Argentina
05/08/2016

Si estás contra el ajuste, ¿sos kirchnerista?

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El primer gran triunfo cultural del macrismo es que estemos discutiendo la herencia. El segundo gran triunfo es que se discuta en términos unidimensionales: todo o nada afirma Alejandro Grimson en este ensayo escrito para La Tecl@ Eñe. Grimson propone pensar la política en tres dimensiones, y en ese sentido entender que no es momento para debatir los doce años kirchneristas como un bloque y que es el momento para poner todo el énfasis en movimientos culturales, sociales y políticos como construcciones desde donde defender todos los derechos conquistados.

Alejandro Grimson *

  Un amigo me dice:

- Cuando el kirchnerismo gobernaba vos eras más crítico que ahora.

- ¿Crítico de quién?

- Del kirchnerismo.

- Siempre planteé críticas, es cierto.

- ¿Y por qué ahora sos más kirchnerista?

- ¿Cómo?

- Sí, es cierto que criticaste cuestiones sobre corrupción y planteaste las causas políticas de la derrota electoral, pero te veo más kirchnerista.

Me costó entender. Mi primera reacción fue hacerle un pequeño listado de las críticas políticas que hice no sólo antes de la derrota, sino después. Insistió:

- Pero la gente te ve más kirchnerista. Sos muy antimacrista. No vas por los grises y los caminos intermedios.

¿Hay un camino intermedio?

El camino intermedio, pienso, es una metáfora unidimensional. Hay una línea. Dos puntos extremos y otros puntos intermedios. El medio exacto y todas las gradaciones. Pensamos la política y las posiciones a partir de esos dos puntos y la línea. Los dos puntos son dos identidades: kirchnerismo y antikirchnerismo. Algo similar sucedió y se reactualizó con el peronismo. El antiperonismo nunca logró una identidad por la positiva, sólo pudo definirse de modo refractario al peronismo. ¿Cuál fue su proyecto? Desperonizar. De mil maneras sucesivas. ¿Y el proyecto del peronismo? Clemencia, no me pidan tanto, sólo mencionemos que allí también hubo heterogeneidad y hasta 1974 una referencia principal. (No única, nadie olvide los “peronismos sin Perón”).

Entonces, el debate entre esos dos puntos es qué significó el kirchnerismo. El propio kirchnerismo propuso una narrativa, muy conocida. Sin problemas, sin fisuras, sin limitaciones, sin errores. Ahora esa narrativa está cambiando, al menos al interior de los dirigentes y agrupaciones kirchneristas. Se debate cuáles fueron los errores o los problemas. Por ahora las opiniones son muy diversas. Pero hay una definición que sí los une y quizás los traspasa, es decir, incluye personas que no se consideran kirchneristas. Ese punto es: “fue el gobierno que amplió más derechos en décadas”.

El contrapunto antikirchnerista se siente envalentonado. Cada López es una “trompada en el estómago”. Y cada respuesta equivocada ante los López, digo yo, otra más. Además, están Los Impresentables, que declaran que Macri es peor que la Dictadura o afirman que van a ayudar a la caída del gobierno. Alguno podrá ser incorruptible, pero sus posiciones son un anillo al dedo para el gobierno actual. Muy lejos de representar a la mayoría del kirchnerismo, le hacen un daño que no se puede minimizar. El periodismo de guerra siempre está presto a deleitarse capturando y llevando a millones esas palabras. A veces las tergiversan, otras veces les resulta suficiente con reproducirlas. Otras voces no tienen lugar, porque en su guerra tratan de identificar a todo el kirchnerismo con ciertos personajes. Todo eso alimenta su narrativa que se sintetiza también en un único punto: “fue una banda de ladrones”.

La pobreza intelectual de esa afirmación no le quita eficacia. O quizás, esa sea su eficacia. No caben dudas que el antikirchnerismo lleva un año de fuerte avance cultural y político.

Todo eso lleva a algunos sectores a rebatir dicha afirmación, para lo cual deben rearmar el debate sobre los doce años. Quizás caen en la trampa, quizás no pueden evitarla. Los doce años serán un tema de debate por mucho tiempo en la Argentina. Si todavía debatimos sobre Rosas, Roca o Perón, es bastante obvio que seguiremos debatiendo sobre los gobiernos kirchneristas. Pero claro, la sociedad, esa masa de más de 40 millones generalmente tiene otras preocupaciones más urgentes que el pasado.

La presencia omnipresente del pasado

Si hay un país marcado a fuego por la famosa frase de Marx, es la Argentina: “La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos”. ¿Es posible conjurar el pasado? ¿O sólo podemos hablar tomando “prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje”? ¿Sólo podremos hablar un lenguaje prestado? La encrucijada es clara: ¿estaremos más atentos a rendir los homenajes o a la eficacia de la estrategia política?

El primer gran triunfo cultural del macrismo es que estemos discutiendo la herencia. El segundo gran triunfo es que se discuta en términos unidimensionales: todo o nada. Este ensayo propone pensar la política en tres dimensiones y en ese sentido entender que no es momento para debatir los doce años como un bloque. Más urgente es comprender qué nos llevó a una derrota electoral y cuáles son los motivos profundos de la situación actual.

 ¿Qué es ese “nosotros”?

Tengo una incomodidad con el “nosotros”, siento que hay un significado cambiante. Me siento muy a gusto cuando el nosotros es preciso: nosotros, los que perdimos las elecciones en 2015; nosotros, los que estamos contra el proyecto neoliberal. Pero después comienzan las incomodidades. Hay muchas cosas, tantas cosas, que no hicimos “nosotros”. Ni las que me gustan mucho, poquito o nada.

- Decí, ¿cuáles son las que no te gustan?

- Ya lo he escrito, me aburre repetirme. Podés leer La Tecla Eñe o Mitomanías argentinas.

Un dirigente peronista de una Unidad Básica cercana a la Avenida Rivadavia me relató lo siguiente. En el último ruidazo se juntaron dos mil personas en una esquina. Cuando se cantaba contra el tarifazo cantaban todos, cuando se gritó “vos sos la dictadura” o “vamos a volver”, mil ochocientos se quedaron callados.

Hace poco fui al CCK a ver a un gran músico brasileño: Arnaldo Antunes. Primera visita a la esplendorosa Ballena Azul. Desbordaba de gente. Espontáneamente algunos fuimos con remeras rojas, el color de quienes defienden la legitimidad del gobierno de Dilma. Algunos brasileños se habían organizado y llevaron carteles contra Temer y a favor de Dilma. En un momento del recital, guiado por el público brasileño, el público estalló: “Fora Temer”. Quizás alguno de los dos mil presentes no lo cantó, para mí esa persona resultó imperceptible, porque fue un estremecimiento, una fiesta política colectiva. Cuando el recital terminó, se volvió a entonar el “Fora Temer”, y un grupo pequeño intentó enganchar con “vamos a volver”, pero no funcionó.

¿El piquetetazo es kirchnerista? ¿El 24 de marzo? ¿El 29 de abril? ¿Qué significa “kirchnerista”? “El significado de una palabra es su uso”, nos explicó Wittgenstein. Así que obviamente “kirchnerismo” significa cosas muy distintas, ya que es usada de modos opuestos.

¿Cómo funciona la estigmatización macrista? Un mecanismo sencillo, de una violenta simplificación: Si no apoyás las medidas del gobierno, si criticás su política económica, sos K. Y si sos kirchnerista, sos corrupto. La eficacia es atroz: todos los disidentes y opositores somos potencialmente sospechosos. Frente a esa política de identidad, ¿la mejor respuesta es otra política de identidad? La paradoja es que cuanto más resuena el estribillo, más aumenta la distancia de la identidad kirchnerista con las mayorías de argentinos. Grupos y dirigentes que no comprendan esa operación pueden terminar colaborando inmensamente con la estrategia oficialista.

Por eso, a pesar de mis críticas, mi amigo me dice sinceramente que mis palabras resuenan “más K que antes”. Porque soy anti-neoliberal desde que tengo conciencia cívica. Y eso te convierte en un anti macrista de la primera hora. ¿Cuántos cambiaron nuestras propias palabras y cuánto cambiaron sus significados con el nuevo gobierno?

Volvamos a la escritura de la historia. En América Latina existe la idea de que todo andaba bien hasta que un hecho específico lo arruinó. Así lo popularizó Vargas Llosa con su pregunta: “¿Cuándo se jodió el Perú?”. Hay una biblioteca que explica cuándo se jodió la Argentina. Cuántas veces hemos escuchado la frase que dictamina que el problema de la Argentina es el peronismo. Hasta el cansancio.

Y personalmente creo lo contrario. El problema de la Argentina, a mi juicio, es el antiperonismo. Los gobiernos antiperonistas fueron hasta 1983 antidemocráticos y siempre contrarios a los intereses populares. Convirtieron al peronismo en infinitamente mejor, por comparación experiencial y por potencialidad mítica. Y construyeron el laberinto de la concepción unidimensional de la política. Por eso, cuando me preguntan por mi identidad, digo que siempre fui anti anti-peronista.

No es la primera vez que tenemos problemas con el nosotros. Los argentinos hace mucho tenemos un problema con la Argentina. Hace muchos años, la entonces Secretaría de Cultura de la Nación me pidió que expusiera mi trabajo sobre la nación y los símbolos nacionales en un cuartel del Ejército en la provincia de Salta. Algunos suboficiales contaron cómo ellos habían sentido vergüenza al principio de cantar el himno nacional. Algo que les pasó a muchos argentinos después de Malvinas, cuando los militares triunfaron culturalmente al identificar la nación con la represión, lo bélico y lo autoritario. Sólo en el Bicentenario de 2010 se consolidó un cambio que había comenzado, lento, unos años antes. Pareció que con ese “nosotros” podíamos tener menos problemas, reencontrarnos.

Ahora, debemos entender que la identidad tiene dos caras. En un sentido, cada uno es aquello que se identifica. De tu país, tu religión, tu club de fútbol. ¿Te sentís o no te sentís kirchnerista? También varían las intensidades: muy, un poco, a veces. En otro sentido, cada uno es aquello que la sociedad o sus autoridades considera que es. Es la identificación que se te impone. Son las “circunstancias que no has elegido”. Mi suegro nunca le permitió a mi esposa faltar durante las festividades judías a la escuela primaria. Porque él era ateo. Hasta que llegó la dictadura. Y le dijo: “ahora vas a faltar, porque para los militares es peor ser atea que ser judía”. Y faltó. La forma en que se consideraba a sí mismo no cambió, pero buscó una estrategia acerca de cómo su hija era identificada desde afuera.

Cuando la concepción unidimensional de la política se impone, sólo caben dos identidades. Con alta intensidad. El resto es invisible. Inaudible. Y pensar y construir la política en tres dimensiones choca con las estrategias de los más poderosos, que necesitan evitarlo. Y chocan con los narcisismos de muchos otros, dispuestos a lanzar disparates para salir en cámara. Dispuestos a preparar los festivales del antikirchnerismo.

Uno no elije cómo son escuchadas sus palabras. Pero uno no debería ignorar a mi amigo. Porque uno debería escuchar cómo son escuchadas. Y si puede tratar de hablar de otro modo para ser entendido. Al mismo tiempo, uno elige si quiere escribir tratados o lanzar puramente eslogans. En cualquier caso, en ciertas coyunturas históricas hay palabras que resultan difíciles de entender. Las voces estruendosas necesitan tornar inviable ese lugar. Y pueden lograrlo, al menos parcialmente. Porque es un lugar que ayuda a desarmar las unidimensionales y encuentra otras salidas del laberinto. La estrategia eficaz contra el macrismo es aquella más obturada por la guerra verbal que estamos perdiendo. Nosotros. Por la estrategia unidimensional. De ellos y “nuestra”.

El desafío es explorar modos eficaces de politizar el debate en esta situación histórica. Por ahora sólo vislumbro una posibilidad, aunque sé que será muy cuesta arriba. Necesitamos articular identidades diversas, plurales, de quienes estamos en contra del modelo de país que se impone. No es por el camino de la política de una sola identidad. No es la pregunta (y menos la respuesta) sobre quiénes serán los protagonistas o cómo se resuelve el problema de la conducción.

Es colocar todo el énfasis en movimientos culturales, sociales y políticos para defender todos los derechos. Con toda la generosidad y todo el esfuerzo que el momento exige. En tres dimensiones.

 La Tecl@ Eñe



(*) *Doctor en Antropología por la Universidad de Brasilia. Investigador del CONICET y docente del Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la UNSAM.
29/07/2016

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