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La referente nacional del movimiento feminista Ruth Zurbriggen, sostuvo que la motosierra que agita el presidente Javier Milei “expresa una pasión destructiva y vengativa sin límites”. Agregó que eso causa la precarización de las mayorías y como contracara “la acumulación de la riqueza en manos de multimillonarios cada vez más y más ricos”.
El vísperas del Día Internacional de la Mujer (que tuvo lugar ayer), Zurbriggen opinó sobre la política de Milei en materia de género, algo que terminó de quedar claro tras su discurso en la cumbre de Davos.
Eliminar la figura del femicidio en el Código Penal “es profundamente regresivo; es arrasar con las leyes que protegen derechos de personas trans también”, consideró.
Zurbriggen es docente, activista e investigadora en Colectiva Feminista La Revuelta y acompañante en abortos en Socorristas en Red.
“Todo está en riesgo desde la asunción de Milei a la presidencia”, aseguró.
-¿Cómo encuentra a los movimientos feministas este 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres?.
-En primer lugar, diría que este 8 de marzo nos vuelve a encontrar en las calles. Afrontando nuevos problemas para esa salida a las calles. En los debates que nos dimos desde la primera asamblea para organizar la marcha en Neuquén, asumimos que los feminismos nos movilizamos en continuidad con lo ocurrido el 1 de febrero en Argentina con las acertadas convocatorias que se logramos desde los transfeminismos, los feminismos, las disidencias sexo genéricas. Convocatorias que mostraron una voluntad enorme por poner a jugar de manera circular lo que nos junta pese a las diferencias que tenemos.
Y nos encuentra en las calles porque tenemos mucha conciencia de todo lo que está en riesgo desde la asunción de Javier Milei a la presidencia del país. Todo lo que está en juego porque la metáfora de la motosierra está lejos de ser mera metáfora. Es un símbolo que expresa una pasión destructiva y vengativa sin límites. Una pasión que tiene efectos materiales y precarizan la vida de las mayorías empobrecidas. Y la contracara de ese efecto es la acumulación de la riqueza en manos de multimillonarios cada vez más y más ricos.
Por eso, nos parece que es muy importante considerar que el 8 de marzo abona a un continuum de acciones de luchas que seguro tendrán una nueva expresión callejera el 24 de marzo con las convocatorias de los organismos de Derechos Humanos y nuestras amadas Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
Son fechas que nos convocan y nos mueven en esas luchas transversales que pretendemos generar y construir desde algunos feminismos, al menos. Y que en este contexto adquieren otras texturas y contornos, diría, en tanto nos ponen ante la necesidad de repensar las convocatorias, los diálogos, las conversaciones públicas que queremos dar, las sospechas y preguntas que pretendemos poner a rodar.
Aunque desde hace años logramos instalar los 8 de marzo como días para vivirlos en las calles, para el abrazo colectivo, para los cuerpos callejeando y disfrutando de ese callejeo y esa trama mientras instalamos agendas y reclamos, me importa decir que, en este contexto, lograr estos eventos implica de una disposición particular, un armado singular, una especie de tejido artesanal donde la paciencia política adquiere nuevas dimensiones. Vale el esfuerzo y la apuesta política por desear ser un campo magnético que atraiga y que en ese atraer se revise y construya esperanzas. Ojalá el 1 de febrero, el 8 y el 24 de marzo sean eventos para aglutinar fuerzas para poner freno, para que el “Basta Milei” que salimos a gritar ayer se haga sentir y retumbe cada vez más.
