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Cientos de opiniones, especialmente urbanas y muchas veces aporteñadas a manera de pensamientos alienados, nos hablan permanentemente de la crisis “nacional” con una mirada estrecha que le atribuye todas las culpas y responsabilidades a la escala local, como es el caso del aumento de la pobreza, los ajustes gubernamentales o la baja de los salarios mientras a casi nadie se le ocurre mirar el contexto y el mediano y largo plazo. Por alguna razón, solo circunstancialmente se habla de nuestra inmensa deuda externa, de la decadente producción nacional sometida a la importación desmedida o la declinación imperial de los yanquis.
Es tan errática y confusa la situación, que nos sentimos como si estuviéramos caminando en medio de una terrible tormenta, con una intensa lluvia que nos impide comprender por dónde vamos andando. Un complejo evento meteorológico, donde todos nos quejamos de que estamos muy mojados, que el calzado no nos sirve, que el paraguas tampoco y hasta la ropa que nos pusimos es inconveniente, que el vecino de enfrente no avisó que llovería y además el quiosquero de la esquina tiene toda la culpa.
Pero a nadie se le ocurre mirar para arriba y ver de dónde vienen y cuando se irán esas tremendas nubes oscuras que nos están castigando.
Algo muy parecido pasa con nuestra propia situación sociopolítica actual. Estamos genuinamente preocupados por la corrupción, las coimas, los discapacitados, la pobreza, las bajas de salarios, los ajustes del gobierno nacional o los que duermen en la calle, mientras muy pocos advierten cómo el imperialismo en decadencia fragmenta nuestra sociedad aplicándonos contundentes medidas para sumergirnos en la anti política y el desconcierto ideológico.
Los poderosos intentan que a nadie se le ocurra hablar del gigantesco endeudamiento internacional gestionado desde hace decenios por un mismo funcionario. Tampoco de la industria nacional en constante deterioro, o la destrucción de las economías regionales que agregaban valor local a nuestra producción y ni hablar de la consecuente precarización de los salarios, mientras Caputo sonriente mantiene a su esposa Ximena y familia residiendo cómodamente en Miami.
Solo algunos recordamos vagamente que una semana antes de asumir, Milei viajaba en un avioncito privado a yanquilandia, donde le ordenaron que su primera medida internacional fuera retirar la Argentina de los BRICS, que por casualidad hoy representan el 40% del PBI mundial.
Seguro que resultaríamos muy criticados si en lugar de evaluar a Karina habláramos del desequilibrio geopolítico de los EE.UU. o la importancia de los países agrupados en la nueva Organización de Shanghái, gestionando la unidad para la paz, la seguridad de las naciones y el desarrollo equitativo global.
El asunto es que todo está cuidadosamente armado para sembrar un sentido común restringido y acotado, que desoriente todas nuestras miradas en la dirección del corto plazo y los escenarios inmediatos.
Hoy hasta el progresista gobernador del Neuquén (nacido en el interior profundo) promociona emprendimientos locales de la cadena de valor del petróleo y el gas para acceder a financiamientos por 150 millones de pesos, mientras se le caen las sustentables economías regionales, que son las que siempre han agregado autentico valor y riqueza genuina.
Pero, basta de llorar… dejemos la escala local y viajemos por un momento hacia el nivel de la crisis mundial, que también presenta hoy un perfil dramático como para preocuparse bastante:
Recordemos que la crisis financiera internacional del 2008, marcó el desempeño de la economía mundial durante los últimos años y tuvo su origen en EE.UU., extendiéndose después a otras naciones y en especial a la Unión Europea. El gran desastre se detonó cuando empezaron a caer los precios de los bienes raíces y los deudores incumplieron con los pagos de sus hipotecas, tras lo cual el castillo de naipes yanqui empezó a derrumbarse.
En muchas regiones, la contracción de la actividad económica y el empleo tuvo mayor virulencia que en el país de origen, quien sin ninguna vergüenza aprovechó la volada y siguió lucrando con las desgracias de los demás. En el marco de la jauja financiera, las instituciones bancarias como el FMI, operaron sin ningún cuidado, exacerbando el problema que aunque parecía circunscribirse a EE.UU., se extendió rápidamente a muchas partes del mundo.
Lo más grave fue que esas economías avanzadas, para evitar una crisis de liquidez y posterior paralización recurrieron a medidas de política monetaria nunca antes vistas, otorgando facilidades y créditos con montos extraordinarios a las instituciones financieras del mundo dependiente. Esta medida tampoco les sirvió para reconstruir sus propias economías y al final cayeron en el brutal gesto cultural de las derechas globales: la anti política, donde la clase política norteamericana se retira de la escena y les cede la gobernanza (para que se hagan cargo del barco que se hundía) a los empresarios, financistas y usureros como Trump o Musk. Ellos han terminado desatando una política de confrontación que los conduce a una escalada guerrerista con riesgo de un evento mundial, donde Europa se va quedando quebrada y el mundo globalista financiero cada vez mas solo.

Por su parte, el epicentro euroasiático multipolar propone la relación ganar- ganar, desarrolla los BRICS y en estos días ha fundado la potente OCS, el corredor naval por el Ártico, la interacción de países con beneficios mutuos y numerosas políticas que alumbran un horizonte bastante mejor.
Si estamos de acuerdo con este escenario planetario, regresemos a nuestra escala local porque a partir de aquí, será fácil interpretar el resto de la historia que se viene, sobre todo si seguimos de cerca el rastro del sonriente internacional Caputo y su equipo siniestro. Queda muy claro que una de las primeras prioridades es replantear nuestra manera de soportar y resolver los efectos de la anti política con que nos castiga la derecha global.
No hay otra tarea más importante e indispensable que sacarnos cuanto antes las anteojeras y mirar con la mayor nitidez posible hacia todas partes y en todas las direcciones.
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