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Esto ya no es joda. Ya no son Página 12 o C5N los que salen a decir que a este presidente lo quieren cada vez menos. Ahora es al "soberano" al que parece estar empezando a caerle la ficha y a darse cuenta del disparate que hizo cuando no le hizo caso a Massa que les decía que este Golem no venía por "la casta" sino a cumplir el programa que le habían diseñado Eurnekián y los bufettes topde Buenos Aires, a saber, que los conglomerados económico-financieros no tuvieran que pagar más la salud, la educación y el alimento de los argentinos, que es lo que hacen en todo país capitalista serio a través del pago de los impuestos. No quieren pagar impuestos cualquiera sea la suerte que, a causa de esa omisión, corran los niños y adolescentes de este país (que no suele ser otra que la cocaína y la intemperie de la calle) y encontraron, para conseguir ese miserable objetivo, a otro que se prestó para lo único en que -creyó- no iba a fracasar. Porque este hombre tocado con la banda celeste y blanca, se ha revelado como un impostador serial de máscaras detrás de las que vive y con las cuales logró impresionar a unos cuantos millones de desesperados a los cuales nunca hubo que dejarlos que se sumieran en la desesperación y a merced de los manipuladores de opinión pública.
Con un pueblo educado por Sarmiento no hubiera habido Magnetto que la tallara. Eso deberían saber, desde hoy, los peronistas que no lo saben; pues lo que ha ocurrido es que, para hacer rabiar a los peronistas, el gobierno ha optado por la provocación de imponerle al CCK el nombre de Sarmiento, personaje odioso para los peronistas chapados a la antigua, que no suelen ser los más inteligentes. Tampoco el gobierno es demasiado lúcido cuando se propone hacer el mal mirando a quién; tal vez porque es mandatario de otros, que son sus mandantes, y entonces yerra hasta cuando quiere humillar. Pues si de hacerlo con los peronistas se trataba, haberle puesto al CCK "Julio Argentino Roca" habría sido peor que "Sarmiento". Eso les pasa a los peronistas porque desde hace décadas vienen repitiendo las sandeces antisarmientinas de Jauretche y/o Hernández Arregui, que sostenían que lo esencial del sanjuanino como hombre público era su clamor por "la sangre de gaucho", y otras vomitadas racistas más de esa ralea, y no, en cambio, su gestión educativa en un país con el ochenta por ciento de analfabetos y, del otro veinte, un diez de analfabetos funcionales, que son los que aluna vez supieron leer y escribir pero que luego, por falta de hábito en tal práctica, se olvidaron. de lo uno y lo otro.
Empero, que el CCK ya no se llame más "Néstor Kirchner" no es lo que importa. Lo que importa es que no habrían podido ponerle "Sarmiento" si le lo hubieran llamado, de entrada, Noé Jitrik, o Pizarrnik-Cortázar, o, (si la cultura no es sólo literatura) Carlos Alonso o Julio Le Parc... o Leloir, o Raquel Forner... Algo de esto pudo hacer Cristina, pero prefirió argumentar que su esposo "soñaba" con reciclar el edificio de Correos, y entonces, ya reciclado, había mérito bastante para llamar "Néstor Kirchner "a un templo de la cultura argentina. Después de ese desdén para con estos artistas argentinos estudiados, leídos y criticados en Europa, en Estados Unidos e incluso en China, no podía sorprender que un gobierno peronista nos obsequiara con un presidente devoto de las "novelas" de Borges. Pero amigos...!!! si van a seguir creyendo que la cultura es un relleno de pelotuditos para pelotudeces impropias de la política... van a seguir perdiendo en la política, además de hacer los papelones propios de los pobres de espíritu.
Noé Jitrik es un novelista brillante, a veces genial, y prolífico, y autor de una Historia de la Literatura Argentina e Hispanoamericana en doce tomos, que lo ha hecho sinónimo -a la par de Ricardo Rojas- de literatura en todo el mundo. No es para MIlei y su tropa de animales domésticos el reclamo, sino para los que, en su momento, pudieron rendirle a la cultura el homenaje que todos (sobre todo De Gaulle) le brindan o le brindaron en el mundo. Lo de De Gaulle viene al caso porque es fama que cogobernó Francia no con su ministro de Economía sino con el de Cultura, que era André Malraux.
Francia, que es un país pagado de sí mismo (tal vez con justicia) en materia cultural (a tal punto que Borges dice que es el único de Europa que tiene dos tradiciones literarias, por encima de Italia, de Inglaterra y de Alemania) le concedió a Noé Jitrik el título de "Caballero de las Artes y las Letras". Cristina pudo saber eso antes de ponerle CCK al CCK, y hoy tal vez Milei no habría podido ponerse a hacer rabiar a los peronistas, que, de paso, no se pueden quejar por la provocación, que es la misma que hicieron ellos cuando creían que eran revolucionarios porque le mojaban la oreja a la oligarquía centropampeana poniéndole "Eva Perón" a la provincia de La Pampa.
