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En la provincia de Neuquén hay 9.000 familias que viven en 64 asentamientos. 7.550 de las cuales están ubicados en 46 tomas de la capital. Prácticamente no tienen acceso a los servicios básicos a través de las vías formales. Tienen agua gracias a unas pequeñas mangueras que serpentean pisos y calles, luz porque se “cuelgan” de los cables y gas porque a veces tienen algo de plata para comprar garrafas.
Estas 7.550 familias representan el 8% del total de 92.000 medidores que actualmente toman energía eléctrica de manera formal desde CALF y su consumo asciende al 5% de lo que compra la cooperativa en todo el año en el mercado mayorista.
Consultado por , Carlos Ciapponi, el presidente de CALF, sostuvo que esas familias “construyen un hábitat segregado física y socialmente, marcado por la pobreza y situaciones de irregularidad, ilegalidad e informalidad”.
Describió que esa irregularidad “viene dada por la ocupación no autorizada de terrenos públicos o privados, la ausencia de títulos de propiedad, el consumo ilegal de energía y la construcción fuera de las normas vigentes. Las familias que habitan en los asentamientos lo hacen, entre otras variables, corridos por la desocupación, el trabajo informal y el alto costo de los alquileres o la difícil tarea de acceder a un terreno propio por los altos costos asociados del negocio inmobiliario en la ciudad de Neuquén”.
“Así –denunció- se desarrollan los asentamientos muy rápidamente, sin ninguna estructura ni planificación. En la ciudad de Neuquén existen tomas en terrenos fiscales tanto provinciales como municipales. Cada uno de estos gobiernos plantea soluciones distintas y sin coordinación entre ellos para dar soluciones al problema de regularización”.
En una recorrida realizada con vecinos de la toma 7 de Mayo, pudo constatar la precariedad de las “conexiones” eléctricas. En el límite del barrio Cuenca XV con la toma, una columna de media tensión sirve de proveedor informal de luz para una innumerable cantidad de familias.
La respuesta de Ciapponi es contundente: “La Cooperativa está inhibida de actuar en lugares donde no hay una apertura de calles o una prefiguración urbana, que es lo que venimos reclamando hace tiempo. Si no se priorizan las políticas de acceso a la tierra y a la vivienda, se hace muy difícil lograr la inclusión social de estos sectores poblacionales y su acceso a los servicios públicos. CALF no puede hacer obras de luz donde el municipio no regulariza ni planifica”.
La “prefiguración urbana” a la que hace referencia el dirigente cooperativista es –cuanto menos- una desconsolada ironía, en una ciudad en la que se construye hasta en los cañadones formados de manera natural entre las bardas. En la foto, se observan los cables casi flotando en el cielo, sobre un zanjón tan hondo como interminable.
Casi todos pierden
Sin posibilidad de discernir ni optar entre el huevo o la gallina, tampoco se puede pensar en una “solución” de tipo social. Esto es, un acuerdo entre la cooperativa los vecinos, a través de alguna organización social, para formalizar convenios similares a los contratos de asfalto para realizar las obras de luz en los lugares que no tengan. Si al municipio, en algún momento futuro se le ocurriera cerrar una calle o no otorgar una tenencia, menudo problema habría.
Así las cosas, los endebles postes que sostienen rudimentarios cableríos enredados entre sí, son la imagen perfecta de la confusión institucional que embarga a los gobiernos provincial y municipal. ¿Cómo saber a cuál casa va tal cable?
Para Ciapponi, las miles de familias colgadas de la luz representan “un perjuicio económico ya que la energía que consumen no puede ser cobrada, pero si es pagada al momento de su compra a Camesa, esta realidad es la que afrontada CALF sin posibilidades de recuperación de esos dineros”.
También se provoca un resentimiento en la prestación a los vecinos que reciben el servicio en forma regular, ya que estas conexiones clandestinas que recorren las calles, los techos y todos los rincones de los asentamientos afectan las instalaciones eléctricas regulares, provocando desperfectos e inconvenientes a sectores aledaños y a la red en general perturbando la calidad de la prestación.
Tampoco entra en el terreno de las posibilidades “la pérdida social”, es decir el corte del servicio irregular.
Según los números de la Cooperativa, “en la Ciudad de Neuquén los asentamientos ocasionan una pérdida de energía que alcanza el 5% de la compra total de energía anual, es decir, 32.003.478 kWh. Al mes, por cada lote, representa un consumo promedio de 640 kwh, cuando en condiciones normales bajo red, una vivienda de esas características consume la mitad de esa energía”.
“CALF no hace ninguna obra, por contrato sólo provee el servicio”, destacó, pero reconoció que podrían servir de asesoramiento para que las organizaciones vecinales presenten su plan de obras en el Concejo Deliberante de la ciudad de Neuquén. De hecho, en la propuesta que han presentado para la renovación del contrato de concesión, los representantes de la Cooperativa solicitan destinar un 5% de la tarifa para “tareas sociales de inclusión”. En dicha propuesta, aparte, piden afectar 2 puntos de los 6 que se lleva el municipio por el uso del espacio aéreo, para realizar obras en pequeños asentamientos. Ahora, según Ciapponi, todos los ingresos “están atados a la operación y mantenimiento”.
Los testimonios de las familias que viven en las tomas de Neuquén son aterradores. Para instalar la luz, se guían por videos “tutoriales” de la popular plataforma de YouTube. Se trata de grabaciones en las que algunas personas le enseñan a otras a realizar conexiones eléctricas domiciliarias. Semejante e insólita situación representa una paradoja sin solución para los funcionarios actuales.
Atrapados sin salida, con una rutina que para cualquiera representa una pesadilla, miles de familias se acostumbran en Neuquén a una forma de vida inaceptable, en la que la palabra “futuro” aparece borrosa, en el borde inferior de la última página de sus diccionarios. El desafío de todos los días es vivir todos los días, no ya como una lección aprendida con éxito de un manual de autoayuda, sino como una pequeña ventaja que se le gana al destino.
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