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Columnistas
02/03/2025

En tiempos de oscuridad

En tiempos de oscuridad | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La nueva ultraderecha que se pasea en la política mundial, con el soporte económico y comunicacional que brindan las grandes empresas tecnológicas, descree de la democracia y sus instituciones; fomenta el odio, reniega de los derechos humanos y hasta se anima a reivindicar genocidios.

Antonio Arias

Cada siglo tuvo su tiempo de oscuridad. Por caso, en la primera mitad del siglo pasado hubo dos guerras, persecución política de adversarios, masacre de pueblos, fanatismo y sometimiento de personas. Empezó en Europa, pero afectó a todo el mundo. Más de 50 millones de personas muertas en la segunda guerra mundial dan cuenta de la catástrofe. El uso de hornos crematorios para exterminar pueblos y opositores, refleja la ruina moral de una dirigencia política, la del nazismo, que llegó al poder con el voto del pueblo alemán.

Cómo vivieron las personas esa época tan oscura, se preguntó Hanna Arendt 20 años después de la guerra. La respuesta fue una extensa reflexión en la que prevalece el derecho y la convicción de “esperar cierta iluminación, no de teorías, ni de conceptos, sino de la luz incierta, titilante y a menudo débil, que irradian algunos hombres y mujeres en sus vidas y sus obras”.

Hans y Sophie Scholle eran hermanos, jóvenes, universitarios y humanistas que se oponían a la guerra. Estudiaban en la Universidad de Munich y junto al profesor Kurt Huber crearon un grupo pacifista denominado La Rosa Blanca. Elaboraban y distribuían panfletos, no militaban en partidos políticos y sin embargo sintieron el mandato moral de rechazar tanta injusticia. Iniciaron la actividad en 1942 y la Gestapo los atrapó al año siguiente. Un juez sentenció su ejecución inmediata a través de la guillotina. En febrero de 1943 se convirtieron en mártires. El aparato propagandístico del nazismo generó una movilización de aproximadamente dos mil personas de apoyo a la ejecución a quienes consideraron “traidores”. En el medio de una guerra el hecho fue apenas una gota de sangre en una carnicería.

Como se ve, la crueldad humana no es una novedad en la historia reciente. Digamos que cada siglo tuvo hechos de sufrimiento extremo, sobre minorías y a veces mayorías, provocadas por sistemas políticos o religiosos.

El nazismo fue un movimiento político que nació en la penumbra de un bar de Munich, creció en esa región del centro de Europa y provocó después la segunda guerra mundial y la premeditada masacre de millones de personas.

Su discurso y acción política derivó en la creación de campos de exterminio con hornos crematorios y de gas para asesinar a quienes consideraron opositores. ¿Cómo fue posible tamaña metamorfosis? Durante una época de incertidumbre social, económica y política surgió un grupo de fanáticos con un líder que decía barbaridades y no obstante fueron tomadas como ciertas por la mayoría del pueblo alemán. Las ideas extremas germinan y encuentran su lugar cuando prevalece un clima social de duda, inseguridad, ausencia de sentido.

A cien años del nacimiento del nazismo, que se caracterizó por el ejercicio de crueldad extrema hacia personas que pensaban diferente o pertenecían a pueblos “no arios” o “puros” como se autopercibían, esa crueldad mantiene vigencia, aún sin hornos crematorios.

En efecto, la crueldad se alimenta del odio al que se considera diferente; pueden ser los judíos como en el siglo pasado, a inmigrantes, minorías vulnerables o sectores políticos, como se da en la actualidad en nuestro país y en otros. Y los discursos no son neutros o impolutos; están cargados de significancia. Quien agrede desde la palabra está preparado para escalar hacia la violencia física.

Los nazis en sus discursos no hablaban de hornos crematorios ni lo hicieron público. Mencionaban la grandeza del pueblo alemán ario, la pureza de la raza e inconsistencias de esa índole sin verificación racional. Crearon un clima de confrontación, de espíritu guerrero, de orgullo nacional, de supremacía, que no admitía matices. Ese sentimiento ganó adeptos, incluso en la cultura. Y también hombres y mujeres que lo resistieron. Por caso, Bertold Brecht, que sufrió el destierro, advirtió a los poetas nazis que se cuidaran de “alabar a este hombre Hitler. Sé que pronto morirá y que al morir se habrá terminado su fama. Pero solo porque hizo de la tierra un lugar inadecuado para ser habitado al conquistarla, ningún poema que lo adule puede perdurar (…) es cierto, aquellos que alaban el ultraje, también tienen voces que suenan bien. Y sin embargo, la canción más hermosa es la del cisne moribundo; pues este canta sin temor”.

Tres décadas después de los nazis, los militares argentinos crearon a lo largo y ancho del país centros clandestinos de detención, en los que torturaron y mataron a opositores sociales y políticos. Incluso desde aviones arrojaron personas vivas al río. Robaron bebes nacidos en cautiverio y cometieron muchas otras atrocidades. Fue en menor escala y sin hornos, pero con similar crueldad. Sin embargo, aún hoy autoridades del gobierno nacional actual reivindican a esos criminales, juzgados y condenados por la justicia, en la que tuvieron el derecho a defensa que ellos mismo negaron a sus víctimas.

El rescate histórico del grupo La Rosa Blanca se encuentra en la novela “Lecciones” (2022) de Ian McEwan, reconocido escritor inglés que nació en 1948 y tuvo su infancia entre los escombros de la gran guerra. Es común que ante sucesos históricos impactantes, no haya lugar para la indiferencia. McEwan bebe de ese manantial y es crítico de modelos autoritarios, excluyentes e inhumanos. Esa generación de intelectuales conoció de cerca los horrores del fascismo, nazismo, stalinismo y pocos años después, las dictaduras en esta parte del mundo.

La declaración de la Derechos Humanos se proclamó en 1948 y fue hija de los horrores de la segunda guerra mundial. Murieron muchos más de los alemanes que inicialmente votaron a Hitler y de los italianos que antes lo habían hecho con Benito Mussolini. ¿Qué valores comunes identificaba a esos líderes autoritarios?; el descreimiento en la democracia liberal, del funcionamiento libre de las instituciones del Estado, la independencia de poderes, el respeto a ideas diferentes. Llegaron al poder por el voto de los ciudadanos, pero nunca creyeron en la democracia. Fueron líderes que ejercieron poder sin rendir cuentas a nadie; dirigentes autoritarios que devinieron en criminales.

La nueva ultraderecha que en la actualidad se pasea en la política mundial, con el soporte económico y comunicacional que brindan las grandes empresas tecnológicas, también descree de la democracia plena y sus instituciones; fomenta el odio, reniega de los derechos humanos y hasta se anima a reivindicar genocidas.

A casi un siglo del inicio de un tiempo oscuro en el mundo, mantiene singular vigencia la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyo artículo 1° sentencia que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.

En tiempos de oscuridad vale recordar proclamas que iluminaron en algún momento la incertidumbre humana.

29/07/2016

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