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Aunque en su momento quizás fue difícil o imposible advertirlo en toda su magnitud, a comienzos de 2015 -cuando empezaba el último año de la presidencia de Cristina Kirchner- el bloque de poder dominante y las corporaciones que representan sus intereses perpetraron la más gigantesca operación política a gran escala para debilitar y procurar la derrota de aquel gobierno (con el candidato/ta que fuere, y que todavía no se conocía, pues recién en agosto se realizarían las elecciones primarias y en octubre las generales, y la presentación de listas debía formalizarse en junio).
Dicha operación consistió en instalar, primero en la opinión pública y después como causa judicial, la creencia de que el fiscal Alberto Nisman había sido asesinado por orden del gobierno nacional. La ofensiva fue encabezada por la cadena Clarín, y uno de los primeros personajes mediáticos que divulgaron la infamia fue el periodista, showman y empresario de negocios turbios Jorge Lanata.
El 19 de enero de 2015 a la madrugada trascendió la información de que el titular de la UFI-Amia (Unidad Fiscal Especial para la investigación del ataque terrorista contra la mutual israelita AMIA perpetrado en 1994), había aparecido muerto en el departamento donde vivía solo. Pocas horas después, Lanata dijo por televisión: “A Nisman lo puede haber matado el gobierno. En este caso, el gobierno es el principal sospechoso porque Nisman los había acusado”.
Sus explosivas acusaciones fueron lanzadas a la hora 14 de ese mismo día por el canal de noticias TN, principal instrumento comunicacional de Clarín dirigido a las clases medias que tienen propensión a creer en el mensaje del más poderoso conglomerado de medios de Argentina, y dirigido en general a influir en las disputas de poder. La emisora televisiva articula/unifica su discurso con el diario insignia del grupo empresarial y con los demás canales, radios, medios gráficos y digitales, contenidos en redes, etc. que multiplican el poderío de la corporación en todo el país y con trascendencia internacional.
Entrevistado por dos periodistas del canal, Lanata mencionó “cuatro posibilidades. Supongamos que la hipótesis del suicidio es cierta, y supongamos que no es cierta y que lo pueden haber matado. ¿Quién puede haber matado a Nisman? Hay tres posibilidades. Puede haber matado a Nisman la interna de los servicios (de inteligencia), quizás para encarajinar todavía más el ambiente político. Puede haber matado a Nisman un grupo vinculado con el terrorismo, él era un tipo que estaba amenazado por parte de grupos iraníes desde hace mucho. O puede haber matado a Nisman el gobierno (…)”. Luego continuó con su exposición.
(Un video del segmento televisivo puede encontrarse en Youtube. La entrevista de dos periodistas de TN a Lanata dura casi 9 minutos. La figura estelar de la cadena mediática expone allí sus “cuatro posibilidades” en la primera respuesta, que concluye a los 2 min. 30 seg. Video del 19/01/2015).
Contra Aníbal Fernández
Meses después, en agosto de 2015, y con toda precisión el domingo previo a las elecciones primarias donde Aníbal Fernández era precandidato a gobernador de Buenos Aires, y además era jefe de gabinete de la Nación en ejercicio del cargo, el mismo poder comunicacional -el Grupo Clarín- y el mismo personaje mediático -Lanata- lanzaron la segunda gran operación de acción psicológica sobre la opinión pública con el fin último de que el oficialismo de entonces perdiera los comicios y fuera desplazado del gobierno. Cosa que finalmente ocurrió.
Esa gigantesca maniobra consistió en afirmar que Aníbal Fernández -actual ministro de Seguridad de la Nación, desde hace pocas semanas- había sido el “autor intelectual” del asesinato de tres personas perpetrado siete años antes (en agosto de 2008), en el caso que se conoció como “triple crimen de la efedrina”. Las víctimas fueron tres empresarios farmacéuticos de General Rodríguez, 55 kilómetros al oeste de la ciudad de Buenos Aires.
Ya en agosto de 2015, Jorge Lanata entrevistó para su programa de canal Trece a un preso que estaba condenado como autor material del triple crimen: Martín Lanatta (de apellido similar al del periodista pero con doble “t”). El reo dijo que quien dio la orden de asesinar a las tres personas fue Aníbal Fernández, que dentro de ese relato se apodaba “La Morsa”.
Así, con la etiqueta (hashtag) #LaMorsaEsAnibal, la cadena Clarín multiplicó la infamia hasta el infinito. Toda la puesta en escena audiovisual tuvo potente contenido emocional y alto grado de espectacularización. La maniobra fue utilizada por los medios ultra-antikirchneristas y por el propio Cambiemos, a través de Mauricio Macri y el resto de la dirigencia, para promocionar a su candidata a gobernadora María Eugenia Vidal, quien competía con Aníbal y resultaría ganadora de la elección.
