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Columnistas
16/07/2017

La venganza de los nómades

La venganza de los nómades | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Establecerse no es rentable. Lo que da ganancia es la desenfrenada velocidad de la circulación, reciclado, descarte y reemplazo. Si ello se lleva puesta a la gente, como mucho será un problema de la gerencia de recursos humanos pero fundamentalmente de quien gobierna políticamente. Y aquí está el problema.

María Beatriz Gentile *

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Pepsico Inc. es una empresa multinacional de bebidas y aperitivos. Se formó en 1965 a partir de la fusión de Pepsi-Cola Company y Frito-Lay. Su central está en Nueva York y tiene sedes en América Latina y España. Cuenta con dos embotelladoras: The Pepsi bottling group y Pepsiamericas Inc., con plantas en 19 estados de EEUU y Europa para abastecer a su mercado de 200 países. El 71 % de sus ingresos viene de Norte y Sur América.

El 20 de junio pasado Pepsico Argentina comunicó a sus 600 trabajadores -con un cartel en la puerta- el cierre de su planta de producción ubicada en la provincia de Buenos Aires. Organizarse y exigir otra respuesta fue la lógica reacción de los operarios. El 13 de julio la policía bonaerense y la gendarmería nacional con gases y balas de goma se encargaron de dar esa respuesta. “Acá nadie le está pegando a nadie” dijo el comisario que dirigía el operativo mientras las imágenes que se trasmitían por televisión indicaban todo lo contrario. Tiempos de post verdad.

La fábrica no cierra porque esté en crisis. En el 2016 su ganancia neta fue de 62.799 millones de dólares y en América Latina en particular, de 6.820 millones. Fueron las condiciones de rentabilidad en una economía desregulada como la argentina, las que indicaron que importar papas fritas y gaseosas de su sede en Chile era más beneficioso que producirlas aquí.

Zigmunt Bauman acuñó una acertada imagen para comprender esta época, estamos asistiendo a la venganza de los nómadesescribió. ¿A qué se refería?

Durante la etapa sólida de la modernidad capitalista los hábitos nómades fueron mal considerados. La ciudadanía iba de la mano con el sedentarismo y la falta de un domicilio fijo o la no pertenencia a un Estado-Nación implicaba la exclusión de la comunidad respetuosa de la ley y protegida por ella. Pero esa etapa se agotó.

Hoy a nivel planetario la mayoría sedentaria es gobernada por una elite nómada y extraterritorial que necesita mantener los caminos libres para el tráfico del dinero y eliminar los controles. Amos ausentes deciden sobre la supervivencia económica de millones de habitantes sin cargarse con las tareas de la política y de la administración.

En la etapa anterior, Rockefeller le ponía el nombre a sus hoteles, fábricas, ferrocarriles y pozos petroleros para mostrar su poder y deseaba poseerlos durante mucho tiempo. Ahora, las diez fortunas más grandes del mundo tienen su origen en la actividad financiera -bancos y fondos de inversión- software y telecomunicaciones. Actividades hijas de lo intangible, lo efímero y cuyos beneficios solo se generan en la fluidez del cambio. A Bill Gates o a Mark Zuckerberg no les cuesta nada separarse sin pena de posesiones que ayer los enorgullecían.

Establecerse no es rentable. Lo que da ganancia es la desenfrenada velocidad de la circulación, reciclado, descarte y reemplazo. Si ello se lleva puesta a la gente, como mucho será un problema de la gerencia de recursos humanos pero fundamentalmente de quien gobierna políticamente. Y aquí está el problema.

Al nomadismo económico hoy se le añade un nomadismo político que descree del Estado y de las instituciones como sólidos necesarios para sostener la vida comunitaria, equilibrar las asimetrías y regular la conflictividad.

La ideología de los nómades políticos pretende que el peso de la construcción de pautas y la responsabilidad de fracaso caigan primordialmente sobre los hombros del individuo aislado. Por eso molesta toda forma que exprese lo colectivo. Molestan los sindicatos y los partidos políticos como molesta la cultura, las tradiciones y los símbolos, todos sólidos obsoletos para ellos. Cualquier trama densa de nexos sociales es un obstáculo y fragilizar los vínculos humanos es el nuevo mandamiento.

No se trata de un conflicto entre modernos y conservadores; sino de comprender que en el juego de tronos mientras los encumbrados celebren el triunfo de lo efímero, los de abajo harán lo posible para que sus derechos sean duraderos.



(*) Historiadora, decana de la facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue.
29/07/2016

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