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La Agencia Paco Urondo dialogó con Soledad Deza, abogada y militante feminista de la provincia de Tucumán. La referente de la organización "Mujeres x Mujeres" es autora del libro "Libertad para Belén: Grito nacional", sobre el caso de una joven que en 2014 fue privada de su libertad tras sufrir un aborto espontáneo.
"Cada vez que hay discusiones y se vinculan política y feminismo, hay una reacción casi intuitiva en descalificar a las feministas peronistas, a las feministas kirchneristas, como si fuéramos la subalternidad de todas las subalternidades y el sometimiento encarnado. E incluso se sospecha espuriamente. Creo que eso es algo que debemos poder discutir", reflexionó.
En esta conversación, Deza ofrece su mirada sobre la designación de Juan Manzur como jefe de gabinete del gobierno nacional, y la realidad de Tucumán en materia de política de género.
-¿Qué la llevó a publicar el tuit sobre Manzur y la realidad del aborto en Tucumán? ¿Por qué considera que sus palabras tuvieron la repercusión que tuvieron?
-Por dos cuestiones me parece que tuvieron la repercusión que tuvieron. Por un lado, poner en discusión el argumento antiderechos mostrando que a pesar de esto, acá pasa otra cosa, me parece que impactó. Y también, por lo mismo que me llevó a escribirlo, porque veía muchas lecturas rioplatenses, mucho candombe y un poco lo que quise decir fue: “Miren compañeras, está todo bien, saquen los comunicados que ustedes quieran, cuéntenla como quieran, pero acá en Tucumán, los abortos se hacen”. De hecho, por eso puse el número.
Y eso no quita que podamos hacer 40 mil críticas acerca de una persona (por Juan Manzur) pero me parece que en cierta forma también fue complejizar un poco algunos esencialismos, como es el calificativo de “antiderecho”. Puntualmente, en el caso de Manzur, una vez que se sancionó la ley (de Interrupción Voluntaria del Embarazo) acá… (Se pasó) a otra cosa. En Tucumán se realizaron 1836 interrupciones voluntarias del embarazo hasta junio. Es un dato que a veces se puede ser contrario a la legalización del aborto desde lo personal, y eso que no se proyecte a la política pública. Y con respecto a la sanción de la ley, me parece muy importante que haya habido cinco votos peronistas tucumanos, cuatro en diputados y uno en senadores, todos provenientes del espacio que conduce Manzur. Me puede simpatizar o no él, pero la única verdad es la realidad.
-Recordemos que el aborto que se le negó a Lucía (una niña que tuvo que atravesar una serie de obstáculos judiciales y sanitarios para terminar un embarazo producto del abuso sexual de su abuelastro) fue en 2019 y la ley fue aprobada en el 2020.
-Exactamente, fue en enero de 2019. Enero o febrero.
-Entonces, usted dice que a partir de la sanción de la ley Tucumán se ajustó a la normativa vigente.
-Por un lado digo eso, y por otro lado, somos una organización que acompañamos y hemos destrabado muchísimos casos en los últimos años. Me parece que hay algo que decir, el caso de Lucía es un caso excepcional. Tiene un montón de peculiaridades, que no sé si éste es el momento para abordarlas, pero intervino una fiscal, intervino el poder judicial, y nosotras como organización lo denunciamos. Con esto no descargo las responsabilidades del sector sanitario, pero digo que no es el caso promedio, porque desde varios años antes, y luego del caso Lucía, de forma personal y con otras compañeras de “Mujeres x Mujeres” acompañamos casos de similares características, similares edades gestacionales, sólo que no lo hicimos público y se resolvieron.
-La supuesta actuación de Manzur en ese caso fue uno de los argumentos centrales de los sectores feministas que cuestionaron la elección del ahora exgobernador tucumano como jefe de gabinete nacional. ¿Qué puede decirnos sobre su responsabilidad específica en el caso?
