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28/12/2020

Sin certezas para 2021 pero con indicios favorables

Sin certezas para 2021 pero con indicios favorables | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Todo lo bueno que pueda ocurrir en el nuevo año depende de que se pueda frenar al virus. Conseguir las vacunas y las bases económico-sociales para resurgir no son “magia” sino acciones de gobierno. Mejora el contexto internacional. El futuro será diferente según cómo vote el Senado la ley de aborto.

Miguel Croceri

Predecir el futuro no está dentro de las posibilidades humanas, de modo que todo lo que pueda anticiparse respecto de un año que comienza está condenado a una parte de error. Aun así, lo que resulta posible es observar algunos hechos o tendencias del momento presente que quizás -solo quizás- tengan posteriormente ciertos efectos o consecuencias que pueden considerarse probables.

Sobre esa base de razonamiento, no existen certezas acerca de lo que ocurrirá en Argentina -ni en el resto del mundo- durante 2021, pero en nuestro país se observan indicios favorables en cuanto a que los daños del covid-19 puedan ser atenuados, y en consecuencia la sociedad recupere hábitos de vida más libres y con menos riesgos para la salud y la vida. Si así fuera, el año que comienza sería mucho mejor que el 2020.

La adquisición por parte del gobierno de Alberto Fernández de la vacuna Sputnik V, desarrollada y fabricada en Rusia, es la novedad más alentadora. Más aún cuando ya está en el país el primer lote de 300.000 dosis y de inmediato comienza su aplicación a las personas.

Complementario con ello, ya se firmaron convenios o existen negociaciones con otros laboratorios de diversos países para la adquisición de otras vacunas.

Según las previsiones de las autoridades nacionales, y solo con los envíos previstos de la Sputnik V, durante el verano habrá dosis suficientes como para inocular a las grupos poblacionales que por su oficio, edad o enfermedades previas sufren mayores riesgos. En los meses siguientes, contando con otras vacunas cuya producción y envío a nuestro país están dentro de planes razonablemente viables, se continuará con el resto de la población.

Esa alentadora perspectiva, como dijo alguna vez Cristina Kirchner cuando era presidenta de la Nación, “no fue magia”. Todo lo contrario: es resultado de una acción de gobierno, de una estrategia sanitaria trazada por el presidente Fernández y el ministro de Salud, Ginés González García, y ejecutada luego por los distintos niveles de la gestión gubernamental.

En esa tarea resulta descollante la labor de una funcionaria pública desconocida masivamente hasta que empezó la pandemia, pero que desde entonces se convirtió en una de las más laboriosas responsables de la estrategia sanitaria: la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti. (En los hechos una “viceministra”, aunque un cargo con tal nombre no existe en el ordenamiento institucional del gobierno en nuestro país).

Decisiones económico-sociales

Aparte de la provisión de vacunas, durante el año que llevan en funciones las actuales autoridades nacionales adoptaron decisiones estratégicas de política económica y social que constituyen otro indicio favorable para avizorar una recuperación en 2021.

La más importante ha sido la gigantesca inversión del Estado para ayudar a las familias y unidades productivas que fueron más perjudicadas por el imprescindible aislamiento social que permitió, fundamentalmente en el otoño de 2020, hacerle frente a la pandemia. Sus ejemplos más elocuentes, aunque no los únicos, fueron el IFE (Ingreso Familiar de Emergencia) y el programa ATP (Asistencia de Emergencia para la Producción y el Trabajo, por el cual el Estado paga una parte de los sueldos de empresas privadas).

Parte de la misma gigantesca inversión fueron/son la Tarjeta AlimentAr. -que desde antes del coronavirus el gobierno ya había lanzado para aliviar el hambre y la desnutrición de las familias que más sufrieron la devastación perpetrada por Mauricio Macri- y en general la ayuda con fondos públicos, incluidos los de presupuestos provinciales, para sectores más afectados por la pandemia y sus consecuentes daños a los puestos de trabajo y la producción.

Por otro lado, la política económica tuvo otros dos pilares que sentaron las bases para una eventual mejora en el 2021. Uno lo constituye la exitosa negociación de la deuda externa con acreedores privados, lo cual dio lugar a un extraordinario ahorro de dólares al postergarse los plazos de pago y reducirse los montos y los intereses, y otro fue/es el espectacular impulso a la obra pública en todas las provincias del país.

Ninguna de estas medidas estratégicas fue “magia”. Fueron decisiones y acciones de gobierno que responden a una concepción acerca del modelo de país que se quiere construir, cuáles son las prioridades ante una emergencia -como fue y es la del coronavirus-, qué compromisos tomaron con la sociedad los actuales funcionarios cuando en las elecciones se postularon para acceder a cargos públicos, y en definitiva cuáles son los intereses que se defienden en el momento de ejercer el poder político democrático.

Contexto internacional

Un tercer grupo de razones que sugieren la posibilidad de cambios favorables en el nuevo año -aparte de las vacunas y de las decisiones económico-sociales del gobierno-, se relacionan con modificaciones en el contexto internacional.

Alberto Fernández asumió hace un año como un “paria” en el continente, teniendo apenas como aliado político-ideológico al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador en México. Eso en parte se ha revertido y previsiblemente seguirá modificándose.

