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El relevamiento Creencias Sociales 2024 “Estado, mercado y libertad en la Argentina”, publicado hace unos días por el observatorio Pulsar de la Universidad de Buenos Aires, confirma la paradoja que se respira en cualquier esquina del país: el rechazo mayoritario a los estragos de la motosierra convive con la esperanza de un futuro venturoso de la que hablan casi todas las encuestas.
“No hay un convencimiento mayoritario de que las políticas económicas que está aplicando el gobierno estén bien. Pero el oficialismo se asienta en dos cuestiones: hay una memoria fresca de que la crisis es responsabilidad del gobierno anterior, todavía sin asignación a la actual administración; y cuando a la gente le preguntan cómo está hoy, responde que mal, peor que antes, pero que en el futuro la Argentina va a estar mejor”, afirma a Facundo Cruz, politólogo y Coordinador General de Pulsar.
“En esto se apoya Milei, en la esperanza a futuro”, agrega. “Está entregando esperanza futura, una creencia, un convencimiento de que va a poder resolver la situación económica porque tiene las cualidades para hacerlo. Esto es una sorpresa para la política argentina, porque tomar decisiones difíciles sobre una economía frágil no siempre garantizó un apoyo sostenido. Y hoy es ese respaldo su único sostén político”.
Es que el aval que todavía recibe el presidente parece contrastar con el rechazo que despiertan buena parte de sus políticas y su ideario ideológico. Así queda claro en la encuesta realizada por segundo año consecutivo por el equipo del observatorio Pulsar, integrado por profesionales pertenecientes a las facultades de Ciencias Políticas y Ciencias Económicas de la UBA.
El trabajo es el tercer capítulo de otros dos que se dieron a conocer en julio y agosto pasado, titulados “Democracia y consensos” y “El Estado frente al orden público”, respectivamente. Se espera que en octubre se publique una cuarta entrega, que dé cuenta de la mirada que la sociedad tiene de las relaciones internacionales y de la visión geopolítica oficial.
El universo de encuestados para todos los ejes que consulta Creencias Sociales 2024 está integrado por mujeres y varones de 18 años, de todo el país y que totalizan 1.250 casos. La fecha del relevamiento abarcó del 31 de mayo al 10 de junio de pasado.
¿Se retira el Estado?
La reconfiguración del Estado, eje central del programa oficial, arroja uno de los datos más trascendente del relevamiento. Si bien disminuyó la cantidad de gente que cree que el aparato estatal y sus funciones están sobredimensionadas, hay un apoyo mayoritario a la percepción de que gasta demasiado. Pero también hay un límite: tres de cada cuatro argentinos rechazan los recortes en educación, salud, cultura, ciencia y tecnología.
“Hay una percepción de que el Estado gasta mucho, que es demasiado grande, pero con matices: el año pasado el 80% de los consultados acordaba con que el Estado gastaba mucho y este año ese porcentaje bajó al 64%, lo que puede responder a que una cosa es pensar que hay que recortar y otra es empezar a sentir los efectos de ese recorte”, asegura Cruz.
Y agrega: “Cuando se pregunta qué hay que achicar, aparece el gasto político (88 %), el empleo público (66 %) y los planes sociales (60 %, aunque con un marcado descenso respecto a 2023), pero no así en Cultura, Ciencia y Tecnología, Salud y Educación Pública, donde el rechazo al recorte supera el 70 % y, en los dos últimos ítems, es mayor al 90 %”.
En cuanto a los subsidios a las servicios públicos, el 55% de los consultados está “poco” o “nada de acuerdo” con reducirlos, frente al 44% que apoya la poda. En el Área Metropolitana (Ciudad de Buenos Aires y Conurbano bonaerense) el rechazo trepa al 59%.
“La brecha -explica el experto- entre quienes rechazaban y aceptaban los subsidios el año pasado era de siete puntos en favor de los primeros y ahora creció a once, y es todavía mayor en el AMBA, donde se concentran más los beneficios. Ahora, con los recortes en marcha, hay menos gente convencida de que haya que recortar por ese lado”.
Un dato complementario, y también en tensión con lo antes señalado, es una consolidación del giro hacia el “privatismo”, con una mayor confianza hacia las empresas privadas que a las públicas y un 54% de los encuestados optando porque el empleo sea generado por las primeras.
Junto a esto, un 50 % de los encuestados confía más en las empresas privadas que en las públicas (38%), afianzando una nueva tendencia que contrasta con lo que ocurría en las dos primeras década de este siglo. Sin embargo, esto tiene particularidades que rompen con el binarismo público/privado.
“Cuando preguntamos si los servicios públicos tienen que ser privados con control estatal, públicos o solo privados, en 2023 la primera opción tenía un apoyo del 46% y 25 % cada una de las restantes. Este año, el 47 % prefiere que sean privados con control estatal, pero 30 % públicos y sólo 10 % privados, cayendo 15 puntos esta última opción”.
