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Columnistas
04/09/2022

Cristina a salvo, multitudes contra la violencia

Cristina a salvo, multitudes contra la violencia | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Los discursos de odio empezaron mucho tiempo atrás: hace 15 años Elisa Carrió comparó a Néstor Kirchner y Cristina con el dictador rumano Ceausescu y su esposa, fusilados en 1989. El horroroso intento de asesinato contra la líder del kirchnerismo generó una inmensa movilización popular por la paz.

Miguel Croceri

Quince años atrás, Elisa Carrió comparó a Néstor Kirchner (quien en ese momento era presidente) y a Cristina Fernández de Kirchner (por entonces senadora nacional) con el matrimonio Ceausescu, de Rumania. “Miren cómo terminó Ceausescu en Rumania”, dijo Carrió como al pasar hace una década y media, mientras era candidata presidencial. (Información del portal Perfil, nota del 15/07/2007). 

En 1989, el dictador rumano Nicolae Ceausescu (también se suele escribir “Ceaucescu”) y su esposa Elena fueron fusilados durante la rebelión popular que derribó al régimen por él encabezado en ese país europeo, y las imágenes de su ejecución fueron transmitidas a todo el mundo. (El caso puede ser recuperado en una crónica del diario El País, de España. Nota del 25/12/1989). 

La violencia simbólica es aquella que no ataca directamente a los cuerpos de las personas sino que fomenta el ánimo y los sentimientos violentos a través de palabras, gestos, tonos de voz, imágenes, etc. En Argentina, esa forma de ataque contra Cristina y el kirchnerismo, que luego se ampliaría a otras personas y sectores de la sociedad, es muy anterior a lo que generalmente se menciona.

Carrió ha sido una de las primeras y más impunes perpetradoras de violencia simbólica aunque, inexplicablemente, casi nadie nunca se lo reprochó. Su agresividad extrema con referencias a “muertos”, “matar”, “armas”, “viuda” (aludiendo despectivamente a Cristina), etc. han tenido una habitualidad impresionante.

(En los últimos cinco años Va Con Firma publicó varios artículos sobre el tema y detalló más de una decena de casos. Uno de los textos periodísticos, de 2017, se titulaba “El país está en crisis y Carrió usa, como siempre, la violencia retórica. Nota del 27/03/2017

Otro se publicó a mediados de 2018 con el título “Enfrentar a Carrió, en lugar de reírse o subestimarla”. Nota del 09/07/2018). 

Antes del atentado

Argentina vive una profunda conmoción política desde la noche del pasado jueves (1ro. de septiembre), cuando Cristina Kirchner sufrió un horroroso intento de asesinato.

Al llegar al edificio donde reside en la ciudad de Buenos Aires, y mientras un gentío la mostraba una vez más sus sentimientos y apoyo político, un criminal le puso una pistola a centímetros de su cara y apretó el gatillo. Las balas no se dispararon, por razones que son objeto de investigación. El agresor está detenido y también bajo investigación. El episodio fue estremecedor y las imágenes recorren el mundo. (No se abunda aquí en información que es ampliamente conocida).

En este contexto, el único hecho humana y políticamente trascendente es que Cristina salvó su vida. Después de eso, otro asunto de máxima importancia para el presente y futuro de nuestra Patria es la inmensa movilización popular generada, en medio de la consternación, para expresar amor y solidaridad hacia la líder del kirchnerismo -con mucha más razón todavía que en los días previos-, y ahora además para repudiar la violencia y el odio.

También desde ese momento, junto con las reacciones del gobierno nacional, del Congreso, de autoridades provinciales y municipales en gran parte del país, de múltiples organizaciones populares, de dirigencias sectoriales de diverso tipo y del conjunto de la sociedad civil, se generalizó el debate público sobre los discursos odiantes que se emiten desde ámbitos de poder.

