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21/04/2019

Lo “nuestro” y lo no tan nuestro

Lo “nuestro” y lo no tan nuestro | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Tanto celo para evitar que los de “afuera” participen de la explotación de los recursos hidrocarburíferos de Neuquén, contrasta con la complacencia ante el desembarco en Vaca Muerta de las principales multinacionales del sector y las empresas internacionales que prestan servicios a la actividad.

Héctor Mauriño

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La polémica generada estos días a raíz de la decisión del gobierno bonaerense de impulsar el desembarco de entre 1.200 y 1.300 pymes de ese origen para participar en la explotación de Vaca Muerta, recuerda la mala fortuna de la muy mentada política de “industrialización en origen” de los recursos hidrocarburíferos.

Impulsada por los gobiernos neuquinos en los ’80 y los ’90 del siglo pasado, esa idea fuerza sufrió su revés más significativo con la instalación del polo petroquímico en Bahía Blanca.

Va Con Firma ha contribuido con una serie de notas a poner el tema de las pretensiones bonaerenses sobre el tapete. Bastó que este portal diera cuenta de que el gobierno de esa provincia viene realizando una serie de encuentros con empresas pequeñas y medianas, con el objetivo de interesarlas en que participen de las tareas asociadas a la explotación no convencional de hidrocarburos en Neuquén, para que dirigentes empresarios y funcionarios locales salieran a plantear todo tipo de reparos.

El ministro de la Producción Facundo López Raggi fue el primero en marcar la cancha, al dejar sentado que no ve con simpatía que empresas foráneas “aterricen” en Neuquén “de la mano de un gobierno provincial que ni siquiera se contacta con nosotros".

Luego fue el turno de algunos empresarios, como Gonzalo Echegaray o Cristian Bergese, ambos de la cámara Ceipa y de Daniel González, de Acipan. Y no faltó tampoco la intervención del ministro de Trabajo Mariano Gaido, quien como además es candidato del MPN a la intendencia de la capital, terminó por poner el tema en la dilatada agenda electoral de este año.

En apretada síntesis, empresarios y funcionarios locales están lejos de recibir con los brazos abiertos a las pymes bonaerenses y si bien sería un tanto exagerado decir que las esperan con una piedra en cada mano, queda claro que si finalmente éstas se acercan encontrarán un camino no exento de condicionamientos y palos en la rueda.

Sin perjuicio de que Argentina es un país federal y para su gente y sus empresas no debieran existir barreras de ningún tipo para el desarrollo de actividades productivas en ningún rincón de la geografía nacional, es cierto que a Neuquén le caben los derechos inherentes a la propiedad de los recursos gasíferos y petrolíferos.

Es veraz también que así como la provincia de Buenos Aires cuenta con sobrada experiencia en materia agropecuaria, Neuquén posee empresas, técnicos y profesionales con dilatada experiencia y conocimientos en la actividad petrolera.

Pero hasta allí las ventajas exclusivas de Neuquén. Ventajas que, por otra parte, no se verifican con igual intensidad en otras ramas de la actividad, como por ejemplo la metalúrgica, en la que otras provincias, por ejemplo Buenos Aires, tienen un desarrollo incomparablemente superior.

Si suena justo y razonable entender que el Estado provincial tiene la competencia para regular el establecimiento y el desarrollo de las empresas que quieran instalarse en su territorio para participar de la explotación de los recursos, no es dable consentir que esta facultad no delegable de la administración local se convierta en un arma destinada a impedir que nadie se acerque.

Después de todo, tanto celo para evitar que los de “afuera” participen de la explotación de lo “nuestro”, no se ha visto reflejado en lo más mínimo ante el desembarco en Vaca Muerta de las principales multinacionales del petróleo y de las firmas más poderosas en el mundo que se dedican a prestarles servicios.

Una cosa sí es segura: con batir el parche no alcanza. Si existe la legítima determinación de ampliar el “compre neuquino” y el desarrollo de las pymes locales, para que una parte consistente de la riqueza que se explota se vuelque en el desarrollo de la provincia, es el Estado quien debe proveer los medios para hacerlo.

El fracaso parcial de la política de “industrialización en origen -del “ahora Fertineu” que nunca llegó o del polo petroquímico que se escapó a Bahía Blanca-, no sólo plantea las limitaciones objetivas que tiene la provincia para adueñarse cabalmente de sus recursos sino también las carencias de su clase dirigente.

29/07/2016

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