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Tiene todos los aditamentos para ser una película de Hollywood. Una de esas en las que un puñado de hombres, blancos y ricos (muy ricos), quieren conquistar el mundo. Pero no lo es. Es una historia real que pude resumirse con dos imágenes.
La primera la publicó la revista Fortune en el año 2007. Un grupo de hombres está sentado alrededor de la mesa de un bar, vestidos como mafiosos. Entre ellos se encuentran Elon Musk, Peter Thiel, Reid Hoffman y Ken Howery, fundadores en 1998 de la empresa de pagos en línea PayPal. Un negocio tan prolífico que los llevó a acuñar para sí una curiosa denominación: “La magia de PayPal”.
La historia de esa foto se completa fuera de cuadro. En 2002 “La mafia de PayPal” vendió la compañía a eBay por 1.500 millones de dólares. Entonces, cada uno se dedicó a lo suyo. Es decir, a fundar compañías que vendrían a transformar el mapa de la tecnología digital, la comunicación y la economía en línea.
También a enfrentar cualquier tipo de regulación, lo que supuso adoptar como propia la ideología libertaria y a respaldar a la ultraderecha donde sea que esta se encontrara. A Donald Trump en Estados Unidos, a Alice Weidel en Alemania, a Javier Milei en Argentina.
La segunda imagen es en el Capitolio y muestra a Elon Musk (X, SpaceX, Tesla), Tim Cook (Apple), Mark Zuckerberg (Meta), Jeff Bezos (Amazon), Sergey Brin (Google) y Sam Altman (OpenAI) mirando al frente. Observan con atención (y fascinación) el retorno a la Casa Blanca de un Trump recargado.
Los milmillonarios de Silicon Valley, el enclave del norte de California que reúne a las principales empresas tecnológicas del mundo, protagonizaban así su propia transformación. Dejaban de ser jóvenes exitosos, símbolos de la innovación, la revolución tecnológica y las nuevas formas de hacer dinero para convertirse en aspirantes al poder político. Desean ser, definitivamente, los nuevos dueños del mundo.
Desinformación y ultra individualismo
Ya no es novedad que la ideología de los principales líderes de Silicon Valley, que se exporta a través de las redes sociales que tienen bajo control, posee como bandera al “pensamiento crítico” y al “progreso individual”.
Sin embargo, juegan un papel clave en el auge de la desinformación, el ultra individualismo y las ideas conspirativas que ahora vemos atravesar a buena parte del mundo. Cada vez son más los que no disimulan la incomodidad de leer o “estar” en X, pero también en Facebook, que en nombre de la “libertad de expresión” dejará de limitar los discursos de odio o anti-migración.
En cualquier caso, los magnates de Silicon Valleyparecen decididos a abordar el poder político a través de la ultraderecha en América Latina, Europa y los Estados Unidos, con ellos encabezando la fila.
Así parece indicarlo Elon Musk, quien al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (una suerte de Federico Sturzenegger norteamericano) agita su propia motosierra, que no solo va por los gastos y las políticas públicas sino también por los derechos de las minorías (o, mejor dicho, de todos aquellos que se opongan a la restauración ultraconservadora).
¿Qué está pasando?
Si bien la realidad no puede explicarse por una sola causa, bien vale la pena indagar en la transformación de quienes ahora van por el control total del mundo, en coincidencia con el declive de los Estados Unidos como primera potencia mundial.
En una entrevista realizada por el diario español El País, el sociólogo y experto en Internet Manuel Castells sostiene que el cambio de “La mafia de PayPal”, registra tres etapas: la del empresario innovador que vino a transformar la tecnología mundial; la de la consolidación de las grandes empresas que terminaron como oligopolios a partir de los años 90; y la búsqueda del poder total a través del dinero y del control de la tecnología en el presente siglo.
En la primera fase, esa en la que nacieron las grandes figuras que cambiaron la tecnología mundial, de Steve Jobs a Bill Gates, “el emprendedor era el modelo y la innovación el objetivo, más que el dinero; individualista, pero solidaria con el mundo y con valores sociales (feminismo, ecologismo, tolerancia sexual y religiosa)”.
A partir de los noventa, según el estudioso, esto comenzará a cambiar con la consolidación de las grandes compañías que terminaron siendo oligopolios dantescos.
“Aunque predicaron la innovación y la libertad, en realidad la acumulación de capital y, por tanto, el ánimo de lucro, fueron las ideologías dominantes: se hicieron capitalistas y empresarios más que emprendedores e innovadores, aunque siendo liberales y tolerantes en sus discursos y en su vida”, apunta Castells.
Desde 2010 nos encontraríamos en una tercera fase, donde el 5G, los satélites y la Inteligencia Artificial impulsan a innovadores de éxito rápido del tipo “La mafia de PayPal”.
“Estos son Elon Musk, Peter Thiel, Marc Andreessen y otros. A su innegable capacidad de innovación añadieron la búsqueda del poder total, son demiurgos que crearían un nuevo mundo e incluso lo expandirían, a Marte o al metaverso. Zuckerberg se enganchó a este grupo; también Bezos”, detalla el sociólogo español.
A fondo
Un mundo dominado por una mirada tecnocrática radical y por el anarcocapitalismo no solo significa una amenaza para la democracia sino también la devastación social, cultural y ambiental de la humanidad, al menos como la conocíamos hasta ahora.
Es que la negación de los valores democráticos, basados en la equidad social, el respecto a la pluralidad y la diversidad, y en una libertad auténtica, solo puede conducir a un mundo distópico, dominado por la hibridación entre el humano y la máquina donde destella un horizonte tecno apocalíptico.
Así, el Estado se convertiría en una gran corporación gestionada por un CEO todopoderoso donde la innovación tecnológica y la eficiencia resulten lo único importante. Casi como en “Blade Runner”, ya que comenzamos hablando de cine.
¿Y los ciudadanos? Un número, un algoritmo, una variable más. Una lucha cuerpo a cuerpo por sobrevivir. Pero también quienes tienen la tarea de despertar. Y de hacerlo antes que sea demasiado tarde.
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