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Columnistas
29/09/2024

Decime si exagero

Llega la obra “El Bien” a Cipolletti y Plottier

Llega la obra “El Bien” a Cipolletti y Plottier | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

El fin de semana del 4 y 5 de octubre el dramaturgo plotteriense Lautaro Vilo llega junto a Verónica Pelaccini para -por primera vez en su trayectoria creativa- poner una obra suya en escena en su terruño.

Fernando Barraza

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Lautaro Vilo es un dramaturgo, guionista, director y actor nacido y criado en Plottier. Desde que terminó sus estudios secundarios partió del terruño y -tras cursar la Licenciatura en Teatro en la UniCen de Tandil- se afincó en la ciudad de Buenos Aires, con todo lo que eso implica para cualquier persona que esté dispuesta a vivir de su propio poder creativo, cosa que Vilo logró y sostiene de mil maravillas al día de hoy.

Reconocido como uno de los mejores dramaturgos de su generación, la de aquellas y aquellos que comenzaron a actuar, dirigir y escribir de muy jóvenes, en la segunda mitad de los 90's del siglo pasado, Lautaro se ganó ese nombre saliente dentro del nuevo-nuevo teatro argentino a raíz de obras de su autoría como “Un acto de comunión”, “Ley 23.344”, “La tumba del niño moral”, “American Mouse”, “Escandinavia” o la vertiginosa “Cabaña Suiza”, que está ambientada en varias locaciones de Plottier y tiene su epicentro dramático en la célebre YPF del triángulo.

El recorrido de reconocimiento a su obra le llega acompañado por un plus por el que ha convertido a una de sus grandes pasiones, William Shakespeare, en una de sus fortalezas profesionales: si hay un especialista en la obra del genial bardo de Avon en Argentina, ese es Lautaro. Las últimas tres grandes puestas de adaptaciones de Shakespeare en nuestro país se trabajaron desde las traducciones que Vilo efectuó y que planteó escénicamente junto a Rubén Szuchmacher: “Rey Lear”, “Enrique IV” (que se llegó a estrenar incluso en el mítico Globe Theater de Inglaterra) y “Hamlet”. También ha adaptado y/o actuado sobre el teatro de Pirandello, Brecht, Goethe e Ibsen.

Con este recorrido a cuestas, Lautaro bien podría estar montado en veleidades de divo, pero el presente de este dramaturgo por suerte trasciende la estupidez burguesa de “la estatura”, “la centralidad” o “las periferias”. Por todo esto, reviste gran belleza saber que en pocos días presentará por primera vez en su tierra una obra suya, dirigida por él y con su compañera de vida como protagonista.

Verónica Pelaccini, la otra parte de esta aventura, es porteña hasta la médula: nació, vivió y se proyecta profesionalmente desde la usina de laburo de la Ciudad de Buenos Aires. Actriz de teatro, cine y televisión, formada y licenciada en la carrera de Artes Combinadas de ese templo del conocimiento súper metropolitano que es la UBA. Esta chica es de todo. En el CV de Verónica conviven sin chistarse protagónicos en señeras obras del teatro del off porteño, papeles en la tele, algún servicio de coaching actoral para empresas de streaming de contenidos audiovisuales internacional y participaciones en puestas de alto presupuesto del teatro porteño, como la reciente “Parque Lezama”, la adaptación del célebre texto de plaza de Herb Gardner que hizo Juan José Campanella aquí en Argentina, y que la rompió toda en taquilla este último año. Bueno, esa mujer, que también es docente de actuación y coach actoral -acá en Argentina y en el exterior- es la que toma el texto de su marido, Vilo, acepta su dirección y encarna a Guadalupe en esta aventura unipersonal llamada “El Bien”.

Si bien la obra se puso en cartel en la segunda mitad de 2022, fue durante casi todo 2023 y lo que va de 2024 que “El Bien” generó una afluencia de público constante y excelentes críticas tanto de medios especializados, como reseñas del público en redes, como así también favorabilísimos comentarios en columnas de diarios y portales digitales de las empresas de comunicación habituales. Esos vientos favorables repercutieron en las tablas y garantizaron una continuidad semanal en cartel durante la mayor parte del 2023, domingo a domingo, sobre el escenario del teatro Espacio Callejón. Allí se selló un espectacular año de laburo para el dúo Pelaccini/Vilo. Ahora el romance entre el público y la obra se re-edita en la gira nacional que han comenzado a laburar y que trae la obra a Cipolletti el viernes 4 de octubre (en La Caja Mágica) y a Plottier el sábado 5 (en El Zaguán).

“El Bien” es una obra que parte de una idea de vida sencilla, una de esas con la que cualquier persona que se siente a ver la obra ha tenido que lidiar, cualquiera sea su clase social, su procedencia o su franja etárea dentro de la adultez. A saber: ¿una infidelidad destroza o no destroza el contrato de una pareja y con ello la vida misma de una persona?

Claro que ésta no es cualquier pregunta, ni es sencilla; es una de esas cuestiones de fondo en las que se cimenta uno de los más sólidos pilares de la moral del común de la gente en todo el planeta desde al menos hace unos 400 o 500 años: la fidelidad sentimental. Por eso el romper ese pacto trae consigo no una sola pregunta, sino varias sub preguntas.

Con la masilla de este universal tema ha trabajado Vilo el texto de este unipersonal, sin miedo a la generalización para la comprensión de un mensaje catártico. Bueno, sucede que el tipo es un fanático calificado de Shakespere: ¿por qué le iba a temer a la universalización de un tema? Bien por él, ese desprejuicio lo hace un dramaturgo de peso, aunque se resista a admitirlo.

Claro que para hacer carne su propio costado femenino escrito en el papel, necesitaba una Guadalupe perfecta sobre tablas. Pues la encontró en Pelaccini, quien se atreve a pasear por los cotos de caza que Vilo le ha escrito para mostrar a esa mujer-que-es-un-poco- todas-las-mujeres.

Así es “El Bien”: una obra aparentemente pequeña, extramoral pero comprometida, con algunos resortes cinematográficos aplicados con pericia (desde el texto y desde la actuación) a la austeridad de un unipersonal presentado en el vacío minimalista de la caja escénica del viejo y querido teatro. Es una apuesta cien por cien teatro: con la guapeza de la pura luz, la pura sombra y una serie de objetos figurativos como toda puesta. Verónica, el texto y los objetos. Nada más y nada menos.

A la espera de su desembarco en el Valle, conversamos con el matrimonio sobre distintos aspectos que construyen esta obra que están girando por diferentes lugares del país:

 

 

Va Con Firma: En días en los que -felizmente- la voz de las mujeres nace de las mismas mujeres, ya no se hace pasar por lo que los hombres piensan de ustedes para validar ¿cómo viviste el hecho de que tu compañero te haya caído con una obra en la que un hombre se mete en el mundo más íntimo de una mujer? ¿Hubo un poco de tensión en ese punto?

Verónica:Lo que pasa es que el mundo íntimo de la obra sea el de una mujer es menos trascendente que la potencia transformadora que ese mundo íntimo tiene, independientemente del género de quien protagoniza. Varias veces escuché el comentario (¡y yo también dije!) “Qué bárbaro una obra tan femenina escrita por un hombre”. Quizás, lo que esta mujer atraviesa está socialmente asociado "a las chicas" pero es -ante todo- lo que le pasa a alguien que está cómodamente aburrido; o preguntándose si el amor alcanza para todo, siempre. Es sobre quien se manda hasta la coronilla con toda la incertidumbre del mundo. Y es formalmente una pieza armónica.

Lautaro: Pienso que cualquiera puede escribir lo que quiera. Y no creo en la perspectiva de género aplicada a lo artístico. Creo que es algo que corresponde más a los estudios sociales, al manejo de los recursos humanos o a los contenidos educativos o protocolos de trabajo, etc. No veo una relación con lo artístico específico, con la creación en sí. El teatro busca conflictos, paradojas, enfrentamiento, drama. En ese sentido escribí una obra sobre una mujer casada como escribí una obra sobre un viudo homosexual en Escandinavia o sobre una serie de personajes, varones y mujeres, medio derrotados en Cabaña Suiza; siguiendo las coordenadas de la historia y del choque entre el deseo de los personajes, lo que sucede en la escena y lo que quieren lograr en cada momento en que transcurre la escena. Trato de ser consecuente con un oficio que intenta ante todo entretener. No hay temática, ni agenda que te libre de esa responsabilidad. Cuando escribo confío mucho en mi propia reacción emocional, si me causa risa, si me da pena, vértigo, nervios, si me hace llorar, está bien. Y listo. Para llegar a eso, corrijo un montón

Verónica:Agrego una cosa, si los hombres escribieron generalmente sobre hombres -la mayoría de las obras tienen protagonistas masculinos históricamente hablando, y fueron escritas por hombres también digo a grandes rasgos- que esta vez un hombre escriba una obra con una protagonista mujer es quizás un acto de justicia poética. Cómo viví personalmente que mi marido me traiga una obra así: Al principio de los ensayos se reveló una zona de pudor o timidez. Generar otra forma de vincularme.

Lautaro me dio la obra escrita "de pe a pa" tal como la estamos haciendo cada noche de función. Su manera de escribir tan cuidadosamente cotidiana es una joya. Fue muy difícil memorizar la letra. Se comprendía fácilmente la idea y lo que le pasaba a Guadalupe; se activaban los trampolines de la acción muy fácil al leerla; pero era inviable pensar el concepto de la oración. Había que estudiar cada oración minuciosamente construida per sé y en el sistema-obra para que la obra pudiera empezar a ser ensayada. Tuve 2 o 3 meses de trabajo sola para memorizar la letra y empezar a ensayar. No hay manera de ensayar esta obra improvisando, con el texto al menos, no.

Nada de lo escrito tuvo una modificación mía. A lo sumo algo morfológico del párrafo: para que sea más fácil de pronunciar un término si viene después de tal otro, entonces modificar el orden agregar un pronombre para aclarar algo en la dinámica. Todo me identificaba, me movilizaba aunque no me sintiera directamente reflejada. Y esa identificación tenía que ver con manifestaciones universales de lo humano.

Va Con Firma: Los adultos actuales somos personas con un pie en este siglo y el otro en el anterior. Pareciera que el oficio de actuar ha cambiado muchísimo, que hoy ser actriz o actor se encara de otras maneras que “persona que se forma en el teatro y después ve si hace tele o si forma otros actores” ¿es tan así, cambiaron mucho las cosas o sigue perpetuándose la misma esencia?

Verónica:Tal cual. Cambió mucho una parte, y también hay otra que sigue intacta. la parte de la magia, la de que el Corifeo dice " Bacco soy yo, qué sucede" y se constituye una escena efímera y total frente al público, permanece y permanecerá intacta.

Cuando empecé a estudiar, mi primera Maestra fue Alejandra Boero (ella y los Maestros de su escuela como Rita Armani por ejemplo). Alejandra era una mujer formada en el teatro y que actuaba, dirigía y formaba actores. Eso ya era así y estaba dejando de ser así cuando empecé a formarme. Ella tenía muchas reservas y aversión a que sus alumnos empezáramos a trabajar en la tele. Yo creo que ella sentía que nos podía afectar la falta de ensayo que hay en la "tele". No creo en eso de que el actor de teatro no se adapta a la pantalla. Si es bueno, es cuestión de manejar algunas ecualizaciones. Esta frase que es un clásico me gusta para pensar el oficio: el Teatro es del actor /actriz. La tele del productor/a ( ahora más que nunca, las plataformas etc) y el cine del director/a ( y podríamos hablar también del productor)

En el teatro está todo lo bueno y todo lo malo para el actor/actriz. A buen actor de teatro no hay mal actor en otro soporte ¡Que se me permita el general masculino para que suene bien la frase! (se sonríe) Pienso también en el trabajo en red. En la noción de que sólo no se puede. En la trascendencia que se genera a través del arte sea cual sea su materia; el aire, la pintura, los cuerpos, el sonido. En lo que aporta el Teatro en términos NO mercantilistas a la vida. Lo fundamental del teatro permanece. Es tan sólido tan flexible, tan noble que no va a desaparecer jamás.

Estamos perdiendo capacidad de lectura. La gente tenemos que volver a hablar en voz alta en grupos. Y escucharse. Hay un tema con la exposición y las redes. Un tema bien difícil no lo puedo comprehender; pero no hay que omitirlo, es un frente al que hay que prestar mucha atención.

Va Con Firma: Lautaro, a esta altura de tu trayectoria dentro del teatro ¿pensás mucho antes de sentarte a escribir una obra, o aun tenés esa cosa que se tiene de joven y si algo te motiva, le metés para adelante?

Lautaro: Pienso bastante. Pero pienso en el proyecto teatral. Como mi escritura está ligada directamente a un montaje que voy a llevar a cabo, pienso mucho con quién lo voy a hacer, dónde, cómo son las características del lugar en el que se va a representar la obra, el aspecto arquitectónico del teatro muchas veces parece indicarme un formato posible, la duración, etc. Dentro de esas consideraciones no pienso en el tema, pienso es el universo de los personajes, el imaginario que aparece ligado a ese mundo que transitan. Luego de toda esa etapa de evaluación, es como si dejara de lado todo eso que pensé y empiezo a escribir. El tema, el género y el tono, son elementos que aparecen en el accidente de la escritura, a lo largo del trabajo. Una frase, una acción, un movimiento que uno imagina determina un tipo de cuerpo en particular, una dinámica, una entonación, un pathos, y a partir de ahí puede uno empezar a adivinar la forma en que la obra quiere ser escrita. Creo mucho en esto: cada obra te susurra cómo quiere que la escribas. Es un pensamiento medio religioso si querés, no lo podría defender más que intuitivamente, pero a mí me funciona así.

Va Con Firma: Verónica, deuno a diez ¿qué tan complicado es laburar con tu pareja como autor y director?

Verónica: Tiene de todo. Durante el período de ensayos es complicado porque hay sobreentendidos, falsos entendimientos, venimos del mismo lugar y volvemos al mismo lugar. Siempre estamos "en la misma". Hasta que se empieza a trabajar y se desgrana el individuo familiar y gana lugar todo lo demás, que es tan rico y heterogéneo. Es fundamental ese desconocimiento para trabajar en paz.

Creo que todavía no dimensiono todo el lugar que ocupa “El Bien” en nuestra relación.

Respecto a trabajar con mi pareja tengo el privilegio de que sea un autor y director muy talentoso, sensible, sutil, ético, ácido y con mucho sentido del humor. Con él es una experiencia que espero se repita. Y anhelo que ya esté elucubrando un nuevo material en el que pueda ser parte. Beto Brandoni me dijo que estaba espectacular “El Bien”, pero que no me engolosine con el unipersonal como los actores/ actrices que después quieren todo para ellos. Igual, larga vida a “El Bien”, ¡que esto recién empieza!

Lautaro: Vero es una gran actriz, y en términos del trabajo en sí es tan maleable, generosa e inteligente que no fue complicado. El tema de trabajar con tu pareja es el entre ensayos. Atravesar un trabajo creativo no es algo cómodo, vas y venís entre la euforia de que estás encontrando algo y la angustia de que no te sale en la siguiente repetición. Y cuando convivís con todo el elenco hay un momento en que el ensayo no termina, sigue en casa o se reinicia en cualquier momento del día. Llegamos a ensayar 3 o 4 veces en un día, fue intenso. Pero lo haría otra vez sin dudarlo. Encontrarse en estos roles implica también descubrir otras cosas de la persona con la que estás y eso fue extraordinario.

Va Con Firma: Lautaro, desde hace años escribís obras chicas, minimalistas en tanto elenco y puesta en escena. Da la sensación de que es un buen cortafuego a tanta estética de producción grandilocuente que tiene el cine y las series en streaming, que es el mayor consumo cultural de estos tiempos ¿hay algo de eso, o hay otras cosas también?

Lautaro: En términos de los elementos que aparecen en escena, se juntan dos situaciones, por un lado yo creo que al teatro la síntesis escénica no le viene mal y lo disfruto. Por otro lado, también influye una cuestión de producción, los formatos más grandes demandan otro tipo de respaldo que a veces es muy complicado conseguir o sostener. Lo que de todas formas no negocio es la generosidad de las imágenes y el universo que se puede desplegar en la cabeza del espectador, que es un set inacabable y absolutamente eficaz. En ese aspecto sí me interesa ser copioso, bombástico.

La ecuación pasa por cuánto te permite imaginar el teatro a partir de eso que viste y escuchaste en la escena. Por eso me dedico a escribir teatro. El bien por ejemplo, es una obra que transita cinco lugares distintos desde los que se aluden a diez lugares más, en donde el personaje interactúa con seis personajes cercanos y unos treinta personajes secundarios distintos. A mí me encanta poder conjugar todo eso en un recorrido dramático y cómico de cincuenta minutos, y que el público “vea” todo eso en escena, que se construye cuando su propia imaginación es “fogoneada” por la obra.

Yo creo que el teatro no ha desaparecido como expresión porque además de la reunión y del vivo de la actuación (que lo diferencian de los otros soportes de las artes de la representación) es un arte maleable, a medida de lo humano, que está construido para darle la posibilidad al espectador de imaginar. No puedo ver un bombardeo, los aviones ni las bombas caer y estallar (eso el cine lo puede mostrar muy bien), pero puedo imaginarlo todo a partir de la representación de un refugio en el que un par de personajes esperan angustiados.

Va Con Firma: ¿Cual es la importancia de “El Bien”, qué es lo que más aporta como obra para ustedes?

Lautaro: Eso es algo que tiene que responder el público. Hamlet dice que el propósito de la actuación (del teatro) es “ponerle un espejo a la naturaleza, mostrarle sus propios rasgos a la virtud, su imagen al vicio y exponer las características de cada época y lugar”, algo de eso es lo que intentamos siempre que hacemos una obra. En este caso, el silencio y las risas cómplices parecen indicar que lo logramos. La obra tiene momentos muy emotivos y momentos muy jocosos. El trabajo de Verónica es espectacular. Pero es algo que tiene que responder el público. Una obra te puede aportar tantas cosas distintas, para mí algunas obras fueron una revelación.

Verónica: Para mí “El bien” aporta a sus espectadores una respetuosa valoración de ellos mismos. Cuenta con la inteligencia, sensibilidad y sagacidad del espectador para desarrollarse. Es generosa en el sentido de que no pide nada y da mucho desinteresadamente. Cada cual toma lo que puede y quiere. Tiene múltiples niveles de lectura. Es noble. No tiene una pizca de solemne.

La importancia está radicada entonces como buen ejemplo de todo lo que se puede hacer adentro de un unipersonal. Es que hay un solo cuerpo pero la historia no depende de eso.

No se mete con el público, no hay que " sostener" al actor ( actriz en este caso) ni con risas ni con exclamaciones ( que las hay de todos modos). Estamos tranquilos, vamos a El Bien.

Va Con Firma: Ésta pregunta es medio complicada, pero les invitamos a imaginar. Estamos cada día más líquidos y virtuales ¿Cómo se imaginan que estará el teatro como expresión humana en un par de décadas?

Verónica: Como expresión humana igual. Cambiará quizás la expresión humana; eso no sé cómo. Pero lo que pasa con el Teatro va a ser lo mismo. Lo mismo que viene pasando desde que existe el Teatro. Creo que el soporte también va a ser parecido. A la larga o a la corta va a haber un tablón o un frente y un público asistiendo a algo que va a pasar. Ese " puente"; " espejo"; "lugar de encuentro"; " revelación" que produce el teatro van a permanecer intactos

Lautaro: Desde que yo empecé a hacer teatro se decía que el teatro estaba en crisis y no sólo eso, los más grandes decían que cuando ellos habían empezado ya se decía que el teatro estaba en crisis. Así que supongo que así habrá sido siempre. Pero creo que en Argentina hay una vitalidad inusitada, se hace teatro por todos lados. Hace poco un querido amigo actor y director de teatro que vive en Puerto Deseado (Santa Cruz) me contaba que en la pandemia ensayaban, a pesar del frío, una obra en un descampado, un baldío y que en la primavera y el verano la presentaron en ese mismo lugar y la gente traía reposeras para ver la obra. A mí ese tipo de historias, sumada a la cantidad de gente que estrena, se reúne, ensaya, arma salas, concurre a ver obras de todo tipo, buenas, regulares, malas, me parece que habla por sí mismo. No es normal lo que pasa en este país, tampoco en el aspecto teatral.

Después, en términos artísticos, el teatro es un arte complicado, frágil y anclado en su espacio geográfico y arquitectónico. Por eso a mí me entusiasman mucho las giras, la trashumancia, ver cómo se comporta, de qué manera se adapta y resuena la obra en un nuevo espacio y con un nuevo público.

No sé si artísticamente en general el teatro está atravesando un gran momento. Creo que no. Hay muchos factores que atentan contra la formación y la producción teatral en esta época: el individualismo exacerbado, el culto a la pantalla, el aislamiento que inculca, el orgullo por la ignorancia, la dificultad de sostener proyectos grupales a mediano y largo plazo, el hedonismo vago de querer tener resultados ya, y una manera de convivir que no puede transitar el conflicto interpersonal sin que se transforme directamente en un enfrentamiento de bravucones sin cuartel. A fin de cuentas el teatro consiste en trabajar con gente, sortear dificultades, bancarla, discutir, amigarse, aprender de los otros, armar grupo, sostener un proyecto. Las mejores expresiones teatrales son hijas de la repetición, los mejores grupos son organizaciones que han convivido largo tiempo. Y eso es lo que esta época pone en jaque. Quizás la naturaleza intrínseca de lo grupal que define lo teatral sea lo que lo preserve en el futuro, como una actividad que cada vez va a estar más opuesta a la experiencia cotidiana de aislamiento y alienación.

 

 

 

 

 

29/07/2016

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