La segunda vuelta electoral para elegir presidente o presidenta de Ecuador, se erige como un momento definitorio en medio de una tormenta perfecta de crisis económica, de seguridad y energética que han azotado al país en el último año y medio. El enfrentamiento de este domingo (13/04) entre el actual presidente Daniel Noboay la candidata de la Revolución Ciudadana (RC), Luisa González, no solo define el futuro inmediato de la nación, sino que también resonará en un contexto político marcado por profundas divisiones y la persistente influencia de figuras del pasado.

La campaña se ha desarrollado en un clima de tensión política, utilizando el miedocomo estrategia, ya sea al retorno del "correísmo" o por el sesgo hacia el autoritarismo de Noboa; lo cual produjo una polarización adversa paraun debate centrado en propuestas. Todo esto ocurre en un Ecuador que atraviesa una grave crisis de inseguridad, una crisis energética y una preocupante deuda pública, temas que pesan fuerte en la decisión de los votantes.

Además, se debe mencionar de forma destacadaque la figura del expresidente Rafael Correa, asilado en Bélgica desde 2017, sigue siendo una presencia constante en el debate político, generando tanto apoyo como rechazo y alimentando la polarización.

En este escenario de alta incertidumbre y profundas crisis, la segunda vuelta electoral se presentócomo una encrucijada. Para los ecuatorianos, han sido momentos de sopesar dos modelos políticos con visiones contrastantes, influenciados por alianzas complejas, la sombra de un pasado conflictivo entre el correísmo y el movimiento indígena, y un contexto internacional que promete cambiar el mundo. La estrecha diferencia y la alta proporción de indecisos que los estudios de opinión pública detectaban hasta último momento antes de la elección, expresaron los dilemas de una nación que clama por estabilidad y soluciones a sus acuciantes problemas. El resultado de esta elección no solo define quién gobernará en los próximos años, sino que también marcará la dirección que tomará Ecuador en medio de una de las coyunturas más desafiantes de su historia reciente.

El contexto internacional también juega un papel significativo. El público apoyo de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, a la candidataLuisa González,se da en un marco de tensas relaciones diplomáticas entre ambos países, tras el asalto a la embajada mexicana en Quito ordenado por Noboa para detener al ex vicepresidente Jorge Glas. Sheinbaum expresó su deseo de que, con una eventual victoria de González, se restablezcan las relaciones bilaterales.

Paralelamente, se han mencionado presuntas implicaciones de figuras internacionales como el actual secretario de Estado de los Estados Unidos, Marco Rubio,en relación con la campaña de Daniel Noboa, así como la controvertida presencia de Erik Prince, fundador de la empresa de seguridad Blackwater, en operativos policiales durante la campaña. Estas menciones de injerencias externas añaden una capa de complejidad a la disputa.

Otros aspectos relevantes que marcan esta contienda incluyen la proliferación de desinformación y "fake news"en redes sociales, afectando a ambos candidatos. Se difundieron videos falsos atribuyendo declaraciones a González sobre el regreso de Correa y un cambio de moneda, así como a Noboa sobre un aumento del IVA. También se ha señalado una desigualdad en la campaña, con el presidente-candidato Noboa utilizando recursos estatales y abundantes recursos privados. Según la prensa, Noboa sumó, solo con su cuenta personal de Facebook, más de 396.000 dólares repartidos en 725 anuncios entre el 7 de marzo y el 5 de abril, mientras que Luisa González invirtió algo más de 78.000 dólares en 79 publicaciones durante el mismo período.

Entre la primera y la segunda vuelta

La primera vuelta, celebrada el 9 de febrero pasado, arrojó un resultado sorprendentemente ajustado: Daniel Noboa obtuvo el 44,17% de los votos, mientras que Luisa González alcanzó el 44%, una diferencia mínima de apenas unos 16.700 votos. Esta paridad inesperada sentó las bases para un balotaje de alta incertidumbre, donde la captación de los votos de las fuerzas minoritarias y los indecisos se ha convertido en la clave para la victoria.

En la primera ronda, figuras como Leonidas Iza, líder del influyente movimiento indígena, se consolidaron como la tercera fuerza con un 5,25% de los votos, mientras que Andrea GonzálezNaderobtuvo el 2,69%. Esta dispersión del voto inicial ha llevado a una intensa búsqueda de alianzas.

Leonidas Iza, tras un proceso de debate interno, llamó a votar por Luisa González, quien a su vez firmó un acuerdo con el movimiento indígena que incluye la revisión de concesiones mineras y la defensa de la educación intercultural bilingüe. No obstante, es crucial recordar, como en su momento hemos señalado en (Artículo del 22/10/2019), que la relación entre el correísmoy el movimiento indígenaha estado históricamente marcada por divisiones y conflictos. A pesar de una voluntad inicial de Correa de construir una buena relación, esta no fue óptima, particularmente con la Confederación Nacional Indígena de Ecuador (Conaie). El distanciamiento se consumó cuando la Conaie no reconoció la rebelión policial de 2010 como un intento de golpe, calificando al gobierno como una “democracia dictatorial”. En aquel entonces, incluso se pidió la aplicación de la “muerte cruzada”, mecanismo constitucional evocado en la crisis actual.

Esta perspectiva histórica, permite entender la complejidad de la actual alianza. En 2019, el presidente de la Conaie, Jaime Vargas, ya manifestaba su molestia con políticos afines a Correa por intentar aprovechar las movilizaciones, subrayando las tensiones persistentes entre ciertos sectores del movimiento indígena y el correísmo. Las críticas de los movimientos sociales e indígenas hacia la postura desarrollista y extractivista del gobierno de Correa, especialmente en relación con el petróleo y la minería, llevaron incluso a la represión de protestas. Si bien la Constitución de Montecristi de 2008 incorporó algunas demandas indígenas como el reconocimiento de la naturaleza como sujeto de derecho y el sumak kawsay (buen vivir), no satisfizo completamente a muchos dirigentes indigenistas, especialmente por la negativa a reconocer el kichwa como segunda lengua oficial y la no inclusión del "consentimiento previo" para la extracción de recursos naturales. Estas tensiones históricas sugieren que el apoyo actual de una parte del movimiento indígena a Luisa González no implica una unidad total ni una garantía de estabilidad a largo plazo. El brazo electoral de la Conaie es el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik, cuya relación con el correísmo ha sido fluctuante.

Por otro lado, Andrea González Nader(una joven guayaquileña de 38 años, formada en temas ambientales)manifestó su apoyo a Daniel Noboa, quien también contó con el respaldo del líder indígena Auki Tituaña. Estas alianzas, aunque cruciales, no aseguran una transferencia automática de votos, pero pueden inclinar la balanza en un electorado ávido de opciones políticas más amplias.

Las encuestas previas a la segunda vuelta han anticipado un resultado extremadamente ajustado, llegando incluso a un empate técnico. La alta proporción de votantes indecisos y de quienes planeabanvotar nulo(hasta un 27% según algunos sondeos), subraya la volatilidad del electorado y la dificultad de predecir el resultado final. Por eso en los días previos la percepción general era que la elección se definiría por un margen muy estrecho.