-?
“Los fantasmas de Goya”, una película de Milos Forman ambientada en la España turbulenta de fines del siglo XVIII, en los últimos años de la Inquisición y en el marco de la Revolución Francesa con la posterior invasión napoleónica, quizás sea un buen ejemplo para ilustrar el título de esta nota.
Un ambicioso sacerdote —interpretado por Javier Bardem— busca ascender en la estructura represiva multiplicando los juicios por herejía, en nombre de Dios y del rey. Con la invasión napoleónica se convierte en fanático revolucionario liberal, viraje que, pocos años después con la restauración absolutista, terminó pagando con la vida. Ese cura llamado Lorenzo, representa el pragmatismo en su máxima expresión, y deja en evidencia que los principios se vuelven cada vez más laxos cuando la cuota de pragmatismo aumenta. Podría decirse que el pragmatismo es directamente proporcional a la traición.
Cuando las personas con cargos de responsabilidad dirigencial se vuelven demasiado pragmáticas, están a un paso de traicionar: primero a sus principios y, en consecuencia, a quienes representan. Y sobran ejemplos.
Tras el rotundo triunfo del peronismo el domingo pasado, en las elecciones de la provincia de Buenos Aires, encarnado en la figura de Axel Kicillof, algunos gobernadores comenzaron a elogiarlo mientras despreciaban a Milei, a quien hasta ayer habían respaldado. Esto confirma que el único objetivo de un dirigente pragmático en su máxima expresión es mantenerse en el poder. Un amigo suele decir: “el peronismo se realiza en el poder”, y pareciera que muchas personas con funciones dirigenciales también se realizan de la misma manera. Por eso, algunos peronistas pragmáticos ya no recuerdan que Cristina Fernández está presa, que hubo un intento de magnicidio y que seguimos en una democracia con proscripción. Para ellos ya es un problema del pasado.
Existen más Pichetto, Scioli, Jaldo, Kueider o Bertoldi de lo que se ve y se cree. Cada uno de ellos/ellas carga con un ramillete de traiciones. La traición aparece como una actitud normalizada por una sociedad anestesiada, que hasta ayer nomás, no reaccionaba ante los golpes propinados cada miércoles por las fuerzas de seguridad a los jubilados en el Congreso; ni frente a los vetos a los aumentos de jubilaciones y pensiones por discapacidad; ni ante la crisis de los hospitales públicos, las muertes provocadas por el fentanilo por falta de control estatal, el recorte de la ayuda alimentaria a comunidades vulnerables o la deuda externa multiplicada exponencialmente.
En política, tanto los triunfos como las derrotas son multicausales. El aplastante triunfo del peronismo del domingo pasado parece estar más vinculado al hartazgo social frente a un gobierno nacional maltratador que a las virtudes de la gestión provincial. Es difícil determinar cuál de las dos causas pesa más. Lo cierto es que la sociedad envió una clara señal: “por acá no”, le dijo a Milei.
Pero volviendo a la traición y sus personeros, en la provincia los autodenominados “peronistas del Rolo” —como si Rolo lo fuera— se adjudicaron el triunfo bonaerense y comenzaron a sacar pecho. El gobernador, ni corto ni perezoso, giró hacia la izquierda al ver el precipicio que lo esperaba si seguía derecho en lo discursivo, por supuesto-. Sin embargo, su alianza económica sigue ligada a sectores provenientes del Pro y de capitales transnacionales, como ya lo he relatado en artículos publicados en VcF (“La vieja neuquinidad” 06/07/25- “Neuquinizate haciendo negocios” 03/08/25 – “¡Neuquinizate Iguacel, es todo ganancia!” 1/08/25 – “El alambre y el fiscal pueden más” 07/09/25).Los 30 diputados/as oficialistas–de 35 en total- que van de la derecha a la ultra-derecha, han convertido a la Legislatura en una escribanía del Poder real, articulando con una buena parte del Poder Judicial provincial y de la casi totalidad de los medios de comunicación, quienes como siempre, se cuelgan de los pantalones del gobernador de turno.
Las y los autodenominados peronistas devenidos en funcionarios del Ejecutivo neuquino lo saben bien, pero su pragmatismo —no muy distinto al de otros tantos peronistas que permanecen dentro de la estructura partidaria— los llevó a traicionar sus principios. Hoy son funcionales a las políticas conservadoras y reaccionarias provinciales, calcadas de las de Milei, como el RIGI neuquino, o la toma de deuda en dólares. Apenas comienzan a esbozar tímidas “observaciones” al modelo libertario, levantando un discurso provincialista que nada tiene de federal y mucho de negocios atados a bolsillos porteños y extranjeros.
Por supuesto, para las y los neuquinos quedan los eslóganes rimbombantes, llenos de un chauvinismo que disfraza esos saltos oportunistas, que desde el Poder se llaman “pragmatismo” y desde el llano se denominan “traición”.
Va con firma | 2016 | Todos los derechos reservados
Director: Héctor Mauriño |
Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite