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Esta semana se reunieron en la ciudad del nordeste de Brasil, Belem, capital del Estado de Pará, los países que tienen parte de la Amazonía con el objetivo de conformar una alianza para combatir el proceso de deforestación en la mayor selva tropical del mundo. Junto con el anfitrión y jefe de Estado que llevó a cabo la convocatoria, el presidente de Brasil: Ignacio Lula Da Silva, participaronlos mandatarios de Bolivia, Luis Arce; de Colombia, Gustavo Petro; y de Perú, Dina Boluarte. También asistieron la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez, el primer ministro de Guyana, Mark Phillips, mientras que Ecuador y Surinam estuvieron representados por ministros.
Fueron invitados por primera vez a este tipo de encuentros, representantes de la República del Congo, de la República Democrática del Congo y de Indonesia, países que cuentan con grandes reservas de bosques tropicales. Brasil invitó también a Noruega y Alemania, países donantes del Fondo Amazonia, destinado a financiar proyectos ambientales. Otra invitada fue Francia, porque Guayana comparte una porción de la Amazonía. La convocatoria amplia tuvo como objetivo consensuar una posición común para presentar en la COP28 (28 Conferencia de las Partes de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), que se celebrará este año en Dubai.
El liderazgo del presidente brasileño nuevamente fue decisivo, no tan solo porque el territorio de su país ocupa el 60% de la amazonía, sino también porque hay una decisión política del mandatario de diferenciarse de la política negacionista sobre el cambio climático de su antecesor, Jair Bolsonaro.
Posiciones y propuestas de los representantes
Gustavo Petro, presidente de Colombia, propuso la creación de un “tribunal de justicia amazónica para juzgar crímenes contra la selva y sus habitantes”. Propuso un tratado militar y judicial. “Eso se defiende con razones, pero también con armas, crear una OTAN de la Amazonía respetando las soberanías”, afirmó el primer mandatario. Petro planteó una discrepancia no explicita con Brasil en cuanto a la erradicación de los combustibles fósiles, y criticó la postura de gobiernos de izquierda que defienden la explotación petrolera. Es sabido que la petrolera brasileña, Petrobras, tiene planes de instalar una base en el mar, a 500 kilómetros de la desembocadura del río Amazonas.
Por su lado, El presidente de Bolivia, Luis Arce, alertó que Estados Unidos y Europa buscan apropiarse de la mayor reserva de bosque tropical del mundo. “La Amazonía alberga recursos estratégicos. América latina y el Caribe son prioridad en la estrategia de seguridad nacional de los Estados Unidos, esto significa que no es solo de interés del Departamento de Estado, sino del Departamento de Defensa. En esa visión, es preocupante que Europa esté en la misma posición, unos buscan controlar la Amazonía de forma militar y otros con ONGs”, denunció Arce. También alertó: “opera el narcotráfico en el territorio, también la minería y la deforestación ilegal, que amenazan a centenares de comunidades indígenas”.
Dina Boluarte, quien destituyó al presidente peruano Pedro Castillo, coincidió con la visión del mandatario boliviano, a excepción de su mirada antiimperialista. La mandataria recordó que la Amazonía no es "un santuario" sino que "es lugar de casi cinco millones de peruanos". “La prioridad debe ser dar respuesta a las necesidades de bienestar de los ciudadanos y las comunidades nativas, concluyó.
Por otra parte, la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, dijo que “los países amazónicos están obligados a reforzar su soberanía si se quiere preservar el alma ambiental del planeta”. Se refirió a la existencia de "grandes amenazas", que coincidió con la mirada anti imperialista del presidente boliviano. "El mensaje de Venezuela es unión, unión, unión", dijo la vicepresidenta, quien sustituyó en la cumbre al presidente Nicolás Maduro.
El mandatario brasileño Lula Da Silva manifestó: “No podemos aceptar un neocolonialismo verde, con el pretexto de proteger el medio ambiente, imponen barreras comerciales y medidas discriminatorias y hace caso omiso de nuestros marcos normativos y políticas nacionales”. “Decimos al mundo lo que queremos hacer con nuestro bosque y lo que el mundo debe hacer para ayudar” agregó el presidente anfitrión al aludir a promesas multimillonarias en la Conferencia por el Cambio Climático del 2009, las cuales actualmente siguen sin llegar para cuidar a las selvas.
La protección de los pueblos indígenas
La protección de los pueblos indígenas de la Amazonía forma parte del reclamo donde la coincidencia de todos los presidentes se hace sentir. La participación activa de ellos en los planes de preservación de la selva debe ser parte de todo acuerdo, es la propuesta de los mandatarios. Los territorios indígenas son considerados una importante barrera contra la deforestación, por la forma sustentable en que estas comunidades explotan sus recursos. Los asesinatos dentro de la selva a miembros de comunidades de pueblos originarios por intereses económicos de multinacionales no es una novedad. La pasada semana al menos tres indígenas de la etnia Tembé fueron atacados a tiros en Tomé-Açu, estado de Pará. Los disparos, según los indígenas, provenían de personas vinculadas a la multinacional Brasil BioFuels, que produce aceite de palma en la región.
Pedidos y conclusiones
El punto 35° de la declaración final de la cumbre, que es el centro de las conclusiones del Encuentro, dice: "Urgir a los países desarrollados a cumplir con sus compromisos de provisión y movilización de recursos, incluyendo la meta de movilizar 100 mil millones de dólares anuales en financiamiento climático". Ese objetivo, según el documento, deberá ser alcanzado en 2024 "ante la urgente necesidad de aumentar la acción climática" y "teniendo en cuenta las necesidades y prioridades de los países en desarrollo".
El encuentro expresó su preocupación por el incumplimiento por parte de los países centrales, quienes se habían comprometido con el aporte equivalente al 0,7% de la renta nacional bruta para cuidar los bosques, incluyendo a las personas que viven allí. Han pasado unos cuantos años y los países ricos del mundo siguen sin hacerse cargo del daño que han y siguen ocasionado a la naturaleza.
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