-?
La economía argentina tiene serios problemas, muchos heredados, pero prácticamente todos agravados durante estos casi ocho meses de gobierno liberal. Ellos son, por ejemplo, y sin que el listado implique un orden de prioridad:
-Alta inflación;
-Nula tasa de crecimiento del PBI; desocupación de factores, especialmente del trabajo;
-Distribución inequitativa del ingreso. Aumento de la pobreza e indigencia;
-Deuda externa agobiante;
-El dólar como elemento escaso; demanda de dólares para ahorro;
-Como consecuencia del alto endeudamiento hay un peso excesivo del costo financiero en los gastos del Estado.
A este listado, por su óptica ideológica, el actual gobierno agrega como un problema prioritario, lo que consideran demasiadas reglamentaciones e intervenciones del Estado, con exceso de subsidios, que alteraría la función de los precios de la asignación óptima de recursos.
Milei, convencido de que la inflación es un problema meramente monetario, dio prioridad a la eliminación del déficit público para terminar así con la emisión de dinero, para él, fuente de la inflación. Es el mismo error que cometió Macri que, al comienzo de su gobierno, dijo que este era el problema más fácil que tenía y el resultado final de su política fue duplicar el índice de inflación heredado.
Para ello Milei comenzó a eliminar subsidios a las tarifas de servicios públicos (cosa que incide en forma doblemente negativa en el índice de inflación: como componente del gasto familiar y como parte del costo de fabricación de los productos que adquiere) y a devaluar el peso en un 118%. El resultado de su política fue un salto inflacionario hasta el 25,5% en un solo mes: diciembre de 2023.
En los meses siguientes (lleva casi 8 meses de gobierno) procuró el “déficit 0” de la cuenta púbica, que logró con un superávit “mentiroso”: suprimiendo la obra pública, pagando de menos las jubilaciones, no pagando cuentas (como la deuda por energía), desfinanciando la educación, la salud, la investigación científica, los servicios del estado y retaceando el envío de fondos a las provincias, política de muy corto plazo e imposible de mantener en el tiempo.
Esta política produjo una híper-recesión que, unida a la postergación de algunas subas de tarifas anunciadas y al atraso cambiario (el dólar oficial “planchado” y la pérdida de reservas para evitar la suba de precio del dólar “paralelo”), actuaron como un freno que bajó la inflación mensual al 4,2 en mayo y a 4,6% en junio pasado (271,58% el año)
Según la consultora Scentia el “consumo en Argentina está muerto” como consecuencia del ajuste y la híper-recesión consecuente: son 7 de meses de disminución continua de las ventas, para llegar en julio a una caída del 17% respecto al año pasado.
Panorama similar presenta la producción: según ACARA en el caso automotor la caída llega al 40% anual y la maquinaria agrícola un 27%. La industria de la construcción está en crisis y hay gran caída en las ventas de electrónica y vestimenta.
Según CAME (Mediana Empresa), la industria textil está trabajando al 68% de su capacidad, maderas y mueles al 63,4%, papel e impresiones al 63,1%, metal, maquinarias y equipos al 57,9%, y, en un rango similar, el resto de sectores.
La caída de la actividad económica (más el ajuste del plantel de empleados públicos) repercutió en la situación social. Aumento de la desocupación y, según la UCA, del índice de pobreza, que llegó al 57,4% en enero de 2024; según el Instituto Di Tella este índice pasó del 38,3% en setiembre del 2023 a 48,5% en abril pasado (indigencia del 9,6% al 15% en el mismo lapso). Las cifras anteriores indican que hay unos 4.700.000 habitantes que pasaron a ser “los nuevos pobres”.
Un tema grave son los vencimientos de la deuda pública en el 2° semestre y, fundamentalmente, el año próximo. Las reservas en divisas son escasas (y se están gastando en mantener bajo control la cotización del dólar “blue”), el país, después del gobierno de Macri, no tiene posibilidad de endeudamiento y los exportadores guardan parte de sus productos a la espera de una devaluación del peso. El gobierno enfrenta el dilema: si devalúa se dispara la inflación; si no devalúa, corre el riesgo cierto de un “default”.
A pesar de los esfuerzos dialécticos del ministro Caputo y del Presidente, no se vislumbra ningún indicio de recuperación económica ni, dado el nivel de capital ocioso, tampoco de inversiones a corto o mediano plazo. Todo parece indicar que, de seguir esta política económica, la actual híper-recesión se convertiría en una depresión económica y se profundizará el sufrimiento de la población.
Va con firma | 2016 | Todos los derechos reservados
Director: Héctor Mauriño |
Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite