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Panorama Político
14/05/2023

Lo que hace falta

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Sin reforma a fondo del Poder Judicial, sin ley de Medios que ponga freno a las corporaciones mediáticas y sin renegociación soberana de la deuda con el FMI no hay democracia real.

Héctor Mauriño

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Los escándalos que salpican a la Corte Suprema de Justicia y en particular de su presidente, Horacio Rosatti, en la investigación que lleva adelante la Cámara de Diputados de la Nación, muestran una vez más que la única batalla que se pierde es la que se abandona.

Si en lugar de pedir el juicio político a la Corte el gobierno nacional hubiera elegido quedarse de manos cruzadas ante sus ataques cada vez más evidentes y su parcialidad en favor del poder económico y Juntos por el Cambio y en contra del gobierno y del peronismo en general, la sociedad no habría conocido el grado de impunidad con que se manejan sus miembros.

Si el gobierno de Alberto Fernández hubiera renunciado a enjuiciar al máximo estamento del lowfare en la Argentina porque no tenía la mayoría legislativa necesaria, nunca se hubieran conocido los enjuagues delictivos con la obra social del Poder Judicial, el tráfico de influencias y otros delitos presuntamente cometidos por miembros de la Corte que fueron denunciados por el ex secretario de administración del máximo tribunal, Daniel Marchi, recientemente expulsado del paraíso cortesano.

Tampoco se hubiera enterado la población de la presunta compra por parte de Rosatti del cierre de una causa por enriquecimiento ilícito en su contra a cambio de contratos para la Cámara de Casación Penal Federal, que entendía en el tema.

La cosa huele a podrido por todos lados. Estos señores, que no pagan impuestos y que se mueven con un empaque y un lustre propio de príncipes, en medio de un país donde el 40 por ciento de la población corre la coneja, colman la indignación de cualquier mortal.

El escándalo es de tal magnitud que la prensa canalla ya no lo puede ocultar y el desprestigio de los cortesanos entre la población es cada vez más grande. Puede ser que logren sobrevivir a este gobierno, pero su suerte está echada, en el radar de la mayoría de la gente son una asociación ilícita que usurpa un poder de la Nación y más tarde o más temprano deberán dar un paso al costado.

Justamente porque el proceso del juicio político ha puesto en evidencia sus manejos es que los cortesanos Rosatti, Carlos Rosenkrantz -los dos que aceptaron ser nombrados por decreto por Macri- y Juan Carlos Maqueda, en ausencia de Ricardo Lorenzetti, han elegido redoblar sus golpes contra el peronismo en general y el gobierno en particular.

En primer lugar han buscado opacar las denuncias que se ventilan en la comisión de juicio político, pero también advertir al gobierno y al Frente de Todos para que tomen nota de que van a escalar el conflicto hasta las últimas consecuencias.

Fue en este contexto que en esta semana suspendieron las elecciones en Tucumán y San Juan, algo tan extemporáneo como insólito que viola la competencia de la justicia provincial y tuvo el claro propósito de impedir otros cinco triunfos electorales del peronismo al hilo.

Pero en lo fundamental la jugada es una muestra descarada de impunidad y una amenaza latente para el peronismo en general y para Cristina Kirchner en particular si decidiera revisar su decisión de no ser candidata: van a seguir interviniendo en las elecciones.

El jefe de Gabinete Agustín Rossi en su informe ante el Senado, planteó con claridad que los miembros de la Corte “actúan como partido, no imparten justicia” y advirtió a la sociedad que “si no se desarma este poder es imposible gobernar”.

Rossi precisó que el vínculo entre la Corte, la oposición y los medios concentrados es lesivo para la democracia y advirtió que si gana el Frente de Todos, lo primero que debería hacer el nuevo gobierno es reponer la ley de Medios.

Los dichos del jefe de Gabinete ponen el dedo en la llaga, porque cualquiera puede preguntarse en qué medida los objetivos propuestos y no alcanzados por el actual gobierno tienen que ver con su moderación y en qué medida son expresión de una relación de fuerzas adversa al gobierno y peligrosa para la democracia.

Esto remite a dos cuestiones cruciales para el FdT. En primer lugar la unidad y el candidato, entendidos como algo en buena medida indisoluble. No parece posible alcanzar una unidad sólida sin un candidato que satisfaga medianamente a la gran mayoría del campo popular

En segundo término, como dijo Cristina es necesario un programa de gobierno. De mínima este debería incluir una reforma a fondo del Poder Judicial, una actualización de la ley de Medios, sin la cual no hay soberanía política, y una renegociación en términos favorables para los argentinos de la deuda vil contraída con el FMI por el gobierno de Macri, sin lo cual no hay ni recuperación económica ni soberanía sobre los recursos naturales. Ni tampoco democracia real.

Sin estos requisitos no hay unidad de fondo para acometer una tarea tan difícil como la que toca ni posibilidad de que el candidato reúna el consenso necesario para acometer los cambios que el país necesita.

29/07/2016

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