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04/05/2025

Sobre teorías y escuelas de economía

Sobre teorías y escuelas de economía | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

En la actualidad las presiones inflacionarias continúan, a pesar del cacareado “déficit cero” y, para tratar de controlarla, el gobierno debió recurrir a medidas propias de la heterodoxia económica.

Humberto Zambon

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El conocido epistemólogo argentino Mario Bunge, propone clasificar a las ciencias en función del objeto: por un lado, al estudio de los procesos naturales o sociales, es decir, el estudio de los hechos y, por el otro, el estudio de procesos puramente lógicos, que se refiere a las formas generales del pensar humano racional. Con este criterio existirían dos grandes campos, el de la ciencia de los hechos, ciencia factualo ciencia fáctica,y una ciencia formal. La primera está conformada por el conocimiento de la naturaleza, de las relaciones sociales y del hombre como sujeto de estudio mientras que la segunda corresponde a la lógica y a las matemáticas.

Las ciencias factuales se encargan de estudiar hechos y por lo tanto se basan en la observación y la experimentación. En el caso de las ciencias sociales, la economía por ejemplo, la experimentación en laboratorio es imposible, pero el objetivo siempre es establecer regularidades en los fenómenos observados, buscar las relaciones causales entre los mismos; para ello es preciso superar la mera descripción de los hechos y también la simple acumulación de datos. Como la realidad social está conformada por un entramado de relaciones entre personas, instituciones y objetos con múltiples influencias recíprocas, donde todo parece tener que ver con todo, una concatenación de causas-efectos, se hace muy difícil poder desentrañar y entender lo que realmente pasa. El camino para procurar una explicación es el de la abstracción: se comienza por determinar cuáles son los elementos realmente importantes y se dejan de lado (se ponen entre paréntesis, se hace abstracción) todos los otros; a continuación, con esas variables principales y algún supuesto adicional, se procura determinar las relaciones que existen entre ellas y su comportamiento ante modificaciones externas o internas: es decir, se procura crear un modelo ideal o abstracto que nos permita desarrollar una teoría lógica sobre el funcionamiento de la sociedad.

Para que una teoría sea aceptable y útil para explicar un fenómeno debe cumplir con dos requisitos: que los supuestos en que se basa (es decir, cuáles son las variables realmente importantes y cuales se dejan de lado, así como el escenario en que las mismas se mueven) se ajusten a la realidad que quieren explicar y, en segundo lugar, que no exista contradicción lógica en la construcción mental que se hace a partir de esos supuestos. La realidad, la experiencia concreta, dirá si el resultado en la práctica coincide con lo previsto; en otras palabras, si el modelo verdaderamente representa a la realidad y resulta útil o no para entender su funcionamiento y, eventualmente, para tratar de actuar sobre ella. En las ciencias sociales se puede recurrir a la experiencia histórica (la práctica) para ver la consistencia de la teoría

Claro está que el conocimiento es acumulativo, por lo que toda teoría debe ser considerada como provisoria, susceptible de ser mejorada o, simplemente, dejada de lado. Esto, y la utilización de modelos abstractos, no está referido sólo a las ciencias sociales. Por ejemplo, Aristóteles explicó el funcionamiento del cosmos con un modelo simple, que partía del supuesto de que la tierra era el centro del universo, como indica el sentido común, y que la bóveda celeste, el sol, la luna y los demás astros, estaban en esferas concéntricas que giraban en torno a la tierra. Por eso, para los griegos, la esfera era el símbolo de la perfección, propia del cielo. La teoría aristotélica no explica del porque hay astros (como el sol, la luna y los planetas) que van cambiando su trayectoria a lo largo del año, cosa que solucionó Ptolomeo, un griego alejandrino, incorporando varias esferas no concéntricas entre la tierra y la bóveda celeste, que sí era una esfera cuyo centro era nuestro planeta; con esta teoría se pudo predecir la posición de los astros visibles en cualquier momento y se convirtió en un instrumento insuperable para los navegantes y viajeros. Sin embargo, luego de los viajes y descubrimientos de los siglos XV al XVII, se puso en duda la explicación; Copérnico rechazó el supuesto de la tierra como punto fijo del universo y lo trasladó al sol, alrededor del cual giraban la tierra y los demás planetas, concepción que la Iglesia rechazó como contraria a las enseñanzas de la Biblia y al sentido común, declarándola falsa y herética. Como desde el punto de vista práctico ambas teorías daban una explicación satisfactoria y resultaban útiles para las necesidades de los navegantes, coexistieron durante siglos, hasta que se terminó de imponer la coperniana; eso hasta que el supuesto del sol como fijo tampoco resultó correcto y hubo que abandonarlo a favor de teorías más complejas.

Entonces, según los supuestos que se hagan, se podrán desarrollar distintos modelos o teorías –inclusive antagónicas- para explicar a un mismo fenómeno.

Por otro lado, las ciencias sociales afectan intereses y formas de vida a las que el investigador no es ajeno, por lo que la proclamada objetividadnormalmente no es cierta; además, el propio objeto de la economía y otras ciencias sociales es variable, tiene su propia historia de cambio permanente. Esas son las razones de la existencia de varias teorías y escuelas, ya que ese cambio puede modificar la importancia de las variables y la necesidad de adecuar cuales son las variables consideradas significativas del modelo. La experiencia dirá en cada caso y tiempo cuál es la teoría verdadera o, mejor dicho, cuál se acerca más a la realidad; será, lógicamente, la que parta de supuestos adecuados a esa realidad.

Por ejemplo, los monetaristas parten del supuesto de que la economía de mercado en equilibrio tiende a la ocupación plena de todos los recursos; en esas condiciones, si el estado aumentara el gasto público financiado con emisión monetaria, como la oferta de bienes no puede aumentar porque no hay recursos desocupados disponibles, la consecuencia sería un aumento generalizado de los precios; conclusión: la emisión monetaria produce inflación. Que repetía Milei; “La inflación es un problema monetario.”

Cabe aclarar que en la realidad social capitalista el supuesto de ocupación plena no se cumple; por el contrario, la regla general es la existencia de desocupación. Es decir, esa expresión no es verdadera.

Lo muestran los hechos: en nuestro país y en la actualidad las presiones inflacionarias continúan, a pesar del cacareado “déficit cero” y, para tratar de controlarla, el gobierno debió recurrir a medidas propias de la heterodoxia económica que niegan desde la óptica de la automaticidad de los mercados: control a los formadores de precios, a la cotización del dólar, a las importaciones, etc.

Aunque implícito, ya que no lo van a expresar, es un reconocimiento al fracaso de la teoría económica ortodoxa, cosa que no debe extrañar ya que bajo el nombre de neoliberalismo tuvo un campo especial de experimentación en América Latina; en nuestro país, en particular, en los años ’70 y ’90 del siglo pasado y con el gobierno de Macri en este siglo. En todos los casos el fracaso de la política propuesta se manifestó en aumento de la deuda externa y crisis económica, social y política. No hay razón para esperar en esta oportunidad un resultado diferente.

29/07/2016

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