-En el caso de Belén no le cabe ninguna responsabilidad porque es un caso judicializado. Es un caso donde la inercia estereotipada en términos de género, la voluntad punitiva de perseguir aún aquello que no es delito, y sirviéndose de la ignorancia, de no leer ni prestarle la suficiente atención a un expediente. Eso forma parte de las responsabilidades del poder judicial. Respecto del caso Lucía, yo estuve solamente al principio, hasta que hacemos la primera presentación en el Siprosa (Sistema Provincial de Salud), diciendo que estaban dadas las condiciones para que se habilite la interrupción legal del embarazo. Fui parte hasta ahí como “Ni una Menos”, y luego hay dos organizaciones locales que toman el caso, que es cuando el hecho se hace público y demás.
Por eso, no siento que sea la indicada para hacer estas críticas. Pero respecto de la responsabilidad que para mí le cabe al Ejecutivo, a Manzur como gobernador y a Rossana Chahla como ministra, que tiene la rectoría en materia de políticas públicas, es no haber podido cortar, por un lado, con la espectacularización de este caso. Y por otro lado, no haber garantizado con la premura que el caso merecía, pese a que había una orden de una fiscal que impedía que se haga el aborto. Me parece que eso parte de la falta de conocimiento mezclada con una desidia en términos sanitarios. Porque la verdad es que ningún fiscal, ningún juez puede impedir el acceso a una prestación médica lícita que sólo depende del ejercicio de la autonomía.
-¿Considera que suele ponerse demasiado énfasis en estos casos, como que hay una espectacularización de esas situaciones?
-Es algo que vengo discutiendo hace mucho al interior de los feminismos, no podemos convertir a nuestras niñas en casos. Me parece que eso no corresponde porque una niña tiene que continuar con su vida. En lo personal considero que está mal instrumentalizar a cualquier persona en términos de autonomía. Cuando digo a cualquier persona, incluyo también a los feminismos, las personas no se instrumentalizan al servicio ni de lo que consideramos bueno ni de lo que consideramos malo. De ninguno de los dos. Eso creo que es lo que corresponde en términos éticos. Y con esto no digo que hay mala intención en difundir antes la vulneración de derechos, hay antes un Estado que retrae el cumplimiento de obligaciones en el tiempo y la forma en la que corresponden que sean cumplidos,pero muchas veces en casos muy graves y urgentes, tanta presión pública termina convirtiendo a las niñas en casos. Y eso no debiera ocurrir.
-Volviendo a la discusión en torno a Manzur y su asunción en el gobierno nacional, le acercamos dos inquietudes que surgieron del intercambio colectivo. Por un lado, ¿usted cree que Manzur puede jugar en contra de la política de género del gobierno? Y por otro lado, ¿considera que esta disconformidad de cierto sector del feminismo con importante repercusión mediática y presencia en las redes, puede restar votos al Frente de Todos camino a noviembre?
-No creo que como jefe de gabinete Manzur pueda presentar obstáculos en la política pública de acceso al aborto legal porque en esa designación no tiene competencia ni atribuciones en ese sentido. Sería como pensar que (Santiago) Cafiero (el saliente jefe de gabinete), hubiera podido interceder en la política pública. Me parece que no hace al cargo, no tiene competencias. En cuanto a si resta o no resta votos, no sé qué cantidad de votos suma este gabinete nuevo, pero no por Manzur sino por todo el gabinete. Justamente por eso no gobierno y me dedico a ser abogada.
En lo personal, como ciudadana feminista, me gusta pensar que hay que salir adelante del atolladero de buenos contra malos, del purismo feminista, de buscar la vanguardia esclarecida o el verdadero feminismo. Y pensar que si hay un espacio progresista es el espacio en el que estamos, que es el espacio de este gobierno. Es desde ahí que vamos a seguir construyendo. No es Manzur quien me atemoriza, me atemoriza que las compañeras feministas de CABA (ciudad autónoma de Buenos Aires) no estén ocupándose de quitarle el 14% a Milei, por ejemplo. Acá seremos un poco lerdas pero no tenemos un Milei, de momento al menos. A mí me preocupan esas cosas, un Bolsonaro en el horizonte y me parece que eso no entra dentro de nuestro proyecto.
-¿Cree que también faltan estas discusiones hacia dentro del movimiento feminista?
