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15/02/2021

Qué hizo el capitalismo argentino en casi un año de pandemia

Qué hizo el capitalismo argentino en casi un año de pandemia | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
Imagen, solo a título ilustrativo, de grandes empresarios. De izq. a der. Enrique Cristofani (Banco Santander), Héctor Magnetto (Grupo Clarín), Paolo Rocca (Techint), Luis Pagani (Arcor) y Federico Braun (supermercados La Anónima).

Desde que llegó el Covid 19, la clase capitalista desplegó su habitual salvajismo extremo. Ejemplos, 1.500 despidos en Techint, rechazo al aporte de las grandes fortunas, o que Clarín tenga más poder que el Estado para decidir sus tarifas. Las cadenas mediáticas bombardearon los cuidados contra el virus y la vacuna Sputnik.

Miguel Croceri

Dentro de pocas semanas, el mes próximo, se cumplirá un año de los acontecimientos que podrían ser calificados como el comienzo de la pandemia del Covid en Argentina. El 3 de marzo se informó del primer caso en nuestro país -una persona que había viajado a Italia y España-, el 15 se anunció la suspensión de las clases en todos los niveles de la educación, y el día 20 empezó a regir el aislamiento social preventivo obligatorio.

Algo que se ratificó hasta la alevosía a lo largo de este año casi completo, es el salvajismo extremo de la clase capitalista argentina. La “señal de largada” de tamaña violencia económica y social fue lanzada por Techint pocos días después de iniciarse la emergencia sanitaria, cuando dispuso el despido de 1.500 trabajadores.

Otra muestra del mismo comportamiento es la negativa de unos 10.000 o 12.000 ultra-millonarios que integran la fracción más acaudalada de la élite dominante, a pagar un mínimo “aporte extraordinario” de las grandes fortunas “para ayudar a morigerar los efectos de la pandemia” (así de largo y explícito es el nombre de la ley).

Ese proyecto se empezó a comentar públicamente en abril pero recién se sancionó en diciembre. Más todavía: se reglamentó finalmente hace pocos días -el 6 del corriente mes de febrero- y en cualquier momento puede aparecer una decisión judicial para que finalmente el Estado no pueda cobrar esa contribución, al menos en algunos casos. Lo cual volvería a demostrar, por si hiciera falta, a quién sirve la (mal llamada) “justicia” argentina.

El tipo de capitalismo que sufre Argentina se verifica también con los precios de los alimentos. Los sectores que integran las cadenas de producción, distribución y comercialización quieren obtener, a costa del conjunto de la sociedad de nuestro país, la misma rentabilidad que conseguirían vendiendo su producción al exterior. Dicho de otro modo: quieren ganar a valor dólar pero vendiéndole a una población (la argentina) que cobra sus ingresos en pesos, con el agravante de que dichos ingresos llevan casi tres años (desde que estalló la economía macrista en 2018) perdiendo contra la inflación.

Lo mismo ocurre con otro precio esencial para millones de familias: el de los alquileres. Que aunque está congelado por decreto presidencial, los grandes propietarios y las inmobiliarias conocen todas las trampas para eludir la ley y obligar al inquilino/a a pagar más o bien ser desalojado. (Este tema, entre otros varios, fue abordado por Va Con Firma la semana pasada, en relación con las consultas o denuncias más habituales que recibe la Defensoría del Pueblo de la ciudad de Neuquén. El artículo señala que “el drama más común” que plantean los/las vecinos/as son “las dificultades para pagar los servicios básicos y los alquileres”. Nota del 12/02/21). 

Un último ejemplo (de una lista que sería interminable) sobre el carácter extremo del capitalismo salvaje en nuestro país, desplegado impúdicamente y con violencia durante la pandemia, es la decisión de Cablevisión/Telecom, pertenecientes al Grupo Clarín, de cobrar las tarifas que se les antoja aunque la autoridad pública no las haya convalidado sino que, por el contrario, dispuso que debían ser mucho menores. Pero siempre aparece algún juez o tribunal (como se mencionó en un asunto anterior) que en lugar de defender la ley, el bien común y el interés general de la sociedad, beneficia al capital privado.

Esta situación implica que una corporación empresarial se pone por encima de la ley y del Estado de Derecho, y ejerce en los hechos un poderío mayor al del Estado democrático. Lo que ocurre al respecto significa, igual que en muchos otros casos, que la democracia es humillada por los poderes de facto.

Cadenas mediáticas

En Argentina, en cualquier otro país y sobre todo considerado a nivel mundial, el capitalismo no solo es un sistema de funcionamiento económico y social que impone sus reglas al conjunto de la población, sino que para ello requiere de muchas apoyaturas que contribuyan al sostenimiento del mismo como sistema de poder. O sea que no solo maneje la economía sino que domine las bases del funcionamiento de toda la sociedad según los intereses de esa clase social que, por lo dicho, se llama “clase dominante”.

Una de esas apoyaturas (recientemente mencionadas en un par de ejemplos) son las judiciales: jueces/juezas o tribunales que resuelvan en función de las empresas o de las clases sociales propietarias, que para el caso es lo mismo.

