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16/03/2025

El tratado de libre comercio con Estados Unidos

El tratado de libre comercio con Estados Unidos | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Aunque el presidente Milei lo quiera, es muy difícil que la idea de ese tratado avance. Si lo lograra sería otro de los muchos errores que comete permanentemente en política externa.

Humberto Zambon

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Según el presidente Milei, “hace dos décadas Argentina perdió una oportunidad histórica de alcanzar el libre comercio mediante el ALCA” y, en su discurso a la Legislatura del 1 de marzo pasado, insistió en la conveniencia de un tratado de libre comercio con Estados Unidos, aunque ello signifique romper con el Mercosur. Con esto parece dejar de lado el viejo libreto de la apertura comercial global con todo el mundo, propio de la teoría económica neoclásica, de la que Milei es un seguidor, política que en los hechos ha desaparecido de la faz de la tierra para dejar lugar a los convenios bi y multilaterales. Según un relevamiento, en la actualidad en el mundo hay 375 acuerdos comerciales vigentes.

En primer lugar, hay que tener presente que existen dos clases de acuerdos de libre-comercio: 1) entre un país desarrollado y uno o varios países dependientes, como fue el caso del ALCA, por ejemplo y 2) entre países de desarrollo similar.

El primer caso recuerda al colonialismo del siglo XIX, cuando Gran Bretaña y Francia se repartieron África y gran parte de Asia para asegurar a sus industrias la materia prima necesaria y un mercado final para su producción, además, eventualmente, de mano de obra barata. Cuando entre las partes existe ese desarrollo asimétrico el acuerdo beneficia al capital pero no a la clase trabajadora del país central ni, mucho menos, al país más pobre, condenado a la primarización de su economía o a la provisión de trabajo barato (como ocurre con México y el NAFTA).

El segundo grupo, el acuerdo entre países de nivel desarrollo similar, surgió en el siglo XX, después de la segunda guerra, especialmente a raíz de la Unión Europea: con la producción industrial en común y su intercambio entre partes del producto final (el llamado comercio “intraindustrial” para diferenciarlo del “interindustrial” de productos diferentes) se aumenta el mercado, incrementando el nivel de producción y bajando los costos unitarios. La industria automotor es el mejor ejemplo, tanto en Europa como en el Mercosur.

Yendo al posible acuerdo de libre comercio Estados Unidos-Argentina, estas no son economías complementarias sino, básicamente, competitivas: ambas producen granos, especialmente soja, carne y bienes industriales con gran ventaja para la primera, tanto por tamaño de su mercado como por el capital acumulado y experiencia histórica. ¿Qué beneficio dejaría para nuestro país ese acuerdo? Muy poco: aumentaría nuestra posibilidad de exportación primaria, tanto mineral (litio, petróleo, cobre, etc.) como agrícola, además de algunos productos como el vino y la miel, pero terminaría de ahogar toda posibilidad de crecimiento industrial, es decir, de desarrollo y modernización. Además, como las actividades primarias requieren cada vez menor cantidad de mano de obra, implica desocupación y baja de salarios. Unido a la política internacional de subordinación a los dictados de Estados Unidos, es un ejemplo claro de dependencia neocolonial.

Parece evidente que a nuestro país le conviene fortalecer al Mercosur (si fuera posible ampliado con Bolivia, Venezuela y Colombia y demás países sudamericanos que lo solicitaren), que permitiría el crecimiento industrial conjunto, incluso profundizarlo, pasando en los hechos de tratado de libre comercio (como es hoy) a mercado común, con libre circulación de personas y capitales, y no subordinarse a tratados de libre comercio con potencias desarrolladas, como pretende Milei.

Aunque el presidente lo quiera, es muy difícil que la idea de ese tratado avance. Si lo lograra sería otro de los muchos errores que comete permanentemente en política externa: se peleó con los principales socios comerciales, Brasil y China; se involucró en guerras ajenas y lejanas, como Palestina y Ucrania, se enemistó con los presidentes de Colombia, Venezuela, Chile y Uruguay; ordenó votar en los organismos internacionales (como la ONU) contra la posición democrática tradicional del País; se subordinó a los intereses de Gran Bretaña y Estados Unidos y ahora estaría dispuesto a terminar con el Mercosur.

El acuerdo de libre comercio propuesto por Milei es muy difícil que avance porque:

1-Contradice la actual política norteamericana impuesta por Trump. Aunque éste haya dicho que “consideraría cualquier cosa; Milei es un gran líder”, el hombre fuerte del Departamento de Estado para América Latina, Mauricio Claver Carone, aclaró que se trataría de una promoción de inversiones focalizadas en determinados sectores (lo que ya obtuvieron con la aprobación del RIGI) y, lo que es más importante, no aceptaron exceptuar a Argentina del aumento de aranceles a la importación de acero y aluminio, lo que afecta al país y a las empresas Techint y ALUAR.

2-El tratado del Mercosur establece que “los miembros no pueden firmar acuerdos comerciales independientes” y ni Brasil (con Lula) ni Uruguay actualmente estarían dispuesto a sumarse a una aventura de este tipo ni a autorizar una excepción para la Argentina.

3-Quedaría el recurso del retiro de Argentina del Mercosur, que lo enunció Milei. Esto parece imposible, no sólo porque causaría un enorme daño al país sino porque afectaría poderosos intereses económicos. No hay que olvidar que en los últimos 20 años las exportaciones a Brasil pasaron del 15,7% al 17,1% del total, mientras que a Estados Unidos bajaron del 11,1% al 8%

Al menos, en este aspecto, podemos dormir tranquilos.

29/07/2016

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