Lejos quedaron los buenos tiempos en los que la gente entraba a la librería de Javier y se llevaba dos o tres ejemplares. El aumento en el precio de los libros, de las tarifas, de los alquileres y de los impuestos lo obligaron a tomar una decisión que no dudó en calificar como “muy dolorosa”: cerrarla y liquidar los casi 25.000 tomos que hay en los estantes prolija y coloridamente ordenados.

“Los motivos son únicamente económicos. Hace varios meses que vengo a pérdida porque las ventas bajaron un 50%. Aumentó todo y se hace insostenible”, contó. Detalló que la caída comenzó hace unos cinco meses. Primero lentamente y desde principios de este año drásticamente. “La verdad es que venía posponiendo la decisión porque para mí la librería no es sólo una cuestión económica sino también es un modo de vida. Me gusta ser librero”, aseguró.

Javier Fernández tiene 32 años y desde hace siete tiene su librería en el bajo neuquino. Contó que trabaja con libros desde hace 12. Sabe que dejan “un margen de ganancia bajo” pero que permiten vivir siempre y cuando haya lectores que los puedan comprar. Explicó que en todos estos años nunca atravesó una situación similar. “Había meses que la venta caía pero después se recuperaba. En estos últimos 4 meses bajo hasta un 50% y no sólo aquí. Tengo amigos libreros en otros lugares y están pasando situaciones similares”, relató.

Agregó que la crisis afecta a todo el mercado editorial. “En el país también hay imprenteros que están cerrando. Los libros están muy caros, entre 200 y 300 pesos los nuevos. En los últimos meses subieron muchísimo. Se están transformando en un objeto de lujo”, reflexionó.  

Los lectores sistemáticos siguen comprando aunque en volúmenes menores. Si antes pasaban por el local y se llevaban tres libros ahora eligen sólo uno. Los de ocasión,  los que pasan frente al negocio y ven en la vidriera algún ejemplar que les llamara la atención, entran, preguntan y se van. “Antes lo compraban”, explicó sobre el movimiento de la librería.

Javier ahora sólo trata de vender la mayor cantidad de libros con promociones y descuentos para poder pagar las deudas que acumuló en estos últimos meses. Igual no pierde la esperanza de que una vez que pase la peor parte pueda abrir en un local más chico. “El alquiler es otro problema”, reconoció.