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Columnistas
18/05/2025

Neuquén, la Patagonia y el Estado

Neuquén, la Patagonia y el Estado | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Aunque Milei y los neoliberales no lo quieran, hace falta más y no menos Estado.

Humberto Zambon

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“Achicar el Estado para agrandar la Nación” decía una de las frases publicitarias más utilizadas por el gobierno militar instalado a partir de 1976 para justificar la política económica neoliberal y el comienzo del desmantelamiento del aparato estatal, concepto que vuelve a esgrimir, casi 50 años después, la extrema derecha personalizada en el gobierno de Javier Milei: “Mi desprecio por el Estado es infinito” declaró el presidente a la revista The Economist (noviembre de 2024) y, en canal de TV América, se autodefinió como “el topo que viene a destruir al Estado” En la asamblea del BID, de este año, sostuvo que “el Estado es una organización criminal. Es peor que la mafia… no genera nada, sólo destruye riqueza; lo único que hace es robarla a otros para repartirlo entre amigos”.

Es una regresión al primer liberalismo, el del siglo XVIII, el que se sintetiza en el lema “el Estado es el problema y no la solución”, que lo limita a las funciones de relaciones exteriores y de garantizar la propiedad privada. Repiten la concepción económica ortodoxa, asociada al liberalismo económico, que ofrece una aproximación del estudio del crecimiento económico poco apropiada para realidades como la de nuestro país y, en particular de la Patagonia, donde el estado jugó y mantiene un papel fundamental. Como dice Katz y Kosacoff (Revista “Desarrollo económico” N° 148): “El mundo neoclásico no admite otra institución que no sea el mercado, siendo este el único espacio de interacción social en el que operan los agentes económicos individuales… No ven (al estado) como un jugador del bien general sino a un aparato sujeto a presiones e intereses” que pretende quedarse con parte de la riqueza generada por los particulares.

Una prueba que la concepción de Milei y de los neoliberales es errónea lo da la realidad actual de Neuquén y de toda la Patagonia: desde sus orígenes, el Estado ha tenido una participación preponderante, tanto en el poblamiento como en la generación de riqueza. Según un trabajo de la dirección provincial de Estadística y Censos de Neuquén, la participación del estado, sumando los servicios indivisibles más la actividad de las empresas públicas, era en 1982 del 70% del PBG en Santa Cruz. 65% en Tierra del Fuego , 64% en Chubut, 54% en Neuquén y 42% en Río Negro.

En particular, en Neuquén, en el momento de la provincialización (1956), con poco más de 100.000 habitantes en total, era muy pobre. En una estimación del PBG por habitante (de 1953) se calculó en un 66% del promedio nacional, muy inferior al del resto de la Patagonia. En ese momento tenía tres rubros motores de su economía con una participación similar: 1) la ganadería y agricultura, 2) el petróleo de Plaza Huincul y 3) el gasto del Estado nacional; ellos generaban una demanda de bienes (comercio y construcción) y de servicios que completan el cuadro.

A fines de los años ’60 aparecen dos factores que impulsan el desarrollo de Neuquén, ambos protagonizados por empresas del Estado: por un lado, Hidronor con la creación del complejo El Chocón-Cerros Colorados, con la construcción de represas sobre los ríos Limay y Neuquén y, por otro lado, la fuerte expansión de la exploración y explotación de gas y petróleo protagonizada por YPF y que diera lugar a los yacimientos de Loma de la Lata. Merced a ellos, Neuquén creció a razón del 9,3% anual (el país lo hizo al 1,04%) y su población al 4,1% anual (el país al 1,8%), de forma que en el cálculo del PBI nacional, la participación de Neuquén pasó del 0,4% (1953) al 2,1% en 1985.

A partir de 1976 se sufrió, en toda la región patagónica, la paulatina instalación de políticas económicas neoliberales, iniciada por el ministro Martínez de Hoz y profundizadas posteriormente por Menem y el ministro Cavallo, incluso las actividades exclusivamente privadas como, por ejemplo, la fruticultura valletana, que era el sistema productivo más importante de la provincia de Río Negro e incidía en forma positiva en la economía neuquina y que hasta entonces había sido el motor del desarrollo regional(25% del PBG provincial de Río Negro y 65% de sus exportaciones), comenzó a perder rentabilidad y a expulsar productores, hasta que en la actualidad tiene una producción 50% inferior a la lograda en aquellos años.

En el caso de Neuquén vino la privatización de YPF y el agotamiento relativo del petróleo convencional, empujando al desempleo a miles de trabajadores, principalmente de Plaza Huincul y Cutral-Co. Hubo levantamientos populares en 1996 y 1997, dando lugar a los movimientos piqueteros. En ese momento los estudios locales indicaban que la Provincia podía tener un horizonte productor de petróleo y gas sólo para los siguientes siete años.

Con el nuevo siglo hubo un nuevo cambio en la orientación de política económica del país, con abandono del neoliberalismo y fuerte crecimiento hasta el año 2015, que repercutió favorablemente en la región, que recuperó su pujanza, aunque centrado en el departamento de Confluencia, en lo que parece una repetición del mal nacional de concentración de la riqueza.

La evolución del PBG elaborado por la Provincia (existen datos hasta el año 2021) ilustran lo expuesto: la agricultura y ganadería pasó de representar el 17,1% del total en 1953 al 0,9% en el 2021 a pesar de la existencia de nuevos cultivos, especialmente vid, olivo y horticultura, que no alcanzaron a compensar la caída de la producción frutícola tradicional (que sufrió la baja de la rentabilidad y el avance de la urbanización sobre la tierra apta para la agricultura) así como el retroceso de la ganadería caprina y ovina. Por su parte, la industria manufacturera, asociada a la explotación hidrocarburífera, creció hasta su máximo en los años ’80 (llegó a ser el 14,9% del producto), época en que la política de apertura comercial externa la hizo entrar en crisis, imposibilitada de competir con los productos importados. Algo similar ocurrió con la construcción: en los años ’80 terminaron las grandes obras y luego de un “boom” en la construcción urbana se llegó a la situación actual (del 25.9% al 3.4% del total)

El crecimiento de la minería (petróleo y gas) fue continuo (representa el 41,5% del PBG, aunque siempre hay que tener presente que se trata de recursos no renovables y que, por lo tanto, tienen fecha de vencimiento) Gracias al Estado, que tomó la sabia decisión de estatizar la mayoría accionaria de YPF, se volvió realidad la explotación no convencional de gas y petróleo de la zona de Vaca Muerta, que, por su producción y potencial exportador, cambia totalmente el panorama económico de la Provincia y del país.

Aunque Milei y los neoliberales no lo quieran, hace falta más y no menos Estado.

29/07/2016

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