Las elecciones provinciales ya pasaron, el oficialismo obtuvo una contundente victoria, y el ‘efecto isla’ auspiciado por el gobierno ya no parece tener razón de ser, sin embargo su uso está lejos de ceder. Los mensajes desbordantes de optimismo sobre el presente y el futuro de la provincia se suceden a diario, a despecho de la profunda crisis que vive el país por el estrepitoso derrumbe de la política económica del macrismo.

El gobierno local, lejos de mostrarse preocupado por las novedades alarmantes que se conocen a diario sobre la marcha de la economía nacional y el agravamiento del cuadro social, utiliza esos datos a destajo para contrastarlos con estadísticas positivas de la provincia.

Esa singular vocación insular, se expresa en noticias que sorprenden a diario a los neuquinos informándolos sobre lo bien que les va. Afirmaciones tales como:

-“Neuquén, la provincia con mayor actividad económica en 2018”. 

-“Vaca Muerta es el mejor reservorio no convencional del mundo”.

 -“Este año Neuquén vuelve a ser la principal productora de petróleo y gas”.

-“El consumo de cemento per cápita en el primer trimestre de 2019 en Neuquén es de 112 kilos, el primero más alto del país”.

-“Solo en febrero se crearon más de 1.000 empleos en Neuquén.A nivel nacional (…) se presentó una variación negativa del 2,5 %”.

-“Neuquén, entre las provincias con mayor velocidad de internet”.

Es sorprendente, pero no se trata de que el gobierno local no advierta la hecatombe económica nacional, por el contrario la conoce y la usa justamente para resaltar la supuesta bonanza local. Lo notorio es que la situación del país no parece inquietarlo, como si no pidiera afectar a Neuquén, como si las autoridades se sintieran inmunes a todo lo que ocurre más allá de las fronteras provinciales.

No es sólo el discurso. Por estos días de aparente prosperidad, el gobierno toma decisiones sobre el endeudamiento y sobre el gasto que nadie sabe en verdad si serán sostenibles en el tiempo.

A lo largo de los años, el MPN ha mantenido una tradición de pragmatismo en las relaciones con los distintos gobiernos nacionales. Es una doctrina política que al día de hoy parece haberse convertido en una suerte de idiosincrasia, en un rasgo de identidad aceptado por todos, tanto por quienes lo ensalzan porque toman las decisiones como por los que de alguna manera lo consienten con su silencio.

La política de explotación intensiva de Vaca Muerta es una de las pocas encaradas por el gobierno de Macri -junto con la producción de granos de los sectores más concentrados, la actividad financiera y la minería- que no se han hundido en el más absoluto fracaso.

Pero la expansión de la explotación no convencional en sí misma no es una buena noticia para los neuquinos ni mucho menos para los argentinos en general. El tema es para qué sirve.

El país va camino de convertirse en un exportador neto de energía, pero su industria va para atrás y es cada día más pequeña y atrasada, con las consecuencias sociales que ello implica. En lugar de utilizar esa enorme ventaja que constituye Vaca Muerta para el desarrollo de las fuerzas productivas del país, lo que se ve es un intento de reprimarizar la economía, desaprovechando una oportunidad histórica.

Eso, en el mejor de los casos, porque tal y como están las cosas después del endeudamiento desbocado de Macri, esa riqueza terminará sirviendo fatalmente para pagar lo que se debe.

Mientras tanto, pareciera que cuanto peor le va al país más exitosa se vuelve ‘la mejor provincia’. El mensaje subyacente roza la esquizofrenia, después de todo Neuquén sigue siendo una provincia argentina y no un emirato independiente como muchos desearían, y si el país se derrumba fatalmente arrastrará en su caída a Neuquén.