-Creo que cada vez que hay discusiones en las que se vincula política y feminismo, hay una reacción casi intuitiva en descalificar a las feministas peronistas y/o kirchneristas, como si fuéramos la subalternidad de todas las subalternidades y el sometimiento encarnado. E incluso se sospecha espuriamente. Creo que eso es algo que debemos poder discutir. Yo recibí un montón de agresiones…
Hay debates que vamos a seguir teniendo dentro del feminismo: abolicionismo versus reglamentarismo, gestación por sustitución. Miles de debates que nos faltan dar. Creo que poco importa quién tiene la razón, lo que importa es con cuántas compañeras seguimos contando para seguir construyendo este mundo más amable, más justo, que queremos. Lamento cuando se radicalizan tanto las posiciones, dejamos de discutir argumentos y descalificamos a las personas.
-Más allá de esas discusiones. ¿Qué pueden contarnos de Manzur como dirigente político?
-Lo vi como alguien siempre muy pragmático. Marchó por la vida junto con los radicales acá y al mismo tiempo su propio espacio votó a favor. Con el diario de hoy podría decir que se llevaron lo mejorcito que teníamos, porque nuestro vicegobernador es el que estuvo en contra de la adhesión a la ley Micaela e hizo política en las generales anteriores llamándole "ideología de género" a la perspectiva, enfoque y a los estudios de género. Con una cosa misógina mucho más marcada. A mí me ha tocado como profesora de la facultad hacer la capacitación al Ejecutivo, donde estaba sentado Manzur recibiendo la formación. ¿Qué quiero decir? Es un pragmático.
-Podríamos decir que dejó de lado sus deseos individuales por un interés del partido que integra, entonces. En ese punto, hay un montón de compañeros y compañeras que han votado en contra de la IVE dentro de Diputados, a pesar de que sus organizaciones militaron a favor. Por citar un solo ejemplo, el Gallego Fernández del Peronismo Militante, votó en contra, y es de acá, de CABA.
-Eso es lo que yo intenté mostrar. Manzur públicamente es contrario a la ley del aborto. Ahora, la verdad es que pudo disociar lo personal, de la política. Y a mí eso no me parece que sea un dato menor, sobre todo en una provincia como Tucumán donde el entretejido secular, religioso, y el entramado con las jerarquías eclesiásticas, es muy pesado. También el protocolo que tenemos actualmente, es un protocolo que actualizó él. Yo participé de la revisión legal de ese protocolo, que le cerró a todos los feminismos y el que tenemos ahora tiene mínimas modificaciones. Y la crítica, en aquel momento, de algunos feminismos era que no tenía resolución. Cuando hoy vemos que el hecho de que no tenga resolución nos evitó la judicialización que tienen los protocolos de ahora. ¿Qué quiero decir? Me parece que nada es tan binario. Cuando construimos con la lógica, amigo - enemigo, a favor o en contra, no sirve; creo que la política tiene otros matices. Yo lo vivo acá eso, eso sí se vive acá.
-¿Qué puede decirnos de la gestión de Manzur en materia de género?
-No hay una política de género ultracomprometida. Lo que sí puedo decir es que hay una secretaria de la Mujer, que es Cuyi Carrillo, que no sé si va a permanecer con este cambio en la gobernación, que ha armado la Secretaría de Género y ha peleado para ser autoridad de aplicación de la ley Micaela. Además, gestiona los programas Acompañar, está en conexión con el territorio y es una compañera del interior de la provincia, ni siquiera de la capital, que es súper comprometida. No sólo ha abierto los espacios de mujeres en las municipalidades locales sino que ahora ha empezado a incorporar los de diversidad ¿Qué es lo que ocurre? El orden jerárquico no se conmueve ni se resquebraja de un día para el otro. Por supuesto que hay lógicas que siguen subsistiendo. Pero es un dato que no me parece menor, que al frente de la Secretaría de la Mujer esté una persona, no para ocupar un cargo, sino que de verdad se ha formado y viene trabajando hace tiempo en esto, que está en el territorio. Me parece que es un dato.
-¿Qué rol tuvo el feminismo tucumano para, por ejemplo, hacer que los representantes del peronismo votaran la ley IVE en el Congreso?
