-?
 
 
 
Columnistas
18/12/2016

Milagro Sala: ¿jueces o historiadores?

Milagro Sala: ¿jueces o historiadores? | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

El caso de Milagro Sala, privada de su libertad desde enero del 2016, sin pruebas y con causas que se van acumulando en condición de presuntos delitos, hace suponer que el riesgo de que los jueces actúen con la metodología del historiador es alto.

María Beatriz Gentile *

[email protected]

Milagro Sala fue acusada de instigar una manifestación en el año 2009 en contra del entonces senador Morales.El tribunal de justicia jujeño había declarado prescrita dicha causa, sin embargo la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal volvió a darle curso y agravó los cargos. En ese hecho la acusada no estuvo presente.

Encontrar pruebas y examinar casos buscando explicar y demostrar conductas individuales o colectivas es una práctica tanto del juez como del historiador, afirma Carlo Ginzburg. Sin embargo los hechos que examinan jueces e historiadores son diferentes, porque diferente es la actitud hacia el contexto.

Para el juez prima la prueba y está obligado a prescindir del contexto en el que se inserta el procesamiento del acusado; en cambio un historiador buscará allí lo que no puede ser explicado por el desciframiento de la misma. Mientras el historiador podrá distinguir un problema y formular una hipótesis donde no exista validez testimonial, el juez descartará toda posibilidad de justificación con un “no ha lugar”.

A los jueces el contexto biográfico del acusado o el político social del que se deriva su conducta, puede presentárseles tal vez cómo elementos o circunstancias atenuantes. Un individuo, por ejemplo, podrá ser considerado constitucionalmente incapaz de comprender sus actos y así esos elementos intervendrán atenuando el principio de culpabilidad. En cambio para el historiador, el contexto es el lugar de posibilidades que sirve para completar aquello que los documentos ocultan. Las lagunas documentales para éste último son siempre conjeturas, un campo de posibilidades para explicar una realidad, ya que su función no es juzgar los hechos sino comprenderlos.

El caso de Milagro Sala, privada de su libertad desde enero del 2016, sin pruebas y con causas que se van acumulando en condición de presuntos delitos, hace suponer que el riesgo de que los jueces actúen con la metodología del historiador sea alto.

Hasta hoy parece ser el contexto político el que guía la acción de la justicia. Ha sido la decisión del gobernador de la provincia de Jujuy de encarcelar primero a la acusada y buscar luego la confirmación del poder judicial, lo que puede leerse detrás de la reapertura de la causa. Su frase de “No voy a liberar a esa mujer” no da buenas señales sobre la independencia del poder judicial.

Es la externalidad política y no los hechos, lo que también hace posible que la detención de Sala continúe. Un contexto mediático en su contra y mentalidades atrapadas en el racismo y en las jerarquías de una sociedad altamente desigual, pueden explicar esas supuestas encuestas acerca de que el 75% de la población de Jujuy ve “bien” la detención de la dirigente social. El atrevimiento de implementar la fascista idea de que sean las mayorías políticas circunstanciales –bajo la forma de un plebiscito- quienes decidan sobre la condena o absolución de la acusada, es de alguna forma resultado de esa externalidad.

La posibilidad de que se formule una prueba “lógica” partiendo de circunstancias contextuales y en ausencia de cualquier otro hallazgo probatorio, también se expresa en lo dicho por el abogado patrocinante de Morales, Carlos Vivas: “Si bien está claro que Sala no estuvo (en el hecho), estamos convencidos que ella fue la organizadora, la cabeza, ella lo dispuso todo“.

Cuando domina el deseo de confirmar una hipótesis en vez de refutarla -como puede ser este caso- el margen de error es más alto, tanto para jueces como para historiadores. En los procesos de brujería celebrados en Europa, por ejemplo, se partía de hipótesis difícilmente refutables, ya que si una presunta bruja confesaba, era culpable; si callaba a pesar de las torturas, lo hacía en virtud de un encantamiento y si se negaba, mentía seducida por el demonio. Así la culpabilidad era confirmada, nunca demostrada.

Por último, el error judicial se traduce siempre en desmedro de la aplicación de justicia; porque el desvarío de un juez termina condenando individuos. Y esta es la gran diferencia entre quien administra justicia y quien escribe la historia.



(*) Historiadora, decana de la facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue.
29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]