En segundo lugar, y bien engarzado a lo anterior, decir que este tiempo nos encuentra con muchas preocupaciones que no venían teniendo la presencia ineludible que tienen ahora. Una de esas preocupaciones es cómo logramos la supervivencia de los activismos. Esto ocupa mucho tiempo en nuestros pensamientos y prácticas, cómo evitar que la explotación a la que nos someten las derechas neoliberales no nos expropie todo el tiempo. ¿Cómo nos cuidamos para seguir siendo parte de los movimientos? ¿Cómo hacemos frente a las pedagogías de la desmoralización cotidiana que ejercen desde La Libertad Avanza con diferentes estrategias? Esa pedagogía que pretende que nada de lo que hagamos va a parar su plan aceleradísimo de desguace (desguace que necesita justo de la destrucción de los movimientos feministas, transfeministas, ambientalistas, de pueblos originarios, de los sindicatos, de los movimientos sociales y de la economía popular, de las personas con discapacidad, de las personas migrantes, de las personas marrones, de les jóvenes). Vengo pensando mucho en esto. Hay que seguir haciendo el inventario de nuestras potencias y ocuparnos de trazar algunos sures hacia donde queremos empujar. Tampoco es que este tiempo va a ser eterno. Para que no lo sea, vale que pensemos más agudamente sobre muchos de los problemas que nos llevaron hasta acá para poder crear otras condiciones de posibilidad. Las condiciones no suceden, las creamos o no, con nuestras prácticas políticas, que también hacen pedagogías (vale decirlo).
-¿Cómo ha afectado el desmantelamiento de los organismos como el ministerio de la mujer y los organismos estatales en contra de la violencia de género?
Empiezo diciendo acá que es la primera vez en treinta y ocho años que las políticas para atención y prevención de casos de violencia de género carecen de institucionalidad en la Argentina. Esto es gravísimo en términos simbólicos y materiales. Diría que es una afrenta contra la propia democracia y que esa afrenta no hace más que debilitarla a pasos agigantados.
El gobierno de Milei es un gobierno negacionista. Niega el patriarcado, niega la existencia de las desigualdades de género, niega la brecha salarial, niega las violencias por motivos de género, niega el machismo, niega el embarazo de niñas y adolescentes, niega el reconocimiento de las identidades trans y en ese negar constante ataca toda la agenda y la agencia que amplió derechos.
Y para negar se dedica a mentir, como por ejemplo cuando inventan que existen clínicas de reasignación de sexo para niñes y adolescentes menores de 18 años. O cuando deciden que para achicar el gasto del estado no es necesario dar continuidad al plan ENIA, de prevención del embarazo no intencional de niñas y adolescentes. O cuando dicen que quienes desplegamos la educación sexual integral en las aulas estamos haciendo ideología de género y ponen en marcha contenidos curriculares donde la biología se vuelve destino. Son negacionistas a más no poder. Y esa visión política, que es ideológica claro está, tiene un correlato en sus narrativas y en la destrucción de programas. Abandonan a las mujeres, niñas, adolescentes, jóvenes y a todas las disidencias sexos genéricas a su suerte. En medio de la crisis social y económica que se vive en el país, en medio del hambre que campea, en medio de la plata que no alcanza, en medio de los despidos cotidianos, todo este desamparo tiene efectos brutales en la vida de las personas. Los femicidios no bajan por este negacionismo, dicho sea de paso. Y acá también hay que entramar cómo afecta que haya vaciamiento y quita de insumos que hacen a la salud sexual y reproductiva y no reproductiva de las personas. Pocas veces, cuando pensamos las violencias por motivos de género, ponemos en la mesa lo que hace a este campo problemático que sin dudas impacta de manera diferenciado a mujeres y personas trans, que a varones hetero-cis.
Milei, La Libertad Avanza y sus cómplices que votan lo que requiere en el Congreso Nacional, reprivatizan las violencias. Es decir, las vuelven al ámbito de lo exclusivamente privado. Por acción y omisión, dan mensajes del tipo: “arreglate como puedas con lo que te está pasando porque el estado no va a hacer nada para cuidarte”. No es solo que no hará nada para cuidar, ni para prevenir, hará todo para lograr una restauración patriarcal del estado y no digo esto porque piense que con los gobiernos anteriores el estado haya dejado de ser patriarcal, por supuesto que no pienso eso. Sólo que en las últimas décadas nuestros reclamos y exigencias y luchas tuvieron numerosas conquistas en leyes garantistas de derechos y eso implicó políticas y programas tendientes a hacerlas efectivas.
El actual gobierno nacional pretende que el machismo -con su constante discriminación y opresión- se naturalice y vuelva a organizar toda la vida institucional del estado y que eso – a su vez- organice las relaciones entre las personas. Esa restauración busca volvernos a un tiempo y a una sociedad donde cierta clase de varones gozan de innumerables privilegios. Y nosotras tendríamos que soportarlo porque “es lo que nos tocó”.