“Lo que esto está diciendo es que el Estado tiene que tener un rol, ya sea como contralor o como proveedor. Hay una demanda de cambio que no significa volver a los 90. Tiene que haber más mercado pero con controles eficientes. Un Estado pesado, burocrático y que genera más inconvenientes que soluciones, debería dar lugar al mercado, pero con control estatal para que cumpla”, destaca Cruz, quien también es doctor en Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de San Martín.
Cuestión de valores
El discurso conservador en materia de derechos individuales y colectivos que destilan las principales voces del oficialismo tampoco parece calar hondo en el entramado social.
Según el relevamiento, el apoyo a la eutanasia, a la adopción homoparental o a la Interrupción Voluntaria del Embarazo han aumentado, mientras que temas como el trabajo sexual y la legalización del consumo de marihuana siguen dividiendo aguas.
“El año pasado la Interrupción Voluntaria del Embarazo, siendo un tema de campaña, generaba mayor rechazo que aceptación, pero eso ahora se dio vuelta, aún sin ser un tema de agenda: el 53 % la apoya mientras que el 46 % la rechaza. Esto puede suponer un cambio de postura a partir de una mayor información”, subraya el Coordinador General de Pulsar.
El cuanto a las diversidades, fuertemente cuestionadas por el ministro de Justicia Mariano Cúneo Libarona hace dos semanas en el Congreso, las posturas del gobierno tampoco parecen hacer pie en una sociedad que mayoritariamente mantiene en pie su valoración de la ampliación de derechos.
“El 76% de los encuestados apoya la eutanasia en situaciones extremas. El 67 % también respalda la adopción homoparental y el alquiler de vientre el 61%. Quizás cierto límite puede aparecer con la legalización del consumo de marihuana (60% de rechazo) y de la aceptación del trabajo sexual (49% de rechazo frente al 46% de apoyo), aunque en este último caso en un porcentaje también menor respecto al año pasado, que llegaba al 55 %”, detalla Cruz.
La denigrada “agenda woke”, cuyo derribo Milei intenta liderar para proyectarse como líder de la ultraderecha global, parece mantener su vigencia en la Argentina, sin afectarle demasiado la crisis económica ni la denostación de voceros oficiales y oficiosos.
¿Un giro a la derecha?
“Hay algunos puntos que hablan de una Argentina más progresista que conservadora. El informe intenta relevar también perfiles ideológicos, con un eje económico (privatistas o estatistas) y otro moral (progresistas o conservadores). Y el trabajo muestra que al mismo tiempo que tenés una mayoría privatista tenés otra progresista, en términos de valores”, subraya el politólogo.
Para Cruz este dato viene a poner en duda el “giro a la derecha” que habría dado la sociedad argentina llevando a Javier Milei a la presidencia de la Nación. “Sí hay un reclamo de mayor mercado y menos Estado (52 % contra 41 %), pero en términos de valores hay más encuestados que se definen como progresistas (55 %) que como conservadores (38 %), lo cual no convalidaría la idea de una derechización”.
“Sí estamos viendo -añade el especialista- un giro respecto a lo que se reclamaba hace 20 años, cuando se pedía más Estado y menos mercado, y donde había una mejor consideración de lo público. Algo que puede interpretarse como una reacción al proceso de liberalización de los años 90. Hoy, en cambio, la sociedad argentina parece estar diciendo estamos sobregirados de Estado. Está demandando un equilibrio”.
Se abre de este modo la posibilidad de plantear un nuevo modelo social, que parece ser diferente al anarco-capitalista que está en la base del programa oficialista pero también al que esboza buena parte de la oposición. “No hay muchos actores políticos, ni del oficialismo ni de la oposición, que estén viendo esta suerte de mix que se lee en la encuesta”.
“La última carta de Cristina Kirchner, por ejemplo, abre la agenda para discutir cuestiones que antes el kirchnerismo no discutía, como una reforma fiscal o una nueva relación entre el sector público y privado. Creo que falta esa misma postura en el resto de los espacios políticos. Incluso entre quienes promueven el avance completo del mercado. Creo que hay espacio para un nuevo modelo económico-social más de equilibro, sin posturas extremas”, opina Cruz.
En tanto, el gobierno avanza apalancado en la esperanza de una parte importante de la sociedad, que aún cree que con la administración libertaria le depara al país un futuro venturoso ¿Cuánto pude durar esto? “Es una incógnita”, responde el especialista.
“Si la gente se da cuenta de que esa esperanza futura puede no llegar nunca, ahí es cuando el gobierno puede tener problemas”, concluye. Así las cosas, la realidad, con sus complejidades y contradicciones, permite avizorar tiempos de definiciones. Y un mañana que será de todo, menos calmo.
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