Como si a la particular vida política argentina le hiciera falta otra nota de color, una delegación de la remota isla africana de Annobón eligió Buenos Aires como epicentro de su cruzada internacional por justicia y reconocimiento. En una reciente visita tan inesperada como histórica, los enviados annoboneses, encabezados por Orlando Cartagena Lagar, Primer Ministro, y Reginaldo Piño Huesca, Ministro de Asuntos Exteriores, presentaron una denuncia penal ante los Tribunales Federales contra la cúpula del régimen de Guinea Ecuatorial, acusándola de crímenes de lesa humanidad. La querella apela al principio de jurisdicción universal y denuncia abusos sistemáticos que, según sostienen, amenazan la supervivencia misma del pueblo annobonés. Como corolario, los visitantes dejaron incluso abierta la posibilidad de que Annobón pudiera algún día incorporarse a la República Argentina.

Un conflicto producto del colonialismo

Annobón es una pequeña isla volcánica de apenas 17 kilómetros cuadrados, ubicada en el Golfo de Guinea, a unos 350 kilómetros de la costa de Guinea Ecuatorial, país al que formalmente pertenece. Su nombre, derivado del portugués "Ano Bom," hace referencia a la fecha de su descubrimiento por parte de los europeos, el 1 de enero de 1473. El movimiento secesionista “Ambo Legadu”declaró unilateralmente la independencia de la isla el 8 de julio de 2022, constituyéndose como un Estado no reconocido.

La denuncia radicada en los tribunales argentinos, a fines de agosto, detalla un patrón devastador de violaciones a los derechos humanos que se remontan a 1968, cuando Annobón entra en el proceso de independencia de Guinea Ecuatorial respecto de España. Esta anexión forzosa, explica Cartagena Lagar, fue el resultado de una "descolonización injusta y desordenada" donde la isla, habitada por una comunidad autóctona con lengua y cultura propias, fue subordinada a tribus continentales con las que no tenían ninguna empatía ni conocimiento.

Desde entonces, la relación ha sido "turbulenta" y marcada por un férreo aislamiento y un "odio" que busca "borrarlos". El pueblo Ambô ha sido objeto de persecución sistemática, privación arbitraria de la libertad y torturas por parte del régimen de Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, quien lleva más de 40 años en el poder.

Las condiciones de vida en Annobón son descritas como desesperantes. Carecen de todo: no hay agua potable, ni electricidad, ni sanidad, ni educación más allá del nivel primario. Apenas, cada dos meses un barco la une al continente. Esta situación ha llevado a una reducción drástica de la población, que actualmente reúne a unas 3.000 personas, debido a un "sistema de evacuación forzosa" y ala imposibilidad de que los hijos continúen sus estudios. Además, existe una gravísima acusación de explotación sexual de niñas y mujeres por parte de militares del régimen. Ese tipo de crímenes serían utilizados como "arma de destrucción" y humillación, un comportamiento que, según Lagar, la tribu de Obiang justifica con sus costumbres. El propio Cartagena Lagar, sufrió la brutalidad del régimen: fue torturado y sentenciado a muerte en 1993, según documentó Amnistía Internacional, pasando 14 meses en prisión antes de un indulto que lo llevó al exilio en España.

La isla también ha sido utilizada como vertedero de residuos y sometida a prácticas extractivistas que destruyen su delicado ecosistema. Recientemente, las tensiones escalaron en julio de 2024 cuando 37 ciudadanos annoboneses fueron detenidos arbitrariamente por firmar un manifiesto contra las explosiones ocasionadas por la empresa marroquí Somagec (Société Maghrébine de Génie Civil). Estas detenciones, que incluyeron torturas físicas y psicológicas en dependencias policiales y en la notoria prisión de Black Beach, fueron declaradas "manifiestamente arbitrarias" por la ONU. El régimen respondió también con un apagón total de internet en Annobón. Lagar describe esta situación como un "genocidio lento" y un "exterminio" planificado por el régimen, con una presencia militar de un soldado por cada cuatro habitantes de la isla.

Una hermandad histórica y un pedido de apoyo

La elección de Argentina para llevar adelante su reclamo no es casual. Cartagena Lagar ha apelado a una historia común que une a Annobón con nuestro país:a finales del siglo XVIII, la isla formó parte del Virreinato del Río de la Plata, siendo administrada (casi un decir) desde Buenos Aires. Lagar describe esta conexión como una "hermandad" y busca en Argentina, un país que también sufrió una dictadura feroz y es un referente en materia de derechos humanos, un apoyo crucial.

Asegura que su pueblo no busca ser "anexado" a Argentina, sino obtener "apoyo político y humanitario". Señaló que la ayuda "siempre viene con sus negociaciones", y en ese marco, podrían explorarse fórmulas como un "Estado asociado" o un estatus de "provincia" una vez lograda la libertad, pero la prioridad es la libertad y el reconocimiento diplomático. Lagar hizo un llamado directo al presidente argentino, Javier Milei, para que "preste atención al pueblo de Annobón, que le pide ayuda porque estamos siendo esclavizados en el siglo XXI".

Visita a Buenos Aires: Una agenda de denuncia y visibilidad

Durante su reciente visita, la delegación annobonesa, con el patrocinio del abogado José Fernando Teseyra, presentó formalmente la denuncia por crímenes de lesa humanidad ante los Tribunales Federales de Buenos Aires. Causa que quedó en manos del juez Ariel Lijo.

