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Columnistas
10/11/2024

Destruir el Estado para aniquilar la Nación

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La historia de los últimos 100 años nos demuestra que, cuando el Estado en nuestro país ha sido protagonista y ha tenido fuerte presencia en todas las áreas, el Producto Bruto Interno ha sido alto y los salarios también.

Rodolfo Canini

Hasta no hace mucho tiempo, las y los trabajadores argentinos nos jactábamos de tener el salario más alto de Latinoamérica, nos encontramos hoy a la cola: 221 dólares –fue de US$ 583 en el año 2015, gobierno de Cristina Fernández de Kirchner-.

Destacábamos también, por contar con una vasta clase media. Hoy solo queda en la imaginación de las y los compatriotas “pertenecer a la clase media”, porque el bolsillo indica que la mayoría de la población está bajo la línea de la pobreza. Hace unos años, los medios hegemónicos no se cansaban de repetir que, aquel gobierno que nos había puesto en el vértice de la pirámide de los salarios básicos de América del Sur, nos llevaba a ser Venezuela, como mal ejemplo. Hoy, ese país caribeño tiene un crecimiento económico anual del 5%, mientras nuestro país decrece un 3,6%, por debajo de Haití. Agregar también, que tenemos una inflación mucho más alta que el país chavista.

Repetíamos orgullosos que nuestro sistema universitario y el desarrollo científico-tecnológico eran superiores a los de cualquier país del cono sur. Hoy sabemos la lucha que la sociedad está dando para mantener un presupuesto mínimo para que las universidades públicas puedan seguir existiendo. En cuanto al desarrollo científico-tecnológico, que se había logrado desde el Estado, está siendo directamente atacado. El cambio de figura jurídica de “Sociedad del Estado” a “Sociedad Anónima” del INVAP es un ejemplo. En el gobierno menemista se utilizó ese camino como paso previo a la privatización de varias empresas estatales. Ya está en vías de privatización, también como ejemplo, IMPSA, una empresa perteneciente a los Estados Nacional y Mendocino dedicada a insumos energéticos, servicios industriales e inteligencia artificial. Lo cierto es, que este desguace estatal no lo puede llevar a cabo sin la complicidad de varios gobernadores.

La historia de los últimos 100 años nos demuestra que, cuando el Estado en nuestro país ha sido protagonista y ha tenido fuerte presencia en todas las áreas, el Producto Bruto Interno ha sido alto y los salarios también. Esta combinación de mayor producción con mayor distribución de la riqueza tuvo tres picos: en 1949, primer gobierno de Juan Perón, en 1974, tercer gobierno de Juan Perón y en el 2011, segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Las estadísticas demuestran, que un Estado fuerte y presente fortalece la Nación. Y queda al desnudo la mentira liberal: “Achicar el Estado para agrandar la Nación”

Este paradigma de gobiernos neoliberales argentinos ha servido de excusa para desguazar las empresas estatales, verdaderos patrimonios nacionales.

El actual gobierno, a diferencia de todos los gobiernos de derecha que ha tenido nuestro país, no propone el achique sino la destrucción del Estado. Sus predecesores, incluyendo las dictaduras, tenían una carga identitaria de códigos culturales, pautas políticas, económicas y religiosas que se vinculaban con nuestra historia e idiosincrasia. Este gobierno pareciera ser un gobierno de ocupación. Es la administración de un territorio ocupado por una fuerza extranjera que no tuvo la necesidad de disparar ni un solo tiro. Por eso caracterizar a este gobierno como fascista es reducir, acotar su razón de ser. En todo caso es un gobierno neocolonial, donde rasgos fascistas están incluidos como el segregacionismo, el racismo, la violencia social, la represión institucional y clandestina. Sumando un rasgo propio, que supera al fascismo: la jactancia de la crueldad y la reivindicación del morbo. A modo de ejemplos: festejar con un gran asado el no aumento a los jubilados, los videos jocosos del cierre del programa de medicamentos oncológicos, poner flores rojas en la puerta de los organismos públicos clausurados, con una influencer riéndose; o jactarse de “poner el último clavo en el cajón del kirchnerismo, con Cristina adentro”.

Si bien el gobierno “libertario” tiene un perfil totalitario, no se puede afirmar que sea una característica esencial, al menos por ahora. Y el nacionalismo, tan explícito en el fascismo de Mussolini, está muy lejos de la ideología libertaria, a pesar de los esfuerzos de la vice presidenta, quien se baña en símbolos patrios sin poder ocultar el “patrioterismo”. A diferencia de cualquier gobierno de ocupación, en el cuál el enemigo invasor provee la logística armamentista y los soldados, en este caso, los ponemos nosotros mismos, los invadidos.

Esta semana vino la ministra de Seguridad para instalar oficialmente el “Comando Antibloqueo”. El grupo especial de Gendarmería “antidisturbio”, fue presentado en compañía escondida (con el aval) del gobernador Rolando Figueroa. Para ello también hay que reforzar la represión local, habilitando por ley provincial el uso de pistolas Taser para la policía, votada hasta por el diputado y presidente del Partido Justicialista neuquino, Darío Martínez.

A la hora de construir y mantener una colonia, la historia nos demuestra que es imprescindible la represión social por manos del Estado, porque el pueblo suele resistirse al saqueo. Sin la Dictadura de Pinochet, en Chile no se podría haber experimentado con las teorías de Milton Friedmann y haber dado el primer paso al neoliberalismo globalizado. Sin la actual “Dictadura del Capital” en nuestro país, tampoco se podría volver a una sumisión colonial, y hacer desaparecer la identidad nacional.

El Estado le da forma a la nacionalidad, principalmente en nuestro país y en toda América Latina. En la región, primero se formaron los Estados y después se forjaron las nacionalidades. Entonces, se les hace imprescindible la destrucción del Estado para descomponer la identidad nacional. Para ello, es esencial destruir los logros del Estado, por los cuales la sociedad se articula, se organiza y se siente identificada.

El discurso violento, los mensajes de odio, la represión innecesaria a todo el que reclame, el protocolo antipiquetes y el intento de acallar la protesta sindical y social, cierran todos los caminos institucionales, garantizados por el artículo 14 bis de la Constitución Nacional. No sorprendería que de parte del gobierno cipayo y del poder económico internacional tengan como “solución final”, para convertir a nuestro país en una colonia, promover una guerra civil, en donde las armas, los soldados, los recursos económicos estén sólo en manos de ellos. Y del otro lado, del nuestro, resistir munidos de las ideas independentistas, el legado histórico de José de San Martín, María Remedios del Valle, Manuel Belgrano, Juana Azurduy, Martín Miguel de Güemes.

29/07/2016

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