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Columnistas
11/05/2025

Ayer y hoy de la Victoria sobre el nazismo

Ayer y hoy de la Victoria sobre el nazismo | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Como a Rusia nunca la pudieron derrotar, le temieron. Como se le teme, se la calumnia, en particular, atribuyéndole -en una suerte de mecanismo proyectivo- designios expansionistas.

Juan Chaneton *

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El 9 de mayo se celebró en la Plaza Roja de Moscú el Día de la Victoria, que es el homenaje mundial al gran vencedor de Hitler y el nazismo: el Ejército Rojo comandado, en un inmenso teatro de operaciones, por los generales Zhukov, Koniev y Rokosovsky. La humanidad, aquella vez, pudo zafar del horror, y los criminales de guerra de entonces tuvieron que esperar otra oportunidad. Casualmente (o no tanto) la que alucinan que les ha llegado ahora.

A Rusia, a lo largo de la historia occidental, se la ha invadido siempre. Pues se codician sus recursos naturales y se le atribuye relevante significación geoestratégica a su morfología cartográfica, sumamente extensa. Se la invadió para robarle. Como nunca la pudieron derrotar, le temieron. Como se le teme, se la calumnia, en particular, atribuyéndole -en una suerte de mecanismo proyectivo- designios expansionistas. Y junto con la calumnia se profiere la amenaza, Macron dixit.

¡Ucrania vive!, piensan los nazis actuales. Y alimentan su ilusión valiéndose de un interpósito dirigente que funciona como tapadera para mandar al frente a un pueblo ucranio que nunca quiso la guerra contra Rusia, mucho menos como instrumento de la OTAN. Zelensky -de él se trata- se debate, cuando ya el final y la derrota llaman a su puerta, como Hitler en la guarida del Lobo y con sus diferencias: no busca suicidarse sino una sobrevivencia postconflicto que lo ponga a buen seguro en algún dorado exilio y rodeado de las riquezas que supo conseguir mientras otros iban a morir al frente de batalla. No está dicho que logre tal propósito, pues se halla rodeado de militares que, ante todo, odian a Rusia y le impedirán rendirse.

En todo este "aquelarre UEvonazi" -según la ajustada expresión de Oliverio Jitrik en estas mismas páginas (v. su excelente nota titulada "Stalingrad", del 27/4/25), no sólo queda expuesta a una deshonrosa intemperie la Unión Europea (UE) en su conjunto, sino que, a su interior, descuella Francia, la extraña Francia, cuya grandeza histórica como faro de las letras, la filosofía y la cultura occidental, no le ha evitado jugar en el terreno internacional, en éste y pasados siglos, el lastimoso papel de segundón-colaborador en empresas criminales. Emmanuel Macron conduce a Francia a estas horas en que el propio occidente, si algo necesitaba en esta partida, era un país diferente a aquella espantosa Francia del colaboracionismo petaniano y no, en cambio, una Francia "vichyana" (Vichy fue la capital de la Francia colaboradora ocupada por los nazis) como la actual, a la que tal vez sea iluso reclamarle dignidad. Sus "luces" literarias y filosóficas no pueden ocultar que esta Francia de hoy no proviene de Condorcet, Voltaire o D' Alembert sino, más bien, de ancestros fascistoides más inclinados al monarquismo teologal (Carlomagno, San Luis, "Jeanne D' Arc", o Richelieu).

No es ningún progreso social el que inspira a la Francia del presente.

Pues hoy, el pequeño Macron ilustrado, quiere más guerra, una guerra a la cual, eventualmente, no irían los hijos que no tiene sino los hijos de los obreros franceses que casualmente hoy están reclamando salarios y condiciones de trabajo y contra el ajuste y los despidos, y que son, en todo lugar, obreros como esos, los que ponen el lomo cuando sus burguesías deciden que ha llegado la hora del cañón para defender la "democracia" y la "libertad".

Lejos de De Gaulle, este Macron.

Pues no toda Francia ha sido siempre una cloaca en materia de política internacional. Sólo lo es la Francia de hoy. Aquel "Grand Charles" supo, pese a todo, que el lugar de su país era el de la dignidad y la soberanía nacional.

