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Existen tres países en esta región del sur de América con vocación de ser colonia. Esa predisposición debe ser conducida en forma sistemática y con dos objetivos claros: el endeudamiento económico con la herramienta imperial (FMI) y la militarización.
Los tres países, mejor dicho: los tres gobiernos, son El Salvador, Ecuador y el nuestro, Argentina. El deterioro de las instituciones democráticas y la tendencia a la autocracia se pueden relacionar con los tres gobiernos. Semejantes, con algunas características diferentes, pero idénticos en el objetivo: ser serviles a los grandes capitales indicados por el norte.
Uno de los brazos financieros del decadente imperio, para hacer arrodillar a los países, es el FMI. Nadie debe explicar que significa para las y los argentinos el FMI, pero sí cuántos miles de millones de dólares (“debemos”) debe nuestro país. La deuda bruta de fines del 2023 era de 370 mil millones de dólares. Para abril del 2025 ascendió a 490 mil millones de dólares, casi un PBI nacional. Es decir, en un año y cinco meses Argentina se endeudó en 120 mil millones más, según el economista y profesor Horacio Rovelli. ¿Dónde está el dinero? No hay que adivinarlo si el Ministro de Economía es Luis Andrés “Toto” Caputo, el asesor para fugar divisas.
Ese organismo multilateral de crédito en los últimos años también ha prestado dinero a Ecuador por 10.700 millones, una suma sideral para la economía ecuatoriana, y 1.400 millones desembolsó para El Salvador en febrero de este año. Para el grillete de estas Deudas, no es tan importante la devolución del crédito, como la facultad de injerencia de EE.UU. en las políticas de los países endeudados. Como si eso no alcanzase, además de tener disciplinado a los pueblos dominados a través del miedo, la indiferencia y la idiotez, necesita el país del norte controlar lo territorial imponiendo sus bases militares, actualmente con 544 bases, representando 568.000 edificios e infraestructuras ubicados en 4.800 lugares en el mundo, con ciento de miles de soldados. Japón, Corea del Sur, Alemania e Italia encabezan la lista de instalaciones militares yanquis en sus territorios nacionales. En nuestro continente, Panamá, Puerto Rico, Colombia y Perú hacen punta con la cantidad de bases militares del Tío Tom.
En Ecuador, el ex presidente Rafael Correa en el año 2009 no renovó el permiso para la continuidad de la Base Militar de EE.UU. en Manta. El mismo presidente promovió una reforma constitucional para que su país no permita la instalación de ninguna fuerza extranjera en territorio nacional. El actual Presidente, el mega empresario bananero Daniel Noboa, promueve una reforma de la carta magna para que se acepte una base norteamericana en territorio ecuatoriano. No obstante, ya entregó la isla de Galápagos para ejercicios militares del país del norte.
El Salvador tiene una estación aeronaval en Comalapa a disposición de las Fuerzas Armadas de EE.UU. para el rastreo del tráfico de drogas. La excusa perfecta para el imperio es la lucha contra el narcotráfico, negocio que explota y controla fuera y dentro de su país.
Por último, Argentina. Javier Milei ha pedido en la última visita del Jefe del Comando Sur del EE.UU. a la Casa Rosada, el almirante Alvin Holsey, que haga las gestiones necesarias para apurar el financiamiento de la reconstrucción del Puerto de la Base Militar Integral, y la ampliación y refacción edilicia, además de incorporar nueva tecnología belicista. Será el mismo Pentágono quien directamente financiará la obra. La Base fue fundada en 1950 por Juan Domingo Perón con el objeto de que constituyera la “base de operaciones de los buques de apoyo que operan en el sector sur”. La misma debía estar capacitada para proveer apoyo a las embarcaciones y brindar el sostén logístico para tal fin. Para EEUU es más que importante controlar el acceso a la Antártida, considerando que se vence en 15 años el Tratado Antártico, firmado en 1959 y ratificado por 53 países. Otra cuestión importante de controlar es el Estrecho de Magallanes, paso estratégico entre los dos océanos. China le ganó de mano y ya está construyendo un Puerto de grandes dimensiones en Punta Arenas, Chile. Obviamente, la Base Militar pedida por Milei, estará en manos del ejército estadounidense a cambio de alguna remota posibilidad que el país del norte interceda ante su socio pirata, para admitir alguna vez la celeste y blanca en la Islas Malvinas. Posición tan ingenua como siniestra de la última dictadura militar cuando buscaba de aliado a EE.UU. para enfrentar a Inglaterra. Mientras se tenga vocación de ser colonia habrá imperio.
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