En aquel momento Donald Trump gobernaba Estados Unidos (EU) con chances de ser reelegido hacia el final del año. Además, toda Suramérica estaba bajo control de gobiernos de derecha neoliberales y pro-norteamericanos.

De los suramericanos, algunos tenían reciente legitimidad electoral -como el uruguayo Luis Lacalle Pou, quien acababa de ganar la votación y todavía no había asumido-, otros se sostenían por la criminal violencia represiva contra las protestas populares -Chile, Ecuador, Colombia-, y en Bolivia regía una dictadura racista cívico-militar implantada apenas un mes antes de que Fernández y el Frente de Todos asumieran en Argentina.

El cambio de año presenta dos novedades concretas y otras probables. Uno de los hechos que ya ocurrió es la derrota del régimen dictatorial boliviano en la elección que ganó el actual presidente Luis Arce, como candidato del Movimiento al Socialismo (MAS) liderado por el destituido Evo Morales, a quien con valentía y coherencia ética y política Alberto ayudó -junto con el mexicano López Obrador- a salvarle la vida cuando lo derrocaron, y luego le dio refugio político.

El otro suceso que modifica el escenario internacional para nuestro país, pero en este caso además con consecuencias de alcance planetario, es la derrota electoral de Trump y el triunfo de Joe Biden.

Está abierta la discusión acerca de qué diferencias puede haber entre el presidente saliente de EU y el entrante en cuanto a sus efectos en Argentina o cualquier otro país del mundo, siendo que tanto el partido Republicano (el de Trump) como el Demócrata (Biden) conforman un bipartidismo imperial que gestiona la “administración” -así se la llama oficialmente- estadounidense, cada cual con sus especificidades pero ambos en defensa de los intereses geopolíticos de la superpotencia y del capitalismo trasnacionalizado.

Pero mientras la realidad dará algunas respuestas a ese interrogante, por el momento lo concreto es que se va del poder en el país más poderoso del mundo (será en pocas semanas, el 20 de enero) un personaje impune, violento, peligroso, grotesco y con rasgos psicópatas que fue además negacionista respecto de la pandemia del coronavirus.

Los méritos, y la votación crucial del Senado

Las perspectivas en Argentina de una vacunación masiva contra el covid-19 a partir de ahora y durante el año que comienza, más las decisiones de política económica que aliviaron los efectos de la pandemia y sentaron las bases para encarar la reconstrucción del país, son resultado fundamentalmente de lo hecho por presidente Fernández y el gobierno del Frente de Todos.

Extraordinario mérito le corresponde a la vicepresidenta Cristina Kirchner, quien durante su gestión presidencial desarrolló una política exterior soberana e independiente que incluyó la construcción de confianza política y relaciones de cooperación con Rusia, y en particular con su presidente Vladimir Putin.

Lo realizado en el gobierno kirchnerista se convirtió ahora en condición magníficamente propiciatoria para el acceso de nuestro país a 20 millones de dosis que permitirán vacunar a unas 10 millones de personas (teniendo en cuenta que son necesarias dos dosis por persona), más la opción de adquirir en marzo otros 5 millones de dosis adicionales.

Todo lo bueno que eventualmente pueda ocurrir en 2021 está supeditado a que los contagios y las muertes por covid finalmente disminuyan con el correr de los meses. Para ello son necesarias al menos dos condiciones: una vacunación masiva, y un comportamiento social que atenúe las consecuencias de la “segunda ola” de propagación del virus.

Por lo visto en los últimos meses, semanas y días de manera creciente y agravada, dicho comportamiento social conspira contra el éxito de la epopeya. El actual repunte de contagios plantea un alerta y un estado de incertidumbre acerca de si podrá frenarse la propagación del virus.

Se llega a un nuevo año sin certezas acerca de lo que va a ocurrir. Existen indicios favorables importantes pero la realidad es compleja, contradictoria y en gran medida imprevisible.

Durante 2020 se tomaron decisiones políticas audaces y valientes, hubo trabajo político y técnico de una intensidad desconocida, se llevaron a cabo negociaciones y esfuerzos diplomáticos confidenciales -tanto el acceso a la vacuna de Oxford-AstraZeneca, informado en agosto, como el posterior de la Sputnik V, se anunciaron después de negociaciones reservadas que encaró el gobierno argentino-, y todo sostenido por una colosal inversión económica del Estado. Como debe ser, en resguardo de la salud y la vida del pueblo de la Nación.

Y en otro orden de asuntos, hacia el final del año el presidente Fernández adoptó otra decisión de trascendencia histórica: el impulso al proyecto de ley que establece el aborto legal, seguro y gratuito. Aprobado ya por la Cámara de Diputados, el proyecto atravesará dentro de pocas horas la votación crucial en el Senado.

El clima social y político con el cual comenzará el 2021 en Argentina, y fundamentalmente el futuro del derecho de las mujeres a decidir y de su acceso seguro y gratuito a los servicios de salud, serán muy diferentes según cómo resulte la decisión de la mayoría en la Cámara que integran senadores y senadoras.

29/07/2016

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