A estar de lo declarado por el propio Milei, en relación a la aceleración de la aplicación de la motosierra al tiempo que le resta de mandato, luego de las elecciones legislativas de octubre y si estas lo desautorizan aún más de lo que ya está, habría que advertirle que va a ser difícil que lo logre porque la crisis social que generaría no estaría en condiciones de soportar.

En realidad el tiempo político de Milei con represión, despidos y desquicio moral, se habría agotado. No es fácil gobernar la Argentina con tamaña nosología.

Por otro lado su personalidad no le ayuda a apoyarse en ella para seguir haciendo lo mismo que ha venido haciendo hasta ahora, cuyo designio fue paralizar al país en todos sus aspectos esenciales de, desarrollo, justicia social y derechos humanos.

Le quedaría como saldo la audacia y prepotencia con que hizo lo que algunos llaman el “trabajo sucio” por aquello que como objetivo amplio, se llamó achicar el Estado y alcanzar abandonando a las provincias, las Universidades, a los científicos, médicos y maestros un tan celebrado como artificial, equilibrio fiscal. Y ni hablar de los discapacitados y los jubilados, los salarios y la brutal recesión.

El triunfo del peronismo, con Kicillof como ariete de ese triunfo, muestra por primera vez una clara revelación de que la alternancia en el poder político en nuestra Patria, estaría en ciernes.

Ello traería un gran alivio a gran parte de la sociedad argentina que debería olvidar pronto lo que fue el desprecio y la humillación de un gobierno que la hostigó malamente durante demasiado tiempo.

Por eso este es tiempo de descuento y hay tiempo de descuento cuando alguien agotó el tiempo propio, en defraudar una y otra vez al grueso del electorado.

La nueva etapa que se inicia hacia un octubre decisivo, debería servir para afianzar la unidad del peronismo y oír sus propuestas para el control de la inflación y mejorar la distribución de la renta, a través de las políticas públicas, hoy desarticuladas o casi inexistentes.