Teseyra solicitó que el Poder Judicial de Argentina acepte la competencia para investigar y juzgar los hechos basándose en el principio de jurisdicción universal, reconocido en el artículo 118 de la Constitución Nacional argentina, y complementado por el Estatuto de Roma (ratificado por Ley 25.390). La querella busca la investigación e identificación de los responsables, incluyendo al presidente de Guinea Ecuatorial, autoridades de la Gendarmería y del penal de Black Beach, la jueza y fiscales intervinientes, y directivos de la empresa Somagec.

La agenda de Orlando Cartagena Lagar y Reginaldo Piño Huesca en Buenos Aires fue intensa, manteniendo reuniones con dirigentes políticos y parlamentarios de diversos espacios, un encuentro con el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, y una conferencia en la Universidad Católica de La Plata.

El Primer Ministro destacó que, aunque no han hablado directamente con el gobierno argentino, la sociedad argentina los ha recibido muy bien y confía en que su petición llegará a las autoridades.

Fundamentos Jurídicos y el Principio de Integridad Territorial

Consultados distintos especialistas en relaciones internacionales, coinciden en señalar que el reclamo de Annobón se basa en el derecho a la libre determinación de un pueblo que vive bajo la opresión de una dictadura, una tesis que sus líderes han presentado en diversos foros internacionales y ante las Naciones Unidas. La causa, por tanto, apela a una dimensión ética y humanitaria. Sin embargo, en el ámbito del derecho internacional, cualquier decisión de apoyo por parte de Argentina debe considerar un principio fundamental: la integridad territorial. Este concepto está codificado en la Resolución 1514 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la cual establece que todo intento de quebrantar la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos de la Carta de la ONU.

El apoyo a la secesión de Annobón podría ser interpretado como una violación de este principio, lo que colocaría a la política exterior de nuestro país en una posición de incoherencia. La República Argentina ha sido una defensora histórica del principio de integridad territorial para su propio reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas, y cualquier acción que contradiga esa postura podría tener graves consecuencias diplomáticas.

La causa annobonesa, si bien legítimamente motivada por la defensa de los derechos humanos, es fundamentalmente un movimiento secesionista que busca ejercer la autodeterminación para separarse de un Estado soberano (Guinea Ecuatorial). Si Argentina optara por apoyar este movimiento, estaría validando el mismo principio de libre determinación que rechaza para la población de las Islas Malvinas. Esta contradicción sería un riesgo significativo para su posición internacional. La coherencia es una moneda de cambio vital en la diplomacia, y cualquier acción que muestre una doble moral podría ser utilizada por el Reino Unido y otros estadospara debilitar la posición argentina en foros como las Naciones Unidas, donde el país necesita el apoyo de la comunidad global para su reclamo histórico.

Sobre la relación entre el reclamo de Annobón y la cuestión Malvinas, el Primer Ministro Orlando Cartagena Lagar ofreció, a quien escribe, una perspectiva matizada. Si bien reconoció que ambos reclamos "son el resultado de prácticas coloniales impuestas por potenciales hegemónicas," destacó una "factor absolutamente diferencial": la libertad de Annobón no sólo es justa, sino que es "el único camino para evitar un genocidio étnico que está a la vista de todos." En este sentido, Lagar no ve contradicción entre la autodeterminación que invoca para Annobón y el principio de integridad territorial que es central para la causa argentina en Malvinas, argumentando que "dichos principios coexisten junto a muchos otros" y que "no hay principio más importante que el derecho a la vida." Concluyó que, dado que el derecho a la autodeterminación y el derecho a la integridad territorial "no son absolutos, puede haber futuro tanto para Malvinas como para Annobón”.

Desde una perspectiva teórica, es posible sostener que el apoyo a Annobón traería ciertos beneficios para Argentina. Entre ellos, el de fortalecer su reputación internacional como defensora de los derechos humanos y la democracia, consolidando una imagen ya proyectada en otros conflictos. Incluso se plantea la posibilidad de que Annobón funcione como un “puente diplomático y comercial” que amplíe la presencia de nuestra Nación en el continente africano.

El caso de Annobón representa un fascinante -aunque arriesgado-dilema para la política exterior de nuestro país.El reclamo de la isla se basa en un vínculo histórico legítimo con el pasado colonial de Argentina y en una dramática situación humanitaria.

En lugar de una acción bilateral directa, en primer término, Argentina podría acompañar la denuncia respecto a las violaciones a los derechos humanos en Annobón a través de la justicia local y de organismos internacionales como las Naciones Unidas, lo que le permitiría abordar la crisis humanitaria sin comprometer su doctrina de política exterior. Y si a la diplomacia nacional le interesaradesarrollar una perspectiva con mayor alcance, probablementeresultaría beneficiosoevaluar una estrategia integral hacia África que construya un plan sostenido y diversificado para la región, enfocándose en áreas de cooperación de mutuo beneficio.

En resumen, el caso de Annobón podría ser un catalizador para que el país, en algún momento, reconsidere y construya una política exterior coherente, estratégica y de largo plazo hacia un continente de creciente relevancia geopolítica.