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Cuando mi jefe es una app

Trabajadores de apps de las redes de delivery se movilizaron al Obelisco para plantear la precarización de una modalidad laboral que se ha instalado a nivel mundial.

Pepe Mateos

Trabajadores y trabajadoras de reparto pasan cada vez más horas en la calle para llegar a fin de mes en un esquema de precarización que borra todo derecho laboral. El lunes se movilizaron para pedir un aumento de la tarifa que sigue siendo la misma de un año atrás y que se les pague seguro, art y se les reconozcan plenos derechos como trabajadores. Estas razones son las que básicamente los llevan a movilizarse periódicamente buscando instalar una conciencia en las personas afectadas a esta actividad acerca de su condición de trabajadores con derechos.

En el medio de todas estas situaciones laborales y tensiones entre empresas que no parecen tener estructuras visibles y sus trabajadores, se dan casos que son un avance en la construcción de un esquema más equitativo.

El caso de Laura Cáceres despedida de la plataforma Pedidos yaen septiembre de 2020 con argumentos que, según dice, en realidad ocultaban la verdadera causa. Luego de un año la Justicia laboral obligó a la app de delivery a reintegrarla a su puesto, lo que sienta un precedente histórico.

“La Justicia determinó que fue un despido injusto por donde lo mires, pero en realidad me echaron porque no toleraron que peleara junto a mis compañerxs por nuestros derechos”, explica Laura. “Vamos a seguir peleando contra los sistemas de explotación de estas empresas impunes, con pésimas condiciones laborales, sin ART, ni aportes y sin ningún tipo de licencias. Queremos ser incorporadxs a la Ley de Contrato de Trabajo con un proyecto que reconozca nuestra actividad y la dignifique”, remarca. “Somos esenciales en esta pandemia, pero hasta los barbijos y el alcohol en gel salen de nuestros bolsillos. Las pausas que hacemos por enfermedad, accidentes o lesiones significan más descuentos y el tiro de gracia sigue siendo el bloqueo de cuentas, un castigo que significa ni más ni menos que perder el trabajo.”

El año pasado, la Legislatura porteña sancionó una ley que regula la actividad de trabajadores de delivery, califica a las empresas de plataformas como “intermediarias” de oferta y demanda, y las exime del cumplimiento de toda normativa laboral y tributaria.

Las y los trabajadres dicen que no son una ¨plataforma colaborativa¨, un simple intermediario de la oferta y la demanda, sino que forman parte de una estructura empresarial.

Detrás del trabajo que tiene aspectos de un arcaísmo laboral basado en el esfuerzo, la resistencia fisica y el trabajo a destajo, hay tecnologias muy sofisticadas como la Inteligencia Artificial (AI) que se proyectan como el devenir en la sociedad. El famoso algoritmo que ordena, predice, define desde con quienes nos conectamos, que peliculas elegimos, que camino siguen los tramites, las compras, ademas de definir perfiles de consumo, es el que regula la actividad de los trabajadores de las empresas de apps.

Los algoritmos (Inteligencia artificial) determinan sistemas de puntuacion, localizacion, eficiencia, sanciones, modo de recepcion de tareas, basados en parametros que en gran parte se desconocen y las empresas se niegan a dar a conocer, arguyendo politicas comerciales.

La ley de riders, con este nombre se comenzo a discutir en Europa la cuestion del status laboral de los repartidores. En España el ministerio de Trabajo y Economía Social, las organizaciones sindicales CCOO y UGT y las organizaciones empresariales CEOE y CEPYME alcanzaron un acuerdo sobre la regulación de las relaciones laborales de las personas trabajadoras dedicadas al reparto o distribución de cualquier producto de consumo o mercancía a través de plataformas digitales.

Según este acuerdo el Estatuto de los Trabajadores reconocerá la presunción de laboralidad para los repartidores que desempeñan sus servicios "a través de empresas que gestionan esta labor mediante la gestión algorítmica del servicio o de las condiciones de trabajo, a través de una plataforma digital".

Eso significa que los repartidores de plataformas de reparto a domicilio tendrán que ser asalariados de la empresa y no falsos autónomos con contrato mercantil.

Se estima que entre 40 mil a 60 mil personas desarrollan esta actividad en el país, principalmente en los centros urbanos más concentrados. A pesar de la ley que aprobo la Legislatura porteña y que es resistida en partes iguales por empresas y trabajadores por distintos motivos, siguen existiendo dificultades para lograr su implementación y avanzar en alguna forma de regulación.

29/07/2016

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