(La entrevista al condenado Lanatta, que dura 20 minutos, está accesible en el canal de Youtube de “El Trece”. Video del 06/07/2016). En el mismo programa y con igual finalidad difamatoria fue reporteado el narco Martín Salerno, quien estaba detenido pero para la entrevista televisiva fue trasladado al domicilio particular de Elisa Carrió, según reveló tiempo después la propia dirigente. El diálogo entre dos periodistas del equipo de Clarín-Lanata y el reo Salerno, que formó parte del programa televisivo emitido en agosto de 2015, también se encuentra disponible en Youtube. Video del 03/08/2015).
Hace poco más de un año, en septiembre de 2020, se supo en un juicio oral que “La Morsa” era el apodo de un ex agente de los servicios secretos llamado Julio César Pose. La revelación tuvo lugar en el marco de una causa judicial por narcotráfico, sin relación con el triple crimen. (El tema fue informado entre diversos medios por el diario Ámbito. Nota del 14/09/2020).
Objetivos antidemocráticos
Repasar estos hechos es una manera de traer al presente el poderío desestabilizador que tienen los sectores dominantes de la sociedad contra un gobierno que representa intereses contrarios a los suyos. Una mirada retrospectiva puede ser necesaria en momentos en que otra vez está ocurriendo lo mismo.
La derecha, que en sentido amplio es una ideología tendiente a reproducir las condiciones para que el poder y la riqueza continúen en manos de las clases sociales privilegiadas -la élite capitalista- en perjuicio de las mayorías populares, comprobó en las recientes elecciones PASO (primarias abiertas simultáneas y obligatorias) que sus partidos y candidatos/as tienen un apoyo social considerable, incluso mayoritario en el momento de esa votación realizada hace casi un mes.
Por lo tanto, su objetivo estratégico actual es reforzar el sabotaje y la desestabilización del gobierno de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y el Frente de Todos. Para ello necesitan ganar la elección parlamentaria del 14 de noviembre, en lo posible dejando al oficialismo en minoría en las dos cámaras del Congreso Nacional.
Pero en caso de no conseguir un triunfo similar al de las PASO, ya sea que el Frente de Todos achicara su desventaja y mucho más si consiguiera un triunfo, el plan de la derecha es denunciar “fraude” y negar el resultado. Los/las principales dirigentes del macrismo y sus aliados lo están anticipando.
La asunción de Macri como presidente en diciembre de 2015 no solo constituyó un cambio de gobierno, sino la instauración de un régimen de derecha en el cual las autoridades surgidas del voto ciudadano se articularon con el poder económico y el conjunto de las corporaciones para defender los intereses de las clases privilegiadas locales y de los factores de poder extranjeros.
Pero el saqueo a la economía nacional y a las clases sociales bajas y medias fue de tal alevosía, que la resistencia popular fue creciendo a lo largo de cuatro años hasta que, por una formidable creación de Cristina Kirchner, se conformó una alternativa política que ganó las elecciones y la puso fin a ese proceso.
Sin embargo, en diciembre de 2019 cambió nuevamente el gobierno pero se mantuvieron con pocas modificaciones los poderes económicos y corporativos en general. Tres meses después empezó la tragedia del Covid y el pueblo argentino, como todos los del mundo, conoció una forma de vivir -y de morir- que jamás nadie había imaginado.
Así, luego de un año y medio de pandemia, y aunque el virus está controlado al menos en estos momentos y su capacidad de enfermar y de matar fue drásticamente reducida por las vacunas, el daño económico y social es tremendo y el estado de ánimo popular se reflejó en las PASO.
Ahora el oficialismo aspira a “dar vuelta la elección” o al menos a una “derrota digna”, pero ninguna de las dos posibilidades sería tolerada por la derecha y la ultraderecha. Ni por sus expresiones político-institucionales (Juntos por el Cambio y otros sectores que compiten electoralmente) ni por sus aparatos comunicacionales y demás poderes de facto.
“Fraude” será la palabra clave de la ofensiva antidemocrática, si los resultados de la votación ciudadana no fueran los que el bloque dominante necesita. Actuarán mediante la mentira y la acción psicológica sobre la opinión pública, como hicieron cuando culparon al gobierno de Cristina por la muerte de Nisman o difamaron a Aníbal Fernández, por citar los ejemplos más alevosos del accionar desestabilizador de aquel año 2015.
Estas son conjeturas y posibilidades observables. El 14 de noviembre próximo serán las elecciones y a partir del conteo de votos empezarán hechos nuevos que marcarán el futuro de la política y la sociedad argentinas.
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