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29/09/2024

Es la estupidez, economista

Es la estupidez, economista | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Es cierto que dentro del peronismo es el de Cristina es el único liderazgo vigente. Sin embargo, ha quedado claro, que existe una incompatibilidad entre ese liderazgo político y la conducción estratégica si ésta no es la cabeza del máximo cargo electivo institucional.

Rodolfo Canini

Cristina Fernández de Kirchner título a su último documento “Es la economía bimonetaria, estúpido”, emulando a lo dicho por James Carville: “Es la economía, estúpido”. Este destacado especialista estadounidense en campañas políticas fue quien logró el triunfo de Bill Clinton a la presidencia de EE.UU. en 1992, frente a un 90% de aceptación de su oponente George Bush. Carville señaló a Clinton que debía enfocarse sobre cuestiones más relacionadas con la vida cotidiana de los ciudadanos y sus necesidades más inmediatas. Fue entonces que pegó un cartel en las oficinas centrales de campaña con tres puntos escritos: “Cambio vs. más de lo mismo”, “Es la economía, estúpido” y “No olvidar el sistema de salud”, a modo de socializar el recordatorio interno. La segunda frase se convirtió en un eslogan contundente para modificar la desfavorable correlación de fuerzas con su oponente, quien era en ese momento el Presidente. Finalmente, Bill Clinton derrotó en las elecciones al presidente Bush.

La efectividad de un eslogan habitualmente no se repite, al menos con la misma intensidad. No obstante, creo oportuno reiterar la misma sintaxis pero con semántica invertida, aprovechando la presentación que realizó Javier Milei de sí mismo, en la última Asamblea General de Naciones Unidad. Allí se dio a conocer como economista, negando ser político. Algo llamativo, ya que es una persona que se dedica a “la cosa pública”, y como a cualquier ciudadano que ejerce cargos de representación pública, se lo reconoce como “político”. Pero no solamente la introducción de su discurso llamó la atención. Su desarrollo fue disruptivo, como es su estilo, que por cierto le ha dado buenos resultados. A contramano de lo políticamente correcto, allí alertó a las naciones del mundo que no sigan con políticas colectivistas como la Agenda 2030, y mucho menos como la recientemente promovida Agenda 2045, que acuerda un pacto digital global, que pone límites a las empresas tecnológicas, al uso de Inteligencia artificial y que renueva y profundiza el cuidado del medio ambiente como la Agenda anterior. Para Milei es de corte socialista e impone cómo se debe vivir. Explicitó que nuestro país no acompañará políticas de restricciones económicas, aunque no se opondrá nunca a cualquier bloqueo económico que haga EE.UU. a aquellos países rebeldes que no encajan en sus designios, como lo ha indicado en la misma Asamblea el Presidente colombiano Gustavo Petro, haciendo referencia al bloque económico a Cuba y Venezuela. Nuestro presidente defiende “la libertad”, pero cada vez queda más claro que se trata de “la libertad de aquel 1% más rico de la humanidad, la oligarquía global, que permite –quizás financia- que tiren bombas a ancianos, mujeres y niños de Gaza, Líbano o de Sudán”, como refirió el colombiano Petro. Todos los mandatarios del mundo se pronunciaron, con más o menos ímpetu, contra la masacre del Pueblo Palestino que está llevando a cabo Israel. El único presidente que ha defendido al país gobernado por el sionismo fue el nuestro.

La Agenda 2030 de la ONU constituye un llamamiento universal a la acción para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas en todo el mundo. Milei, desconociendo el cambio climático, afirma que es una imposición socialista.

Mientras que el mismísimo Papa Francisco deploró que sean los más ricos quienes se oponen a la realización de la justicia social o la ecología integral por pura avaricia, Milei opina que "la justicia social, siempre es injusta, porque implica un robo y un trato desigual frente a la ley" y entroniza a los ricos como héroes. “Gastaron en gas pimienta y no en Justicia Social”, dijo Francisco, en clara referencia a la represión a las y los jubilados en Buenos Aires. La estupidez no tiene límites.

Es la lapicera, estúpido

La aprobación del gobierno de Milei ha caído en estos últimos días unos 14 puntos. De continuar esta situación, es válido preguntarse… ¿Y quién sube? Ahí asoma el Peronismo. ¿Quién si no? El tema es que por estos lares políticos también aflora una interna. La Cámpora le patea los tobillos a Axel Kicillof, único referente con alguna posibilidad de hacer roncha en las urnas para las presidenciales. A su vez, el gobernador bonaerense, o al menos sus seguidores, no están dispuestos a reconocer la conducción estratégica de Cristina Fernández. Los lineamientos de la líder han sido por contraposición, desde que secundaba a Alberto Fernández con sus cartas y “funcionarios que no funcionan”, hasta recientemente que marcó la cancha: “el peronismo no tiene nada que ver con Villarruel”, respondiendo al inefable peronómetro de Guillermo Moreno.

Parecería ser que el sector de la nueva canción cuestiona el espacio férreamente cerrado al disenso por esa conducción estratégica, quizás desgastada por las malas elecciones de candidatos presidenciales como Daniel Scioli en el 2015, Alberto Fernández en 2019, y el visitador de la “embajada”, Sergio Massa en 2023.

La visión “institucionalista” de Máximo Kirchner no ayuda mucho. En su último discurso en Atenas (La Plata) expresó: “No hay que enojarse, compañeros y compañeras. Hay que dejar de patalear, hay que ponerse a construir, a seguir construyendo, a organizarse”, refiriéndose al veto presidencial, justificando que son "facultades constitucionales" del presidente y nada se puede hacer al respecto, amansando la rebeldía peronista. Esa misma visión institucionalista arrinconó al liderazgo político de Cristina durante la presidencia de Alberto. Es cierto que dentro del peronismo es el único liderazgo vigente. Sin embargo, ha quedado claro, que existe una incompatibilidad entre ese liderazgo político y la conducción estratégica si ésta no es la cabeza del máximo cargo electivo institucional. Si así fuere para el 2025, aparecerá la tan temida lapicera para conformar las listas a diputados y senadores. El Peronismo se volvería a ordenar y la estupidez de Alberto Fernández entonces, habrá sido en vano.

29/07/2016

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