Dichos ámbitos están constituidos fundamentalmente por las grandes cadenas mediáticas -a través de las figuras de influencia masiva que allí se desempeñan- y por dirigentes políticos y otros/as referentes con penetración en la opinión pública. Mediante las redes digitales y comunicación por teléfonos celulares, los mensajes se propagan al infinito.

Nadie se remontó a los antecedentes de Carrió desde 15 años atrás (reseñados al comienzo de este artículo), pero distintos medios independientes de las corporaciones y de la derecha y ultraderecha ideológica repasaron expresiones de odio y violencia de las últimas semanas y días, previo al atentado.

Entre ellas hubo acciones públicas de pequeños grupos de manifestantes odiantes que en distintas ocasiones exhibieron bolsas mortuorias, horcas, guillotinas, y/o profirieron amenazas de muerte y exhortaciones al asesinato de adversarios políticos. Desde la dirigencia política, el diputado neuquino Francisco Sánchez llegó al extremo de pedir “pena de muerte” para Cristina Kirchner. (Una crónica del diario Página 12 reseñó varias situaciones o declaraciones. Nota del 02/09/22). Por su parte, el conductor televisivo y radial Ángel Etchecopar (alias “Baby”) calificó a Cristina como “el cáncer de Argentina”. (Publicado por A24, nota del 22/08/22). 

Además de esos episodios más recientes, puede ser útil recordar otros también próximos en el tiempo. El año pasado Javier Milei dijo que había que “quemar” o “dinamitar” el Banco Central. Entre junio y julio de este año, distintos/as referentes extremistas lanzaron manifestaciones como las siguientes: José Espert dijo que “hay que meterle bala a los mapuches”; Viviana Canosa, al entrevistar a Macri, llamó a “estar todos unidos para echar al kirchnerismo a patadas en el culo”, mientras que el ex presidente bromeó con que buscaría “mejores palabras que las de Viviana”, y ambos se rieron.

En otra ocasión Macri convocó a “erradicar” al “populismo” fundado “por Perón y Evita”. La dirigente Florencia Arietto, del Pro, dijo que si la oposición ganara las próximas elecciones “hay que entrar a la provincia (de Buenos Aires) con ‘metra’ (ametralladora)”. Patricia Bullrich llamó “dictador” a Alberto Fernández. (Los ejemplos de estos dos últimos párrafos fueron resumidos en una columna de opinión publicada por Va Con Firma con el título “Impunidad para instigar a la violencia política”. Nota del 26/06/22). 

En medio del “Cristinazo”

El fallido atentado contra la actual vicepresidenta de la República ocurrió dentro de un fenómeno de masas iniciado poco antes -el lunes 22 de agosto-, cuando grandes contingentes de la población salieron al espacio público para defenderla personal y políticamente.

En esa jornada, un representante del aparato corrompido de jueces y fiscales había pedido formalmente que la metan presa durante doce años y que además le prohíban para siempre ejercer cargos públicos. Fue la gota que rebalsó (o rebasó) el vaso.

Así comenzó el “Cristinazo” que atraviesa política, social y territorialmente a la Nación, y que marca una nueva etapa en la vida pública argentina, con enorme repercusión internacional.

Sin embargo, el terrible intento de asesinato multiplica aún más la trascendencia del momento histórico, y le agrega componentes de gravedad y dramatismo que solo se atenúan porque -nada menos- la líder política más importante de esta etapa del país sobrevivió a un ataque criminal.

Con Cristina a salvo, y aunque nadie conoce públicamente cómo es su propia conmoción emocional y espiritual como persona, y junto con ella las de su hijo, su hija, toda su familia y demás seres queridos, Argentina vive un extraordinario y revitalizado proceso de lucha popular por la vida, la paz y la democracia.

Contra el odio y la violencia de sectores extremistas tremendamente poderosos, capaces de promover crímenes políticos y de poner en peligro la convivencia pacífica dentro de una sociedad que, inevitablemente, es diversa, compleja, contradictoria, conflictiva y espacio de disputa entre intereses contrapuestos.

29/07/2016

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