De modo que así estamos.
Ocurre que meses antes de que Milei se hiciera con el gobierno de este país, en este país había un dueño de la palabra oral y escrita que no era, precisamente, un literato sino un empresario que confiaba a sus íntimos: la gestión es de ellos, el relato es nuestro. Y ese texto oral rezumaba tanta verdad que no requería de ninguna fisura inadvertida para filtrarse, como hace el gas, a veces, por un caño pinchado, sino que la razón de tal decir fluía, caudalosa, igual que lo hace el sobrante de combustible en llamaradas violentas vomitadas por la tierra en boca de pozo.
Claro que, como alguna vez dijo Oscar Wilde, hay algo peor que la fuerza bruta: es la razónbruta, esa que gobernaba antes de Alberto y que gobierna ahora, después de Alberto. Pero, incluso, hay algo peor que esta continuidad soterrada del fundamentalismo de derecha: es la orfandad de oposición. Guillermo Moreno cree haber confutado a Cristina Kirchner con "argumentos" propios de alguien con sólidas limitaciones para ver lejos. Así, no hay ninguna posibilidad de derrotar a Eurnekián-Milei y su geopolítica angloisraelí en el Cono Sur, que de eso se trata. Dijo este hombre, que al "tercer movimiento histórico" de Alfonsín no había que apoyarlo porque Alfosín era un "gorila" y que los que niegan el gorilismo de Alfonsín, admiten, implícitamente, que, cuando durante treinta años "gritábamos traigan al gorila de Alfonsín" estábamos equivocados. Cristina mira el escenario global y opina, con toda perspicacia, que al peronismo, en 1983, no lo derrotó el antiperonismo sino -cabe inferir- que esa derrota fue el comienzo de ejecución de una dinámica mundial de incipiente resurrección de una "cosa" que enseguida se llamó "globalización"; ella ve donde sus críticos no ven; el "tercer movimiento histórico aquel que fue una buena idea de ejecución defectuosa. Una buena idea para oponerse a la irrupción neo liberal en en la Argentina. Moreno sigue creyendo que a Musk, Bezzos, Open Society y la Rand Corporation alcanza con oponerle la "comida en la mesa" de los argentinos. Cristina Kirchner propone a tono con su calidad de estadista. Aquél, no ve más allá de la vereda de enfrente y prueba, con sus dichos, que está menos para la política que para panelista de Rolando Graña. Y aspira a una interna dentro del PJ. Aspira a ser presidente de la Argentina...!
Podría argumentarse que si Presidente ha sido Milei también podría serlo Guillermo Moreno, pero no es tan fácil ponderar a este país y emitir el condigno juicio o, por lo menos, uno que se acerque todo lo posible a la verdad y, consecuentemente, permanezca del error cuan lejos le sea posible.
Digresión ma non troppo.- La indignación es una pasión humana que no siempre es mala; hay pasiones honorables como , por caso, el odio a la injusticia. Pero se trata también de un sentimiento que, asimismo, puede conducir, a veces, a la ofuscación en medida suficiente como para obliterar la reflexión. Esto viene al caso por cuanto, hace muy poco, comparaba yo las opiniones de dos abolicionistas muy conocidos como Albert Camus y Arthur Koestler: su tema fue, en algún momento de sus vidas, la pena de muerte. Y yo siempre tuve la convicción de que sobre ésta no cabe pronunciarse en abstracto. No conozco ningún abolicionista que haya cuestionado Nürenberg. Lo cual prueba, me parece, que hay extremos demasiado humanos como para suscitar diferencias de opinión y, por el contrario, se torna evidente que la defensa propia es un derecho del que disfrutan no sólo los individuos en el código penal, sino también la humanidad cuando está en tela de juicio su existencia. Yo estoy, siempre a favor de la vida y cuando recientemente me pronuncié a favor de la muerte para unos canallas que habían arrojado a las vías de un tren en movimiento a un "ladrón" de 14 años, habló allí, en mi nombre, el subjetivo "espíritu" hegeliano, ese que el filósofo postula en su "Fenomenología" ad hoc. Y habló allí, también, que duda cabe, la indignación, el dolor, el estupor y una característica de mi escritura -adquirida en mi más temprana juventud y no sé con qué resultado-, que es la imposibilidad absoluta de sentir algo que no digo y de decir algo que no siento. Morigerado, en fin, de este modo, aquel juicio tal vez apresurado y vertido en una nota para este mismo medio, sólo digo, ahora, que yo estoy a favor de la vida y que si Nürenberg no hubiera existido la frustración y el dolor habrían sido, para mí, insoportables. No es un tema fácil el de la pena de muerte.
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