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Columnistas
07/09/2025

Los ataques de Milei al periodismo

Los ataques de Milei al periodismo | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La represión de las patotas digitales y las de carne y hueso contra el periodismo no debe preocupar solo a la prensa.

Bernardo Guerra

¡Viva la libertad, carajo! fue el grito que llevó a Javier Milei a la presidencia y que, salvo los dictadores, es un estado al que todos aspiramos. Pero, cosa curiosa, no es la ideología, pareciera, de quién profiere semejante grito, más cercana al totalitarismo que a la democracia, cómo quedó demostrado a poco de andar.

Vamos viendo.

Ni bien logró facultades extraordinarias para gobernar, dio inició a su plan de destrucción del Estado. Comenzó a descargar su ira y frustración contra los más débiles: jubilados, discapacitados, los trabajadores públicos. Claro que no se quedó solamente allí. También descargó su odio hacía la ciencia, la salud, la investigación, la docencia universitaria; comenzó con los despidos masivos y el cierre de organismos, eliminación de beneficios.

Estas fueron algunas de las primeras medidas del hombre que se proclama “libertario”.

Hace unos pocos días atrás, Patricia Bullrich, pidió a la justicia que se prohibiera la difusión de unos audios que exponen a la hermana del presidente cómo posible participe de un entramado dedicado al cobro de coimas. También reclamó el allanamiento de las viviendas de los periodistas.

Hago un alto y recuerdo que según el diccionario “libertario” es aquel que promueve una sociedad que garantice la libertad del individuo.

Prosigo.

Esta tarde noche en que escribo estas líneas, la televisión me dice que durante el cierre de campaña de los “libertarios”, una vez más el periodismo “cobro”. Nada nuevo. La agresión es casi diaria y la lista de periodistas, blanco de la ira gubernamental, es larga: Marcelo Bonelli, María O'Donnell, Ernesto Tenembaum, Víctor Hugo Morales, María O'Donnell, Nancy Pazos, Julia Mengolini, Romina Manguel, Pablo Grillo, Jorge Rial y Mauro Federico, entre otros.

Desde 1977 ejerzo el periodismo y nunca vi semejante desprecio, maltrato, amenazas y ataques a la prensa, salvo, obvio, durante la dictadura cívico militar económica. En tiempos de democracia, es cierto, hubo ataques a la prensa. Pero jamás de la envergadura y frecuencia cómo los que lleva adelante el presidente y su ejército de comunicación. En algunos gobiernos, se ha gozado de una libertad rayana en el libertinaje. Cómo ejemplo basta recordar las tapas de la Revista Noticias dedicadas a Cristina Fernández.

La libertad de prensa está protegida por normas internacionales, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) y el Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos (1966), que reconocen este derecho como un principio fundamental en todas las democracias.

La libertad de prensa es el derecho de los periodistas y los medios a informar, publicar y difundir noticias sin interferencias del gobierno u otros actores sociales. Es un derecho esencial para el ejercicio de la libertad de expresión, que busca garantizar que la ciudadanía pueda acceder a información veraz y diversa.

Apoyado en un ejército de comunicación compuesto por influencer, tiktoker, Milei mantiene un permanente ataque a ese periodismo que no se arrodilla. A ese periodismo qué pregunta, que incomoda. A ese sector lo llama "sicarios", "mandriles y “ensobrados”. Y esa embestida contra la prensa no cesa, por el contrario, aumenta: “la gente no odia lo suficiente a los periodistas” suele repetir el presidente.

La Comisión de Sistemas, Medios de Comunicación y Libertad de Prensa del Senado, advirtió que se registra un “clima creciente de hostigamiento y presión hacia el periodismo”. Su diagnóstico coincidió con el informe de FOPEA (Foro de Periodismo Argentino), que en 2025 registró 217 ataques a la libertad de prensa y expresión en la ciudad de Buenos Aires. 111 de los casos fueron ataques del Presidente.

El relevamiento reveló que los periodistas de televisión fueron los más afectados, con 88 denuncias en lo que va del año, por encima de las 75 de 2024.

Por su lado la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa, (FATPREN) dijo que "este tipo de acciones por parte del Gobierno son otra forma de impedir la labor del periodismo, y fueron históricamente rechazadas. Se inscriben en la represión sistemática a fotorreporteros y cronistas en el Congreso y a las patotas digitales contra comunicadores con un objetivo claro de disciplinamiento".

La represión de las patotas digitales y las de carne y hueso contra el periodismo no deben preocupar solo a la prensa porque el derecho a la información, a la libertad de expresión, no solo compete a quienes ejercen la profesión, sino que también a quienes la reciben. Importa a todos los sectores de la sociedad.

Es necesario un periodismo libre.

Estar informados permite tener una mirada más amplia, critica y no chocar, siempre, con la misma piedra.

Los gobiernos autoritarios eliminan las voces críticas, las voces incomodas que interpelan. Quieren una sociedad desinformada.

Sin libertad de prensa no hay democracia.

Cuidémosla.

29/07/2016

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