Cómo no podía ser de otra forma dada la estructura económica de la provincia, en la que sobresale la abundancia de hidrocarburos, el telón de fondo del escenario en el que se desenvuelven los acontecimientos que siguen a la derrota del oficialismo y el triunfo de Rolando Figueroa tiene olor a petróleo.

Los actores de esta puja, por ahora parcialmente soterrada, son por cierto el gobierno en ejercicio de la provincia, representado por el dúo Sapag-Gutiérrez; el gobernador electo Figueroa; el gremio petrolero; el gobierno nacional -hoy ejercido por una alianza del campo popular-; las empresas; y la derecha argentina cuya representación política, Juntos por el Cambio, aparece ligada a intereses del mundo de los negocios.

De hecho, el líder más notorio de este último sector, Mauricio Macri, fue uno de los que más bregaron por encolumnarse detrás de Figueroa para poder influir en Vaca Muerta. No fue el único.

En este período de reacomodamientos posteriores a las elecciones, el hombre fuerte del sindicalismo petrolero, Guillermo Pereyra, fue el primero en ir a fondo con la crítica por la derrota, apuntando a la figura de Jorge Sapag. Lo retó a convocar al partido para hacer una autocrítica. En caso contrario amenazó con “autoconvocarnos”.

Como las derrotas son huérfanas, la impresión es que se trata de surfear la ola y que aparezca un padre que se haga cargo de todo y eventualmente tenga que dar un paso al costado. Sapag, hasta ahora no ha recogido el guante.

En realidad, hay varios responsables del revés electoral del oficialismo y como recordó el dirigente del Movimiento de Acción Política del MPN José “Pino” Russo, Pereyra es uno de ellos, en la medida que formó parte activa de la alianza derrotada.

El MPN fue a las urnas con una alianza de la Azul con la Azul y Blanca, y la posibilidad de que Rolando diera batalla por afuera del partido sumando a sectores de la oposición estuvo planteada desde un comienzo.

Puede llegar a ocurrir que en este pase de facturas “azules” y “azul y blancos” no se pongan de acuerdo, en ese caso se abriría paso a la posibilidad de una fractura del bloque emepenista, a partir 10 diciembre o acaso antes.

Los petroleros tienen cuatro diputados y eventualmente podrían convertirse en la bisagra que Figueroa puede llegar a necesitar para tener gobernabilidad si la derecha, hasta aquí aliada, lo presiona para algo que no quiere hacer o le da la espalda.

En cuanto a la posibilidad de que Figueroa vuelva al MPN, lo más probable por ahora es lo inverso: que soldados o sectores del MPN vayan detrás del ganador. El gobernador electo ha sido muy cauto y no ha hecho nada para acercarse a su viejo partido, pero por ahora el tiempo juega a su favor: puede que lo vengan a buscar o no, quién lo sabe, pero mientras la fruta madura habrá pases de bando.

La otra cuestión es que a pesar de que el plato fuerte de este año electoral se libró el 16 pasado, la campaña continúa porque aún falta llevar a cabo elecciones en cinco ciudades muy importantes: Cutral Co, Plaza Huincul, Rincón , Plottier y Villa La Angostura. De hecho Plaza Huincul y Cutral Co ya fijaron fecha para el 23 julio y Ramón Rioseco confirmó que va por su tercer período.

Por otro lado, en agosto vencen las concesiones de las represas y el gobierno nacional yadefinió que volverán a estar bajo control del Estado. Ahí hay una pulseada importante para que la provincia pueda participar con voz y voto, pero lo más probable es que el gobierno y su sucesor se pongan de acuerdo para llevar una postura común ante Nación.

Más importante aún es que en 2027, en el último año del gobierno de Figueroa, se deben renovar las concesiones que hizo Sapag de los yacimientos convencionales. Se trata nada menos que de 10 mil kilómetros cuadrados de explotaciones convencionales de petróleo y gas concesionadas.

Allí las presiones privadas se van a multiplicar y también las internas dentro de la provincia, porque las nuevas concesiones tienen que ir la Legislatura y allí se va a plantear el tema de los votos que va a necesitar Rolando.