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La presencia de un nuevo y favorable orden mundial, que llegará, inevitablemente, si queremos sobrevivir junto con el resto de especies sobre la Tierra, se manifestó con la OCS en Tianjing y, pocos días después, en las descomunales ceremonias en Beijing. Tuvieron poca cobertura en Occidente, pero irritaron a DJ Trump de forma suficiente para mostrar sus ardores en otro de sus casi creativos mensajes en la red Social Truth, “India, China y Rusia felices de conspirar contra los USA”, a la vez que alardeaba la destrucción de una lancha y el asesinato de sus once tripulantes cerca de las costas de Venezuela, país al que mantiene en máxima alerta por la presencia de flota de la atrabiliaria “Usnavy” y más de 4500 hombres a bordo movilizados. Es la raison d’êtrede los USA: ellos deciden cuando actuar con fuerza letal muy lejos de los tribunales de la Unión, sin dejar el menor rastro de lo que podría ser la prueba del delito anunciado. Los Estados Unidos únicamente difunden públicamente la eliminación (o su mise en scène) de una prueba, lo que se convierte de forma automática en una especie de metaprueba de lo contrario: en esa lancha no había narcotraficantes empecinados en viajar con un motor fuera de borda desde Venezuela hasta los pantanosos evergladespara contaminar a la virtuosa juventud del imperio americano. Efectivamente, algunos detalles técnicos en el video y el hecho de que ni siquiera Venezuela protestó, hizo suponer a varios analistas que la escena de la “eliminación” es un montaje más realizado con IA, acaso inspirado en la, esa sí, eliminación de lanchas de asalto ucranianas en el Dniéper y tan gráficamente documentado por las fuerzas armadas de Rusia. La escena —haya sido auténtica o ficta— y el alarde nos recuerdan a la ejecución de Bin Laden, de cuyo éxito no existe ninguna prueba pero se puede suponer que Osama fue asesinado por órdenes del Deep State, que tendría razones muy poderosas para garantizar que, lo que verdaderamente estaba detrás del 11/09, no debía salir a la luz. Los Estados Unidos nunca sintieron que debían dar explicaciones al resto del planeta, ya sea a sus vasallos y mucho menos a las naciones que forman parte de los “ejes del Mal” vigentes en cada época, con sectores constantes como China, Rusia, Irán, Corea del Norte y la infaltable Venezuela, parte de las obsesiones del gusano Rubio.
El episodio de la lancha es un burdo intento de probar —sin posibilidad alguna, porque precisamente habrían destruido las pruebas— que Maduro forma parte de una poderosa red de narcotráfico y con ese pretexto, visto que lo de la “dictadura” de Maduro ya no se lo cree ni Shakira, intentar socavar al “régimen de Maduro” con un ataque con misiles lanzados desde los buques. Lo único viable para los Estados Unidos, cuando ya se ha visto que incentivar allí una revolución de colores es ilusorio con el bien afianzado sistema de defensa civil de Caracas, compuesto por millones de hombres armados. Y hacer caer a Maduro no está solamente motivado por los recursos naturales venezolanos, en primer lugar. Se trata más bien de avasallar cuanto antes a toda la región bloqueando la relación de Venezuela con China y con Rusia.
Sacando a Cuba y Nicaragua, es notable que en la región solamente el presidente Petro se haya manifestado en defensa de Venezuela. Lula, era de esperarse, nada. Celso Amorim externó “preocupación”, algo del estilo que hay que dirimir con diálogo y no con decisiones militares, etc. México, en voz de su presidente Sheinbaum, calificó la amenaza naval de “inaceptable”, por “violar los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos”. Desde luego, el eje amancebado de Ecuador, Paraguay y la Argentina respaldan la posición de los Estados Unidos. En nuestro (ex) país, lo peor es que ni las voces opositoras harán algo por Venezuela. El ex chimentero Rial, vuelto necesario en estos días por haber difundido los audios que involucran a los Milei en la corruptela del 3%, vuelve a patinar, en relación a las amenazas judiciales de Bullrich: “Ni Maduro hace eso”, “es un “acto totalitario de un régimen que va camino al totalitarismo”. Roberto Navarro, en el “Destape” se refiere a Milei como “Este señor se está convirtiendo en un espejo de Nicolás Maduro”. Es decir, convergen con Bullrich y Milei en un núcleo fundamental, y totalmente funcional a las motivaciones imperiales. Estos comentadores del arco semiprogrese refieren exclusivamente a la “ultraderecha” porque no se atreven a condenar, simplemente, a “la derecha”; en realidad y en el mejor de los casos de manera inconsciente, tienen suficientes acuerdos con esta: “Maduro dictador”, “nos convertiremos en Venezuela”, “Argentina va a ser como el África Subsahariana”, “el régimen de los ayatolas” y demás frases hechas. Réplica de los autopercibidos de izquierda europeos, de troscos franceses o del pensamiento encubierto de Berardi, todos exégetas de “la democracia” occidental y cuyo tope contestatario es condenar a Trump y al genocidio en Gaza. No “ultraderecha”, está claro. ¿Izquierda? …¡derecha, compadre!
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