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17/03/2019

La máquina de ganar

La máquina de ganar | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
Foto: David Pablo Sánchez

La fiesta del aparato, donde los recursos parecen ser inagotables y se suceden las presiones y la compra de voluntades, es sólo uno de los aspectos que explican el sostenimiento de la hegemonía emepenista. También está la convicción de un buen número de votantes de que tal vez podrían estar mejor, pero también mucho peor.

Héctor Mauriño

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El contundente triunfo del MPN en las elecciones provinciales del domingo pasado ofrece dos lecturas diferentes que no se excluyen entre sí. Se trata de una fatalidad que se cumple regularmente cada cuatro años a manos de una fuerza fundante, que sabe tocar los resortes más íntimos de la identidad local. Pero también de un partido en crisis, que para convencer necesita de una maquinaria electoral imbatible, cada vez más alejada del mundo de las convicciones y más cerca del mercantilismo político y la falta de principios.

La fiesta del aparato, donde los recursos parecen ser inagotables y se suceden las presiones y la compra de voluntades, es sólo uno de los aspectos que explican el sostenimiento de la hegemonía emepenista. También está la convicción de un buen número de votantes de que tal vez podrían estar mejor, pero también mucho peor. Como lo muestra el grave quebranto económico y social que provocó el macrismo en el país y que en Neuquén está fuertemente atenuado.

La crisis de esa hegemonía se verifica en la cosecha cada vez más magra del partido provincial, que esta vez tuvo que contentarse con un 23,4% de los votos, casi 5 puntos menos que en 2015, y que ya no puede prescindir de las colectoras, esa suerte de franquicias políticas que vienen a suplir la vigencia de la vida partidaria.

Esta vez el MPN sacó 86.000 votos, 10.000 menos que Unidad Ciudadana Frente Neuquino, la principal fuerza de la oposición, y si no hubiera sido por las colectoras, que le aportaron otros 50.000 sufragios, otro hubiera sido el resultado.

Como se sabe, las colectoras pueden ser ‘a favor’ o ‘en contra’. Las primeras aportan los votitos imprescindibles para poder ganar, las segundas se los quitan a los partidos de la oposición. Pero todas, toditas, funcionan en base a pesos. Y luego de que el partido gobernante gana una vez más, siguen funcionando durante la gestión con el mismo combustible.

Es probable que con las colectoras al partido gobernante le alcanzara para ganar, pero esta vez recibió un empujoncito adicional. El gobierno nacional, del que el local ha sido uno de los alumnos más aplicados y se ha constituido en virtual socio para la explotación de Vaca Muerta, le pasó otros 5 o 6 puntos más. Se trataba de evitar, en la primera elección del año, la imagen de una Cristina Kirchner que venía ganando.

Cambiemos perdió mal en la provincia. Fue la tercera fuerza lejos, pero el macrismo consiguió su objetivo de eclipsar un eventual triunfo kirchnerista.

El pato de la boda de este festín fue el intendente Horacio “Pechi” Quiroga, que fue sacrificado en el altar donde se conjuró el maleficio ‘populista’.

La movida incluyó la difusión de encuestas ‘truchas’ en los medios cómplices -Clarín, TN, La Nación-, que daban cuenta de una paridad que en realidad no existió.

Tal vez haya sido el susto y no la prédica del diputado López, que seguramente habló en nombre de Macri, el que llevó a los sectores prósperos del centro a ‘cometer’ un “voto útil” a favor de Omar Gutiérrez.

No sería, en fin, la primera vez que radicales, algunos de ellos hoy partidarios del Pro, contribuyen con su voto al sostenimiento de un partido-aparato del Estado que no suele olvidar a los ‘amigos’.

Unidad Ciudadana Frente Neuquino hizo una mala elección. Ramón Rioseco sacó casi 5 puntos menos que en 2015, y todavía menos aún si se sumaran los 18 que sacó en 2017 a los 19 que obtuvo en esa oportunidad Darío Martínez.

Pero la aritmética pocas veces funciona en política. En UCFN hubo fuga de votos, algunos se fueron con la derecha peronista funcional al MPN y otros directamente con Gutiérrez. Son los que aducen que no lo quieren del todo a Rioseco y cacarean desde la oposición, pero siempre terminan votando por el caballo del comisario.

De todos modos, el resultado del domingo pasado autoriza a pensar que en las elecciones nacionales de octubre UCFN, más la porción del MPN que se identifica con las políticas populares contarán con ventaja.

Sobisch cumplió con el ritual de la venganza. En penúltimas internas del partido provincial, no fue recompensado con escaños en la Legislatura, por eso esta vez fue por fuera y contará con tres diputados. No podrá ser ignorado.

Pero su voto también fue ideológico y enciende cierta luz de alarma, porque recuerda en algo los fenómenos de derechización que experimentan algunas fuerzas en distintos puntos del planeta.

Ahora se abre un nuevo panorama para las elecciones municipales de la capital. Quiroga tiene la oportunidad de pasar la factura a Mauricio y sus muchachos y seguramente lo hará porque el intendente es un político avezado que cuenta con un caudal de votos propio.

Sus socios de la Rosada tienen las fichas puestas en Marcelo Bermúdez, pero el secretario de Coordinación municipal no cuenta con el apoyo de Quiroga, quien antes de irse intentará dejar en su sillón a un hombre de confianza.

Aunque a “Pechi” seguramente le gustaría devolver los ‘favores recibidos’, todavía es temprano para romper con el Pro. Su objetivo en esta etapa parece ser una senaduría, por eso difícilmente separe los comicios municipales de los nacionales, en la esperanza de que todavía pueda beneficiarse de cierta tracción.

Casi seguro parece en cambio, que habrá interna en Cambiemos, del tipo de las que se suceden en varias provincias en las que el radicalismo no quiere ser más el convidado de piedra de este gobierno inicuo, del que a pesar de todo sigue participando.

Mención aparte merece la mentada boleta electrónica. Fue un fiasco y acumuló denuncias de irregularidades por máquinas que no funcionaban o, sugestivamente, imprimían la boleta del partido gobernante en lugar de las de la oposición.

Es un sistema intervenible, no auditable en toda su extensión y muy poco confiable. Varios países habitualmente tomados como ejemplo ya mandaron las maquinitas al depósito de trastos inútiles.

Es preciso volver a la boleta de papel, que ha demostrado su confiabilidad a lo largo de los años y ha dejado conformes a todos. La sociedad neuquina se debe un debate de fondo sobre el tema. También sobre ese mamarracho de la democracia que son las colectoras.

29/07/2016

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