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Cuando a comienzos de la década de 1990 Irma Cuña volvió a Neuquén, llevaba en sus archivos los primeros ensayos sobre el pensamiento utópico. En ese entonces, quienes querían escuchar a la poeta se desayunaron con que ella cambiaba el eje de la discusión (y del disfrute): al tiempo que devolvía a la circulación su obra poética, profundizaba sus aproximaciones a la utopía. Muchos por primera vez escucharon la palabra Trapalanda que aludía a una región imaginaria asociada con Eldorado y la Ciudad de los Césares. Todos lugares de riqueza (oro) y vida fácil con que los aborígenes ilusionaban a los conquistadores españoles.
Justamente el libro de Susana Bandieri que recoge “historias menos conocidas referidas a la Patagonia” dedica su segundo capítulo a Trapalanda, a la que define como “la ciudad encantada de los Césares”. En ese texto, Bandieri juega y cruza dos libros fundamentales: Radiografía de la pampa, de Ezequiel Martínez Estrada y La república de Trapalanda, de Marco Denevi. Y no es ocioso decir que la autora juega: este capítulo resulta un anzuelo para la recorrida a que invita la historiadora ahora puesta en un registro de ensayista que tiene, desde Sarmiento, una larga tradición en la literatura argentina.
Y Trapalanda resulta un anzuelo por dos motivos: el primero, porque la utopía de la ciudad encantada persiste, inoxidable, en el tiempo. El segundo, porque desde ahí, Bandieri sigue una recorrida que no esquiva los momentos trágicos de la historia nacional y desmonta, con paciencia y estilo, esa idea de que en la Argentina no hay racismo, ni hubo guerra civil y que toda migración fue recibida con hospitalidad ejemplar.
En este libro, construido como un mosaico, conviven entonces los adolescentes selk'nam y los fusilados de Trelew, Osvaldo Bayer y Facón Grande, los cautivos de Valcheta y los mapuches exhibidos en el museo de La Plata, casi una propiedad privada del Perito. También aparecen los bandoleros (Butch Cassidy, Etha Place y Sundance Kid, y Elena Greenhill), los Pincheira y su perseverancia monárquica hasta avanzado el siglo XIX, entre otros episodios relatados como escenas contadas alrededor del fogón.
Lo interesante es que, en los entresijos de las piezas ordenadas en el mosaico, están las crueldades manifiestas del desarrollo de la “nueva y gloriosa nación” diseñada por Roca, el positivismo y la subordinación de la economía al dominio británico. Esa consolidación de la República como parte fundamental de la América balcanizada tiene su resumen ejemplar en la historia de la Patagonia: la afirmación de las fronteras con Chile en el oeste y la claudicación de la soberanía en el este, con Inglaterra usurpando las islas del Atlántico. Y aquí Bandieri también recuerda la gesta de Piedrabuena y las vicisitudes con Malvinas.
En cierto modo, este libro se ubica en un margen coincidente con la literatura que se produce en esta región. En efecto, aquí también la periferia es el centro, o sea, aquello que pasa en Patagonia es lo importante, lo central. Esa cuestión federal, que tantas veces se esgrime como pretexto de decisiones políticas no siempre felices, en este texto es una postura definida que reivindica la historia y la cultura de una sociedad que exige respeto por su identidad.
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Bandieri, Susana: Sucedió en la Patagonia. Historias para ser contadas. Rosario, Prohistoria Ediciones, 2024. 192 págs. Ilustrado.
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