La cuenta regresiva ya consumió una porción considerable del acelerado cronograma electoral impuesto por el oficialismo neuquino. La primera estación de importancia se alcanzó el viernes con el pedido de oficialización de tres alianzas -Cambiemos, Unidad Ciudadana-Frente Neuquino y Frente de Izquierda-, y tan sólo en una semana, el 4 de enero próximo, se conocerán las listas definitivas de candidatos. Cuatro días después, el 9 de enero, comenzará la campaña electoral. Aunque corto, será un verdadero verano caliente.

No fue lo más importante que sucedió la semana que concluye. El candidato perdidoso en la interna del partido gobernante, el vice Rolando Figueroa, se bajó de su intención de presentarse por fuera del Movimiento Popular Neuquino.

Figueroa eligió la vía epistolar para dar a conocer su decisión de desistir de lo que a todas luces dentro y fuera del MPN, comenzó con una lectura política equivocada y culminó en una marcada soledad.

Lectura equivocada porque el vice en lugar de acatar el resultado de una interna que lo colocó como una fuerte minoría dentro de su partido y plantearse fortalecer y ampliar ese espacio de cara al futuro, eligió batallar contra sus antiguos socios y amagar con una candidatura por afuera que en cualquier caso se presentaba de difícil pronóstico.

No advirtió que al no respetar el resultado de la interna estaba facilitando la tarea a su adversario interno, que por un lado pudo ahorrarse compartir el espacio con los afiliados que votaron por la lista Violeta y por el otro soplarle uno a uno los hombres que lo habían acompañado hasta ahí. Algo en todo caso previsible en un partido de marcado pragmatismo como el MPN.

Su planteo de ir por fuera del partido se confirmó errado porque lo que ocurrió fue que los referentes de la oposición, hasta el día anterior solícitos con su postura rupturista le dieron, como era de suponer, la espalda. Como si le hubieran dicho por toda respuesta: “muy bien, pero ahora ponete en la cola”.

No fue diferente la réplica del ex gobernador Jorge Sobisch, devenido candidato de la Democracia Cristiana, que tampoco parece querer ninguna competencia. Y finalmente se agotaron los sellos de goma, los que quedaban los compró el oficialismo “Azul”.

Con todo, habrá que reconocer que Figueroa pudo ver sobre la hora las consecuencias y enmendó su decisión con un mensaje que, sin dejar de advertir sobre el delicado trance que atraviesa su partido en estas elecciones, tiene a conciliar en beneficio del conjunto.

Se podrá decir que no tenía otra salida. Pero no es del todo cierto. Siempre es más difícil pero mejor y más valiente dar la cara. Se dirá también que lo suyo es de difícil retorno, pero no es del todo así: en política los únicos muertos son los del cementerio y siempre es posible, de una u otra forma, volver a insistir en un oficio que premia la constancia.

Es temprano para decir algo más sobre la carrera de Figueroa, pero por lo pronto su movida dejó expuesto que en el partido provincial existe un considerable descontento con el actual estado de cosas. También, que se puede desafiar al aparato, sin duda muy poderoso, sin temor a pasar desapercibido.

Faltará saber si como plantea el vice en su misiva de esta semana, la existencia de dos poderosos frentes opositores y una “polarización nacional” han colocado al MPN frente a “un resultado incierto”.

Pero habrá que esperar poco.