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07/03/2021

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De cabotaje

De cabotaje | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Los supremacistas norteamericanos y sus émulos criollos -agrupados en organizaciones que abusan del sustantivo república y del adjetivo republicano-, como los mayordomos de ayer, ejecutan, disfrazados hoy de periodistas, jueces, gerentes o políticos los mandatos de quienes cortan el bacalao.

Gerardo Burton

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Los hombres de la bolsa reaparecieron en la Plaza de Mayo. Esta vez llevaron envases negros de morgue con letreros de gente viva. Pretendieron una instalación artística, una suerte de performance macabra que ni al ex general Videla –alguien carente de imaginación como todo burócrata- se le hubiera ocurrido. Quizás lo hubiera pensado Sarmiento, ya que sin picas para clavar la cabeza del Chacho podría atreverse y saltar desde el siglo XIX hasta este 2021 y fijar las bolsas negras en la cerca de la Casa Rosada si no le pareciera antiestético.

Sólo que, en lugar de Sarmiento, que tenía sus momentos brillantes y de talento, convivimos hoy con los herederos de Lavalle, un psicópata en serie a quien los propios mentaban como el general sin cabeza. Ni aquellos ni los de hoy tienen una pizca de inocencia. En estos días, sin el talento ni el desparpajo advenedizo de Sarmiento, hay que conformarse con las señoras Carrió y Bullrich, el profesor Iglesias y el pseudo pensador Sebreli. Todos actuados por Brandoni en un guión que les escribe Lombardi. ¡Qué fauna, con perdón del reino animal!

El mecanismo es siempre el mismo: se apropian de un discurso verbal o artístico disruptivo, lo vacían de contenido y luego lo llenan con ese pensamiento -¿pensamiento?- que ni Maurras, ni Miguel Cané, ni Lugones el torturador se atreverían a sostener sin algún rubor. Son supremacistas de cabotaje, a quienes molestan los cuernos y las pieles y los tatuajes –bueno, estos no tanto- de sus pares norteamericanos, mas no sus acciones violentas y su desprecio por todos quienes no son ellos, tan blancos como los sayos del Ku Klux Klan.

Algunos van a minimizarlos: no hay que exagerar, dirán, porque qué buena es la democracia que permite libertad de expresión; por supuesto, concluirán, es mejor que pongan bolsas rellenas con gomaespuma en lugar de cadáveres de gente desaparecida, de mujeres descuartizadas o de travestis degolladas.

Y festejarán esta demostración artística como una refutación de cualquier esbozo de dictadura o de autoritarismo. Nada de esto recuerda, se dirán en la intimidad, a la Liga Patriótica Argentina ni al coronel Varela en sus paseos por Patagonia y menos a los represores de la huelga en los talleres Vasena. Tampoco a los comandos civiles o a la Triple A. Y menos, todavía, a los grupos de tareas de la dictadura cívico-militar. Para nada, sostendrán.

Esto, dirán también, no tiene nada que ver con el neoliberalismo, que se sostiene con el sometimiento de millones a la pobreza extrema, a la intemperie y los condena a los basureros del planeta. O a guerras que ejecutan las limpiezas territoriales que el sistema necesita para su expansión continua.

Los supremacistas norteamericanos y sus émulos criollos –agrupados en organizaciones que abusan del sustantivo república y del adjetivo republicano-, como los mayordomos de ayer, ejecutan, disfrazados hoy de periodistas, jueces, gerentes o políticos los mandatos de quienes cortan el bacalao. Ya no necesitan armas: tienen los mecanismos financieros, informativos y judiciales para dominar y cuentan con la inefable mayoría silenciosa. No están tan lejos de estas costas: en esas agrupaciones de transparencia republicana militan conspicuos diputados de la región Comahue.

Para esta cáfila, las bolsas negras con relleno de utilería tienen una misión: demuestran que toda dignidad puede terminar en un basural e instalar, simultáneamente, la idea de que el terror, además de ser posible, tiene un componente estético que lo pasteuriza.

Resulta así una contraimagen, un antisímbolo que pretende dar vuelta el significado de los siluetazos que se dibujaban hace décadas en las manifestaciones de los organismos de derechos humanos con los nombres de los desaparecidos y las fechas de su secuestro. Las de estos días advierten que ahora, ahora sí, y de nuevo, pueden ser el envase de aquellos cuyos nombres exhiben. Ojo, aquí estamos, parecen decir en un coro sordo. Ojo, repiten: ustedes están a un paso del descarte, amenazan.

29/07/2016

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