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Otra vez sopa: la misma Patricia Bullrich que intentaba reprimir la protesta sindical en Vaca Muerta y agitaba el fantasma de una supuesta Resistencia Ancestral Mapuche que nunca nadie vio para demonizar al pueblo originario; la abanderada de una política que costó las vidas de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, lanzó la semana que concluye su Comando Antibloqueo en Neuquén.
La política de reprimir sin contemplaciones la protesta social, juntamente con el intento de convertir a los mapuches en un enemigo interno, comenzó en diciembre del 2015, cuando Mauricio Macri tomó juramento a Bullrich como ministra de Seguridad y se retoma ahora con la misma funcionaria travestida en “libertaria”.
La defensa de los intereses de los terratenientes, en su mayoría extranjeros, asentados en los lugares más exclusivos de la Cordillera y la voluntad de acallar cualquier protesta sindical en la industria petrolera, fueron los primeros objetivos; a partir de ahora se trata de brindar seguridad a las multinacionales que explotan hidrocarburos en Neuquén y a la burguesía argentina que busca su tajada en el fabuloso negocio de exportar la riqueza de Vaca Muerta.
Si las primeras víctimas se contaron entre pobladores de Chubut y Río Negro, no fue solamente porque durante la gestión macrista los sectores concentrados de la economía argentina no habían comprendido la dimensión de Vaca Muerta, fue también porque los gobiernos de Neuquén han mantenido en general una política dialoguista frente a los conflictos sociales y con las comunidades originarias.
La idea de acantonar 400 gendarmes de manera permanente en la provincia, surgió en 2018, precisamente cuando el secretario de seguridad de Bullrich, Eugenio Burzaco, un viejo conocido de Neuquén desde que Jorge Sobisch pergeñó su Plan Integral de Seguridad (PIS ) y la policía terminó asesinando a Fuentealba.
En ese entonces Burzaco anunció la decisión de trasladar a Plottier un destacamento móvil de Gendarmería estacionado en La Pampa y si no lo pudo concretar fue precisamente porque los gobiernos del MPN, que suelen ser tan flexibles con los gobiernos nacionales no “comen vidrio” y no querían un conflicto grave en su territorio.
Ya en 2017, a raíz de una huelga por el despido de 1.700 petroleros que había puesto en riesgo el bombeo de crudo el gobiernode Macri, de la mano de Bullrich, envió a Neuquén 200 gendarmes a reprimir. El entonces gobernador Omar Gutiérrez y el líder del MPN Jorge Sapag, debieron recurrir a toda su capacidad de negociación para evitar que la flagrante intervención en un asunto interno provincial no derivara en catástrofe.
La cosa luego se arregló. Al partido que gobierna hace más de medio siglo la provincia y que en muchos aspectos se continúa con la actual gestión de Rolando Figueroa no le gusta que vengan a meter las narices en su pago.
No por nada ni Figueroa, ni el intendente Mariano Gaido, ni ninguna figura relevante del gobierno acompañó la puesta en escena de Bullrich en el batallón de Ingenieros. A diferencia de la payasada de la quema de la cocaína, un trámite sin relevancia pública reservado a funcionarios judiciales, allí sí hicieron acto de presencia Figueroa y los suyos, tal vez para que la irascible funcionaria del no menos agresivo presidente no se sintiera del todo desairada.
Es que, como se viene indicando, el Comando Antibloqueo es una papa caliente que el gobierno local no sabe en qué lugar del paladar acomodar. Figueroa está de acuerdo con la política petrolera de Milei porque cree que, independientemente de como le vaya al país, las arcas provinciales se verán ampliamente beneficiadas.
Pero en una provincia que conoció el huracán Fuentealba, no se puede aceptar sin más que un personaje de la calaña de Bullrich meta sus uñas en cuestiones tan delicadas como la conflictividad social.
Buena parte de los diputados están en contra de esta peligrosa provocación, y otro tanto ocurre con organizaciones de derechos humanos, sindicatos, asociaciones de abogados y desde luego con los propios mapuches. Por algo Bullrich se llevó su circo a Allen. Pero no hubiera estado de más que el propio gobernador le ladrara en la cara que lo suyo es un disparate.
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