En mi opinión acá subestiman los consensos alcanzados en muchas capas de la sociedad y subestiman nuestros modos organizativos. Por eso en Davos apareció con ese discurso tan cruel y odiante, bien alineado a Donald Trump y no imaginó, ni imaginaron desde su entorno, que nuestra vitalidad y capilaridad no se destruyen tan fácilmente. Tampoco imaginó que el relato sobre la inflación no alcanzaba para evitar la enorme expresión de salud colectiva que se vivió el 1 de febrero en las calles del país, contra el racismo y el fascismo. ¿Qué reservas vamos armando en esos eventos? Difícil arriesgar respuestas. No obstante, pienso que es por acá por donde vamos generando pistas y recorridos políticos y afectivos para hacer mella a la crueldad de sus políticas y estafas.
-En el Congreso el gobierno va a avanzar en varios frentes: por ejemplo pretende la eliminación de la figura del femicidio en el Código Penal y también eliminar la ley de cupo para personas trans. ¿Cómo van a enfrentar esas dos decisiones si es que se adoptan?
Estos son ejemplos prácticos de esa pasión por la restauración patriarcal. El argumento que usan para querer eliminar la figura de femicidio como la ley de cupo laboral para personas trans es el de “la igualdad ante la ley” y en la de cupo agregan la meritocracia como ordenadora de las estructuras justificativas. Otra vez, lo que decía antes, argumentos negacionistas.
El principio de igualdad ante la ley es un principio que reconoce que no hay igualdad. Es un principio que pretende mostrar “una aspiración”. Para lograrla hay que generar políticas focalizadas que tiendan a ello. En parte eso explica la incorporación de la figura de femicidio en el Código Penal, con lo que se busca mostrar que hay un agravante cuando el crimen lo comete un varón mediando violencia de género. Sacarlo del Código Penal es profundamente regresivo, arrasar con las leyes que protegen derechos de personas trans también.
Y un paréntesis respecto de esto, es importante decir que el concepto de femicidio no aparece en 2012 cuando en Argentina se modifica el Código Penal mediante la ley 26791. Lo que ocurre ese año es justo la incorporación en términos legislativos. No obstante, es un concepto utilizado ya en 1976 en el Tribunal Internacional sobre los Crímenes contra la Mujer en Bruselas por las feministas Diana Russell y Jane Caputi; ellas lo usaron para denunciar formas de violencia extrema contra las mujeres. En Argentina comienza a popularizarse -por decirlo de alguna manera- en la década del 2000 por los feminismos que denunciamos que los asesinatos de mujeres provocados por hombres movidos por la violencia machista, son crímenes políticos. El concepto se fue trabajando de manera teórica y práctica, se fue extendiendo y le disputó al término “crimen pasional” tan utilizado especialmente en medios de prensa. Acá las compañeras periodistas jugaron un papel clave. Definir el término sirvió para reconocer más agudamente el problema e intentar detener la cultura del silencio y la negación, y para ofrecer mejores herramientas y esquemas de investigación para esclarecer estos hechos en ámbitos del poder judicial. Y otras categorías a tener en cuenta son las figuras de travesticidio o transfemicidio, lesbicidio como señalamos en el crimen contra las lesbianas en Barracas. En el juicio por el asesinato de Diana Sacayán, el término travesticidio fue utilizado por los fiscales como un agravante y asumido en la sentencia de primera instancia. Luego, en la segunda instancia judicial, en la Cámara de Casación, se eliminó. No obstante, constituyen las disputas por visibilizar las asunciones identitarias que otorgan singularidad a las existencias. Digo todo esto porque es importante hacer memoria para poner en el horizonte de largo alcance lo que supimos provocar. A la inmediatez de un mundo que nos exige rapidez e inmediatez, me gusta oponerle también el relato de procesos largos y sentidos también.
¿Qué haremos ante los avances concretos contra estos logros? Organizarnos, aliarnos, salir a las calles, armar debates, disputar sentidos y tratar de que la clase política tan devaluada y que tiene representantes en el Congreso de la Nación nos escuche y comprenda que provocarán más daños y sufrimientos de aprobar estas vueltas para atrás.
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