazón de la gente. Mis condolencias a sus familiares y amigos", escribió Sobisch en su cuenta de Twitter el día en que murió Menem. Sobisch volvió a desnudar, en ese epitafio, su admiración por el expresidente, una voz solitaria, al menos en público, dentro de su ¿ex? partido.

El menemismo dejó huellas en la sociedad y consecuencias sociales catastróficas para la construcción de un país que integre cada vez más, y en Neuquén tuvo un aliado extrapartidario de fierro.

Hoy existe una generación de dirigentes del MPN que es producto de los ´90, ya que sus carreras comenzaron a rodar con el sobischismo. La llamada “renovación generacional” creció en ese ambiente contaminado de menemismo que farandulizó la política, abrazó al mercado en desmedro de los intereses de las grandes mayorías, alimentó el alineamiento con los Estados Unidos, gobernó para los “empresarios amigos” y consolidó “alianzas estratégicas” con los dueños del circo.