De Gaulle mantuvo a Francia fuera de la OTAN.

Los días globales, por cierto, vienen nublados y amenaza tormenta. Concluye Yuval Harari su última colaboración para el Financial Times: "si no hay valores ni leyes universales, el resultado será la guerra mundial, el colapso ambiental y la AI fuera de control...".

Lo extraño de todo esto es que muchos dicen ahora lo que los chinos vienen diciendo desde hace décadas. Pues lo que dice Harari hoy es lo mismo que Xi Jinping anunció hace mucho; “Querer repartir el océano de la economía mundial en una serie de pequeños lagos bien separados unos de otros, no sólo es imposible sino que, además, va a contracorriente de la historia”? (132). Teléfono para Trump, aquí.

Lo que está diciendo Harari es que la existencia de la humanidad pende de un hilo y todos se hacen los distraídos e, incluso, algo peor: trabajan a tiempo completo en favor de atizar las diferencias haciendo belicismo puro y duro en vez de política exterior.

Para peor, Trump, disfrazado de amable componedor, se ha robado los recursos naturales de Ucrania, como una especie de adelanto de lo que quiere hacer con Groenlandia, que es un territorio que le pertenece a Dinamarca; un modo muy trumpeano de agradecerle a ese país por los muertos que puso en Afganistán, en una guerra que no era la suya y sólo por pura solidaridad con el hegemón del cual depende y al que admira. Ucrania estará obligada a conceder a la parte estadounidense derechos prioritarios de compra de recursos naturales y de participación en la extracción de minerales (Ucrania no tiene tecnología minera extractiva), lo que limita la capacidad de Kiev para elegir las condiciones comerciales que más le convengan.

La miserable entrega de Zelensky, ni siquiera califica como uno de esos clásicos acuerdos con "cláusula de nación más favorecida", pues en éstos, el país poseedor de los recursos se compromete a conceder a la otra parte, las mismas ventajas que, eventualmente, quiera garantizar a un tercero. Eso implica que hay un Estado soberano decidiendo con quién comercia y con quién no lo hace, y a quién favorece y a quién decide no favorecer. Pero Zelensky no hace eso: él entrega Ucrania a EE.UU., pues Ucrania estará obligada a ofrecer a la parte estadounidense derechos prioritarios de compra de recursos naturales y de participación en la extracción de minerales, lo que impide a Kiev elegir las mejores condiciones comerciales para Ucrania.

Se supone que ha de haber todavía, en Ucrania, dirigentes probos y con políticas soberanas y realistas, pues sólo así se librará la actual Ucrania de su ominoso destino de Estado fallido y nación inviable. La gota del tiempo debería horadar la dura piedra de la ignorancia y el chovinismo para que Ucrania, algún día, vuelva a la naturaleza de las cosas. Y la naturaleza de las cosas es que Ucrania, enteramente, es Rusia, es intransferible geografía rusa desde el fondo de la historia de los pueblos eslavos.

Y last but not least, "En 2025, la guerra contra el nazismo europeo es tarea exclusiva de Rusia. Tan evidente como en 1943-1945. El 9 de mayo muchos celebraremos el Día de la Victoria. Quien no lo haga, ojalá le valga la inocencia o la ignorancia" (Oliverio Jitrik). 

Es lo mismo que acaba de decir el presidente Putin al periodista Pável Zarubin que lo entrevistó en el marco de los actos celebratorios de la victoria sobre el nazismo:

«Rusia está prácticamente sola frente al Occidente colectivo», dijo el presidente de la Federación Rusa, quien así explicó las cosas: «Este mundo civilizado ha decidido que Rusia se ha debilitado, la Rusia histórica llamada ‘Unión Soviética’ se ha derrumbado, y es necesario acabar con las partes que quedan. La mayor de ellas era la Federación Rusa, y también necesitaban dividirla en 4-5 partes. Yo era el responsable del futuro del país. Por supuesto, me puse a trabajar para que esto no ocurriera nunca«, añadió Putin.



(*) Abogado, periodista, escritor.
29/07/2016

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