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Lo primero es que Gobbo cuenta algo, su libro tiene historias, vidas, personajes, idas y vueltas. Lo segundo es que apela a señales como las que Hansel y Gretel dejaban para saber cómo volver al hogar. Pero no, no es así, él no pretende volver sino dejar indicios para que quien lee organice el material que le propone. Fragilidades de una mujer y su hija; silencios de una madre rígida y acaso indiferente; una abuela que se desdobla y cartas y distancias de un padre cariñoso que se abre a un mundo desconocido.
Un personaje, digamos por ejemplo Leni, que apenas se menciona en “Árboles y fotos”, reaparece rutilante y dramática en “La otra Leni”. Julia esboza el conflicto con su madre y luego es ella, Silvia, quien se asoma a una vida muy otra; es otra en “
Los relatos son autónomos pero no tanto. Como dice Cecilia Fresco en la contratapa, cada cuento “(es) como la pieza de un rompecabezas de escenas que terminaremos de armar al final, donde los personajes, fatalmente entrelazados, condicionan la vida de los otros”. Y no es que encajen, precisamente todo lo contrario: bajo una aparente linealidad del relato, los personajes pasan de uno a otro y en ese pasaje tejen sus existencias con tanta independencia como les permite la trama. Así, fatalmente, sus trayectorias disparan en direcciones a veces diferentes, a veces antagónicas, a veces coincidentes.
En la primera parte, “Grupo familiar”, el autor describe y presenta a los personajes y su vida, sus problemas, sus esperanzas, sus angustias y rupturas. En cada relato hay referencias del siguiente o del anterior, son detalles que luego retoma la narración. Al final de la sección se produce el quiebre: en “La última nevada”, el género parece cambiar: de la narrativa casi realista Gobbo pasa a un policial que evoca a Walsh o a Piglia. Cierto, Domingo y Abel utilizan los conocimientos de sus respectivos oficios para encontrar a un asesino en serie y desentrañar sus crímenes, y para cometer otro ellos, en un intento de lograr un día de justicia.
Ya desde el principio hay guiños, símbolos y significaciones que desnudan las predilecciones del autor en cuanto a música y literatura. “Los “Papeles de Domingo” son a la vez un manifiesto y la demostración de varios estilos conviviendo en el libro, tantos como las geografías que se describen, aunque, la de San Martín de los Andes es la de mayor peso específico.
Hay relato fantástico, hay periodismo, hay crítica literaria y de música, hay historia de músicos y artistas. Gobbo opina a través de Domingo, ¿o Domingo hace que Gobbo opine? Lo cierto es que ese pliegue en el texto le permite a su autor saltar de una forma a otra de escritura y demostrar que hay tanta literatura en un micro relato como en una crónica periodística y, por supuesto, en una crítica de arte.
Gobbo, Marcelo: De la misma madera, San Martín de los Andes, Ediciones De la Grieta, 2019.
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