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"Hoy nuestras comunidades no toman la violencia de género como una urgencia como sí lo hacemos las mujeres, porque la urgencia es el territorio", dijo Carolina Kintipvray, integrante de la comunidad Quintupuray de la Zonal Lafkenche, tras haber coordinado el taller "Mujeres de Pueblos y Naciones Originarias", que se realizó en el marco del 14° Encuentro de Naciones y Pueblos Originarios, realizado en Neuquén del 28 al 30 de octubre pasado.
Desde hace tiempo, Kintipvray viene trabajando la cuestión de género en las comunidades mapuches. Durante la pandemia, realizó un trabajo sobre violencias en las comunidades a partir de las capacitaciones y los talleres a los que asistió durante el Foro Internacional de Mujeres Indígenas (FIMI).
Ahora, viajó a Buenos Aires para entregar en mano las conclusiones del Encuentro a la directora regional de ONU Mujeres, María Noel Vaeza -que estuvo en el país participando de la XV Conferencia Regional de Mujeres de América Latina y el Caribe- y a la ministra de Mujeres, Diversidad y Género, Ayelén Mazzina.
Desde allí, en una charla telefónica, dijo a que "el patriarcado no quedó lejos de las comunidades. Hubo un debilitamiento cultural nuestro y la idea es volver a fortalecernos" y sostuvo que "el feminismo nos da grandes aportes a las mujeres indígenas".
En el documento que contiene las conclusiones de ese encuentro, sobre las violencias hacia las mujeres, se lee: "Estamos en tiempos de hablar y denunciarlas al interior de nuestras comunidades y organizaciones. Padecemos violaciones, abusos sexuales, violencia física, psicológica, y económica. También somos víctimas de femicidios y suicidios. Nuestras mujeres también mueren en los territorios por abortos clandestinos".
-¿Por qué crees que se equiparan las violencias asociadas a la cultura huinca con las que sufren las mujeres del pueblo mapuche? ¿Es porque todas estamos bajo el paraguas del sistema capitalista?
-Seguro. El patriarcado no dejó afuera a las comunidades. No solamente estamos hablando del pueblo mapuche. Las conclusiones que se sacaron fueron también del pueblo wichi, del pueblo qom, que estuvieron participando. Fueron las voces de varias mujeres. El patriarcado no quedó lejos de las comunidades. Hubo un debilitamiento cultural nuestro y la idea es volver a fortalecernos. Saber que no son valores propios sino que están instalados. Teníamos otras formas de relacionarnos. Nosotros hablamos de la dualidad y la complementariedad que son valores del pueblo mapuche pero que en estos tiempos poco se practican. La colonización nos hizo perdernos en costumbres que no tienen nada que ver con nuestra cosmovisión. Eso en lo que tiene que ver con las violencias internas. Después las violencias externas tienen que ver claramente con el racismo que existe. Lo más concluyente de esto es que nosotras somos capaces de generar espacios de escucha, nosotras tenemos que ser las promotoras de que las cosas cambien, pero el Estado también se tiene que hacer cargo. Hoy nuestras comunidades no toman la violencia de género como una urgencia, como sí lo hacemos las mujeres, porque la urgencia es el territorio. Pero en eso no nos podemos perder y que las mujeres o las niñeces sigamos afectadas.
Cuando hicimos los talleres en cada Zonal pudimos realizar las capacitaciones sobre violencia de género con perspectiva cultural y era un trabajo que tenía que tener continuidad. Pero para eso necesitamos presupuesto. Hay comunidades alejadas donde no hay señal para llamar al 144, donde para salir de ahí a hacer una denuncia te tenés que tomar un colectivo y no tenés el dinero para hacerlo. Tenemos que estar preparadas para esas situaciones con algún acompañamiento. En muchos casos las mujeres no perciben que sufren violencia. Está tan naturalizada que ni siquiera pueden tomar conciencia de las cosas que atraviesan. Y estamos hablando de un problema de salud.
-Decías que la lucha por el territorio opaca las luchas por la igualdad de género.
-Las hermanas de Formosa contaban cómo ellas defienden el territorio y cómo la policía ingresa y las arrastra de los brazos sacándoles las clavículas, y les tiran los perros encima. Entonces cuando les preguntas por lo interno, lo interno es importante. Pero lo externo influye mucho. Si recibís eso de lo externo, las violencias internas pasan a un segundo plano. No podemos permitir eso. Ahora estoy en la conferencia de la Cepal, donde se está tratando la Sociedad del Cuidado. Seguramente Argentina va a hacer sus aportes sobre qué es la sociedad del cuidado. Hablaron de la no discriminación, de violencias, acá en Buenos Aires, y nosotras tenemos hermanas con niños presas. Es muy contradictorio.
-Otro fragmento del documento sostiene que "Las mujeres originarias nos ocupamos de múltiples trabajos (...) estamos precarizadas y empobrecidas. Nos sacrificamos para que nuestros hijos estudien, que tengan un mejor pasar y futuro que nosotras." ¿El progreso está asociado a irse de la comunidad?
-No. La demanda tiene que ver con la educación. El Estado no está cumpliendo con la educación intercultural establecida por ley. Si bien está regulado en las provincias de Neuquén y Río Negro, no se está aplicando o se aplica de la forma más simple y básica. Eso acarrea otras problemáticas que existen en Formosa, en Chaco, en Misiones, como no saber leer y escribir. Esas son herramientas básicas para poder defendernos hoy. La escuela tiene que ser promovida desde el Estado de manera intercultural, porque si no es una escuela para mapuches, otra escuela ara wichis... Y eso nos vuelve a invisibilizar. Tiene que ser una escuela para todos. Los indígenas somos interculturales, ya practicamos la interculturalidad día a día.
-En un momento destacan la importancia de generar alianzas con otras organizaciones de mujeres, feministas, y advierten que "seguimos siendo excluidas incluso de los espacios que se suponen también nuestros: otras mujeres siguen hablando por nosotras". ¿Cuál sería la interpelación hacia las mujeres no indígenas para que eso deje de pasar?
-Creo que se tiene que abrir el espacio de lucha. Decir qué queremos nosotras. No queremos que salgan a hablar por nosotras. Si bien entendemos que es necesaria la alianza estratégica, no queremos que nos interpreten, queremos decirlo. Nos pasa mucho que se hacen proyectos donde dicen vamos a incluir a las mujeres mapuches pero nosotras no tuvimos participación en el cronograma de ese proyecto, o cómo lo queremos tratar, o qué temas queremos abordar. Necesitamos hacerlo nosotras desde nuestra mirada cultural. Solamente las mujeres indígenas sabemos cómo lo queremos diagramar, qué es lo mejor para la comunidad, desde qué perspectiva. Hay muchas organizaciones feministas que hacen esto.
-En 2015 hubo una explosión del feminismo a partir del Ni una menos. ¿Identificas ese proceso también en las comunidades?
-Nosotras estamos atentas a lo que pasa en el feminismo porque entendemos que es necesario. Incluso muchas prácticas como el aborto, que se discutió tanto, es una forma de regular la población de las comunidades, no es algo nuevo. Es importante entender que no estamos en otra situación, que también sufrimos violencias, que el feminismo nos da grandes aportes a las mujeres indígenas y también que existen varios feminismos y que cada una lo va reconstruyendo de acuerdo a su contexto.
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