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Columnistas
07/03/2021

La economía de la postpandemia

La economía de la postpandemia | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

En algún momento se creó la ilusión de una lucha global y solidaria contra la pandemia y la búsqueda de una salida común ante la crisis sanitaria y económica. Pero no fue más que una ilusión: el sistema actual no es compatible con un mundo más solidario.

Humberto Zambon

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Que la pandemia ha hecho un daño enorme a la economía global no es ninguna novedad, lo mismo que el daño no ha sido parejo, sino que afectó más a los más pobres, tanto a nivel internacional como dentro de cada país. Y en este año se vislumbra una recuperación, con crecimiento global de la economía, que tampoco será pareja: será mucho más rápida en los países ricos, aumentando así la brecha entre países y regiones pobres frente a las economías desarrollada.

En algún momento, ante el discurso generalizado, se creó la ilusión de una lucha global y solidaria contra la pandemia y la búsqueda de una salida común ante la crisis sanitaria y económica que causó. Pero no fue más que una ilusión: el sistema actual no es compatible con un mundo más solidario.

La falta de solidaridad se ha manifestado, por ejemplo, en el tema vacunas. Mientras los países ricos tienen stocks suficientes o superiores a sus necesidades, a fines de febrero 130 países no habían recibido ni una dosis. Y se conocieron muchísimos abusos, como los precios que algunos países debieron abonar por la misma vacuna que en Europa se conseguía por menos de la mitad.

Para analizar los efectos de la crisis económica el FMI comparó el PBI esperado para fines de 2021 antes de la pandemia con el esperado ahora. El resultado es que lo países desarrollados perderán el 12% de su nivel esperado inicialmente, los de bajo ingreso un 18% y los que denomina emergentes y en desarrollo (entre los que está nuestro país) también el 18%, aunque, en este último caso, si no se incluyera a China, la pérdida sería del 22%. Esta pérdida de riqueza potencial repercute en el aumento de la desocupación (los países desarrollados perdieron más de 25 millones de puestos de trabajo, mientras que en Argentina, Brasil y México la desocupación se acerca al 10% de su fuerza de trabajo activa) y en incremento de la pobreza y marginación social.

El origen de estas diferencias está, según el FMI, en las medidas fiscales tomadas para atemperar el daño de la crisis, donde la presencia activa del Estado ha sido fundamental: mientras los países desarrollados gastaron hasta un 24% del PBI, los emergentes solamente un 6% y los de bajos recursos un 2%. Y también en el ritmo de la recuperación, ya que, para volver a la normalidad, entre otros factores, hay que superar la crisis sanitaria mediante la vacunación.

Insistimos en que el daño no ha sido parejo ni entre las regiones, ni entre las distintas actividades ni dentro de cada país. Respecto al primero, el FMI da el ejemplo del Asia: mientras que China y Japón tendrán pérdidas cercanas a cero, para Filipinas se estima en un 20% y para Timor Oriental el 30%. Respecto al segundo, mientras que las actividades primarias, como nuestro agro, apenas lo han sentido, otras, como el turismo, por ejemplo, fueron muy golpeadas, lo que ha afectado especialmente a los países en que esta actividad es una de las principales fuentes de ingreso; antes de la pandemia representaba el 10% del PBI mundial, daba empleo a unos 300 millones de personas y se necesitará mucho tiempo para su recuperación. Sobre el tercero, el daño interno, los más afectados fueron los trabajadores informales y los de baja formación y también las mujeres y los jóvenes, incluso niños y adolescentes por la pérdida de educación.

Kristalina Giogieva, gerente del FMI, ha publicado en el blog de la institución los lineamientos básicos de una política para superar esta situación, que muestra un cambio frontal en la posición del Fondo. Las medidas propuestas son:

1-Intensificar la lucha contra la crisis sanitaria con vacunas para todos. “Un progreso más rápido para poner fin a la crisis de salud podría aumentar el ingreso mundial acumulativo en 9 billones (de dólares) durante 2020-2025: beneficiaría a todos los países, incluido alrededor de 4 billones para las economías avanzadas, lo que supera con creces cualquier medida de los costos relacionados con las vacunas”.

2-Intensificar la lucha contra la crisis económica. Ya los países del G-20 (que incluye a Argentina) han gastado casi 14 billones en acciones fiscales, en un esfuerzo sin precedentes; ahora es fundamental mantener los medios de vida de la población y evitar que las empresas se hundan. Hay que seguir con políticas monetarias y financieras para facilitar el flujo de crédito a familias y empresas.

3-Intensificar el apoyo a los países más vulnerables. “Muchas naciones de mercados emergentes y de bajos ingresos podrán enfrentarse a una elección insoportable entre mantener la estabilidad macroeconómica, abordar la crisis de salud y satisfacer las necesidades básicas de las personas”. Se necesita un esfuerzo integral de todos.

Y finaliza la nota diciendo que “La alternativa, dejar atrás a los países pobres, sólo afianzaría la abyecta desigualdad. Peor aún, representaría una gran amenaza para la estabilidad económica y social mundial. Y se clasificaría como una oportunidad histórica perdida”.

Estas medidas propuestas, que merecen el apoyo general, son la antítesis de las políticas que durante años sostuvo el FMI, de austeridad y ajuste, de reducción del gasto buscando el superávit fiscal y de restricción monetaria. Es de esperar que este cambio sea permanente y se mantenga en el tiempo, traduciéndose de hechos concretos; de esta forma el FMI se convertiría en una institución positiva mundialmente y no un agente de los intereses de los acreedores internacionales, como lo fuera antes.


 


 

 

 


 


 

29/07/2016

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