Y otra indispensable es un aparato comunicacional que actúe sobre la subjetividad individual, grupal y colectiva de la población para que también las clases sociales subordinadas -bajas y medias, dicho en sentido muy amplio- adopten como propios, o al menos como “admisibles” o “razonables” y tal vez “justos”, los intereses, valores y conveniencias de las clases privilegiadas. (Ejemplo: gente común del pueblo, preferentemente de clases medias agrarias, que salieron a defender el Grupo Vicentin).

En este sentido, el capitalismo salvaje argentino cuenta con cadenas mediáticas que difunden todas un discurso esencialmente idéntico, aunque con múltiples variantes según la condición social de las audiencias, estados de ánimo o humor circunstancial de los públicos, edades de quienes lo integran, región del país donde se trasmite o retrasmite el mensaje, horarios y días de trasmisión, etc. etc.

Pero en lo sustancial, existe un trasfondo ideológico de derecha que atraviesa a las grandes cadenas mediáticas cuya sede está en Buenos Aires pero que, en un país centralista en lo demográfico, lo económico, lo político, lo tecnológico y también lo comunicacional, tienen alcance y penetración en toda la geografía argentina.

Así, las figuras principales televisivas de TN y Canal Trece (Grupo Clarín), Telefe (más allá de sus dignos/as y honestos/as profesionales y demás trabajadores/as en las emisoras de ese grupo en diferentes provincias), Grupo América, etc., como también de las radios porteñas más escuchadas en múltiples lugares del territorio nacional, emiten prácticamente un discurso único.

Los personajes mediáticos que emiten el discurso de derecha o ultraderecha pueden ser desde Mirtha Legrand (o ahora su nieta, Juana Viale), Jorge Lanata, Luis Majul, Alfredo Leuco, Jonatan Viale, Viviana Canosa, Angel Etchecopar (alias “Baby”), Eduardo Feinmann, Marcelo Bonelli, Nelson Castro, Joaquín Morales Solá, Eduardo Van Del Kooy, Adrián Ventura, Mariana Fabbiani, Cristina Pérez, Luis Novaresio, etc. etc., hasta cualquiera de las figuras de generaciones más recientes, en general jóvenes, con las cuales los conglomerados mediáticos deciden ocupar sus pantallas o radios para reemplazar a algunos/as que con el paso de los años van perdiendo eficacia.

En el plano de los medios gráficos o digitales, que no tienen la misma masividad que los audiovisuales pero son los que marcan la agenda, imponen los temas, implantan las palabras que se usan para estigmatizar al kirchnerismo, etc. obviamente se destacan Clarín, La Nación, Perfil, Cronista y el portal Infobae. Lo que ellos publican, además, se multiplica por las redes digitales.

Cada cual tiene sus particularidades pero los unifica la misma matriz ideológica que defiende a ultranza el capitalismo extremo. Por citar diferencias, desde esa matriz Perfil y Cronista suelen publicar información seria y no mienten tan alevosamente como Clarín y La Nación. También Infobae combina cierto decoro informativo con violenta propaganda de ultraderecha camuflada de periodismo (particularmente en sus ataques contra Venezuela y su exaltación de los intereses geopolíticos de Estados Unidos).

Contra los cuidados y contra la vacuna Sputnik

Más allá de especificidades, las grandes cadenas mediáticas bombardearon con todo su poderío la estrategia de cuidados contra el Covid establecida por el gobierno nacional y los provinciales. Miles -o quizás cientos de miles, o millones- de veces se burlaron de “la cuarentena”, e hicieron todo lo posible para fomentar el hartazgo el descontento social hacia las distintas fases de aislamiento o distanciamiento.

Simultáneamente, ocultaron que en la gran mayoría de los países sus respectivas autoridades apelaron a similares medidas de restricción para la circulación de personas y para las actividades laborales y económicas. De los esfuerzos y sacrificios que hubo que hacer -sobre todo en los primeros meses de aislamiento más estricto- y que hay que seguir haciendo para disminuir los riesgos de contagios y muertes, siempre se burlaron y le echaron la culpa al gobierno. Nunca al virus.

Finalmente, usaron todo su artillería sobre la opinión pública y su posición dominante en el mercado de la comunicación audiovisual para bombardear a la vacuna Sputnik. Utilizaron mentiras, estafas, manipulación de datos, engaños, burlas, trampas y todos sus arsenales de corrupción semántica (incluido una afirmación ridícula, pero que siempre puede conseguir un cierto grado de eficacia, cual fue la de referirse a Rusia como si allí todavía existiera el “comunismo”).

Cuando dentro de pocas semanas se cumpla un año desde que el Covid llegó a Argentina y cambió la vida de todas y todos, igual que en el resto del planeta, no solo sería una ocasión para repasar y reflexionar sobre cómo actuaron desde entonces el gobierno, “la gente”, los diferentes sectores de la sociedad, etc.

Para que los árboles no tapen el bosque, también es imprescindible pensar en lo que hizo la élite capitalista, es decir la que detenta en su mayor parte el poder económico del país, así como las cadenas mediáticas y demás corporaciones que multiplican su ideología para que se expanda por toda la sociedad, y así en definitiva se sigan sosteniendo los intereses de las clases sociales dominantes.

29/07/2016

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