-Los feminismos tuvieron que ver. Voy a hablar de mi organización porque no voy a hablar en nombre de otras compañeras. Nosotras, en lo personal, sí articulamos con los diputados. Sabíamos que la senadora Mirkin era un voto seguro. Calculábamos que el diputado Pablo Yedlin también, porque tenía una postura afín, siendo profesional de la salud y habiendo sido ministro de Salud en la gestión anterior. También conversamos con Cisneros que él venía de La Bancaria y es el que votó con el libro de Belén en la mano. Creo que también está bueno mostrar que el caso Belén ayudó en la militancia, nos ayudó a visibilizar, a sensibilizar, que no estábamos hablando de una demanda abstracta. Y las juventudes tuvieron mucho que ver, porque los que votaban ahí también tenían hijos y tenían hijas. Pero también hubo una apertura porque si no hubiera pasado lo mismo que en 2018.
-La propia Cristina había propuesto a Manzur como jefe de gabinete. ¿Por qué cree que lo pudo haber elegido?
-Por un lado diría que somos una provincia donde (en las PASO) ganó el peronismo. Aún el peronismo dividido hacia dentro, ganó. Eso me parece que no es un dato menor en una coyuntura política así. Y me parece que también puede haber tenido que ver con que él es médico, es un sanitarista. También ha sido ministro y creo que en esta coyuntura epidemiológica también se tienen en cuenta esas cosas. Esa es mi lectura.
-Se debatió mucho sobre la agenda de género después de las PASO. ¿Qué considera que nos exige este tiempo histórico como feministas?
-Nos exige más cercanía con los territorios, más conexión con las realidades. Nos exige reconocer otras voces, otras experiencias, una escucha más empática. Y de la misma forma, en que quizás desde las provincias reclamamos un poco de federalismo, me parece que al interior de las provincias pasa exactamente lo mismo. Hay que escuchar más a la compañera del territorio que no tienen la suerte de vivir en la Capital. Creo que las lógicas son exactamente las mismas. Las subalternidades se reproducen y se profundizan las desigualdades con el mismo ritmo en el que se acelera la pobreza. Cuando hay escasez de recursos, estamos saliendo de una pandemia feroz, una cosa única en un siglo, me parece que demanda otras escuchas, otras subjetividades, otra predisposición para las alianzas, y por sobre todo, relaciones más amables. Me parece que sobreponer un poco las lógicas personales, partidarias, y quizás si se quiere, incluso, dejar de reproducir un poco las lógicas patriarcales que nosotras combatimos y a veces las reproducimos en el feminismo.
-Habló de conocer lo que pasa en los territorios. ¿Qué pasó en Tucumán luego de la sanción de la ley de aborto, cuál es la recepción que tiene del sistema médico, por ejemplo?
-A mí me parece que afortunadamente el aborto salió de la agenda de urgencia que nosotras venimos trabajando hace mucho tiempo. Entonces, no es que desaparecieron los objetores y objetoras de conciencia, continúan. ¿Qué es lo que ocurre? El personal de salud que trabajaba también antes de que se sancione la ley, ahora con la sanción de la ley trabaja mucho más tranquilo. Algo que no dije, esos números son de la salud pública, no de la salud privada, o sea que hay más números. Me parece que la legalidad fortaleció la institucionalidad también. Si bien el accionar objetor existe, las resistencias son menores. La comodidad para moverse de objetoras y objetores se ha acotado. Nos siguen llegando casos, el último que recuerdo fue hace un par de meses. Fue el caso de una chiquita de 12 años, embarazada de su cuñado, un abuso sexual y era una gestación muy avanzada, 26 o 27 semanas. Y no le habían dicho que no, pero como que no le estaban dando soluciones inmediatas. Entonces en el acto nos buscó. Ese caso se destrabó, y se destrabó mucho más rápido que antes. Y no es que no destrabamos otros casos similares antes, destrabamos muchos similares. Pero lo que noto son dos cosas. Por un lado, hay otro empoderamiento, porque la mamá de la chiquita nos buscó inmediatamente. Y al mismo tiempo, el caso tuvo mucho menos resistencias. Eso es lo que ha pasado, no es un milagrito. Lo que ha pasado es el efecto simbólico de la ley.
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